Capitulo 23

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Alex siguió amándola hasta que Lucía alcanzó su cuarto orgasmo de la noche. El ojiverde se había encargado de haberla recorrido toda y de que no quedara centímetro de su piel sin reclamar como propio. Pero ahora, en un tiempo de descanso, el chico estaba sorprendido por lo que Lucía le estaba diciendo—¿Nunca, nunca?—preguntó incrédulo mirando a la castaña que descansaba en su pecho. Lucía todavía agitada y con los ojos cerrados, agitó la cabeza para mirar—¿Nunca más de un... nunca más de uno?—Hizo la pregunta completa y volvió a tener la misma respuesta—¿Estás seg...

— Alex...—Lucía no quería escuchar más la misma pregunta—Bésame, por favor—pidió

Se fundieron en un abrazo de piel ardiente, muslos entrelazados, bocas sedientas y con los ojos cerrados y manos sin vergüenza. Lucía deslizó su propia mano entre sus cuerpos y sorprendió al tatuador al sujetarle el miembro. Alex se arqueó y gimió como si lo hubieran herido de muerte. Su pene creció en la mano de Lucía, mientras el beso se profundizaba y los dedos de Alex separaban los labios de la vagina para hurgarla. No hallaban la saciedad, no existía fin.

— Quiero ponerme sobre ti—le dijo la castaña

Alex sonrió—Puedes hacer conmigo lo que quieras—le dijo entregado.

Con mucho esfuerzo se paró del sillón y buscó otro condón agradeciendo haber estado preparada para esa noche. Volvió a Alex y le colocó el preservativo bajo su atenta e intensa mirada. Cuando se acomodó, volvió a sentirse nerviosa por el tamaño del chico—Ayúdame—le dijo suavemente al pelinegro y este no dudó en seguir su indicación. La ayudó a acomodarse y a deslizarse sobre su pene duro y caliente hasta que el cuerpo de Lucía lo tragó por completo, el rostro de Lucía pasó del dolor al placer en milésimas de segundo. Poco a poco Lucía se iba meciendo sobre Alex e iba encontrando el vaivén correcto.

Por su parte, Alex no atinaba a nada, se limitaba a admirar a la mujer que estaba sobre él. Con sus enormes pechos resaltando, le recordaba más que nunca al dibujo que había hecho sobre la pared de la oficina. Su Lucía. Su amor. Su autoritaria y dulce mujer sin vello, castaña y con ojos avellana. Su dama. Ella nunca había estado en los planes de Alex, pero solo tuvo que abrir una puerta para encontrarla. En verdad él nunca había buscado enamorarse, Lucía le provocaba una clase de pasión que jamás había sentido, ni siquiera con sus dibujos. Sin duda su vida había cambiado y ya no podía pensar sin Lucía en ella. El sentimiento que salía de Alex, el amor que sentía por la mujer que estaba moviéndose sabrosamente sobre él lo emocionó. El ojiverde se incorporó para quedar frente a ella. Lucía se acomodó y lo recibió en su nueva postura.

— Mírame por favor—le pidió el chico a Lucía. Por unos instantes se contemplaron en silencio—Eres lo más lindo que he visto en mi vida—le dijo sincerandose.

— Tú eres lo mejor que me ha pasado en mi vida. Hiciste que naciera de nuevo, que volviera a recuperar esa Lucía que perdí y tanto quería que volviera—confesó.

El placer los sorprendió con los labios unidos y ambos gimieron en la boca del otro hasta que se desarmaron sobre el sofá. Se quedaron quietos mientras recuperaban el aliento. Para malestar del ojiverde, Lucía salió de él y bajó del sillón para después caminar hasta la pared pintada por Alex. El tatuador se incorporó sobre sus codos para contemplar a la castaña.

— Adoro lo que hiciste—le dijo desde su lugar—Podría pasarme horas mirando—la pared era una pintura en sí misma.

La castaña se perdió en los detalles hasta que sintió como Alex la abrazaba por detrás. El pene de Alex se coló entre sus nalgas haciendo que Lucía se mordiera sus labios, estaba cansada pero el deseo nunca cesaba—Este es el primer día feliz de mi vida. Y es gracias a ti—la voz del chico hizo que un escalofrío la recorriera de punto a punto. Pero no era una mala sensación, al contrario era una sensación de placer.

𝑵𝒐 𝒔𝒐𝒚 𝒑𝒂𝒓𝒂 𝒕𝒊 - Lucialex (Adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora