Capitulo 26

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Departamento de Alex

Alex subía las escaleras del edificio rumbo a su departamento, escalón por escalón, totalmente agotado y cabizbajo. Es que desde que dejó la cama de Lucía su día no pudo haber sido peor. El ojiverde agitaba su cabeza resignado, nunca tendría que haberse levantado de la cama, tendría que haberse dedicado a besar muchas veces más a Lucía, a acariciarla, a mirarla, a hacerle el amor de vuelta, a bañarse con ella, a hacerle el amor en la ducha, tendría que haber desayunado con ella y porque no, a hacerle el amor una vez más pero esta vez sobre el desayunador. Tendrá que aprovechar cada momento en que Lucía estaba junto a él, después de todo, él no sabía cuánto tiempo la castaña iba a aguantar a su lado, a lo mejor ahora mismo la castaña ya se había cansado de él y ya no quería verlo más.

Alex suspiró resignado por haber tomado una mala decisión. En vez de quedarse en la cama como se lo pidió su novia, tuvo que ir al estudio a trabajar. Pero no fue el trabajo lo que lo cansó, al contrario, el tatuaje que tenía para hacer era una de sus técnicas actuales preferidas. Tuvo que hacer un hermoso tatuaje mecánico, de esos que parece que si se raja la piel abajo hay un robot, en el brazo de un simpático chico que estaba tan contento con el resultado del dibujo del ojiverde que no se fue del estudio hasta que consiguió otra cita, dentro de dos meses para que Alex tatuara su pecho. Lo que lo cansó y sacó de quicio fueron sus empleados. Primero tuvo que discutir nuevamente con Alonso porque el chico no respetó el deseo de una clienta y cambió el diseño del tatuaje sobre la marcha y sin consultarle. Cuando la mujer vio su tatuaje puso el grito en el cielo y con un llanto desconsolado, empezó a pelear con el tatuador y a decirle todo tipo de cosas. Todo terminó cuando Alex salió de su oficina y logró calmar a la clienta diciéndole que él podía arreglar el diseño o en todo caso hacerle uno nuevo como ella quisiera y por supuesto todo gratis. Obviamente, La mujer salió del local con una sonrisa de oreja a oreja, no todos los días alguien consigue un tatuaje de Alexis Barrios gratis y sin esperar.

Después de que Alex echó por vigésimo cuarta vez a Alonso del local se tuvo que encargar del lío que Daniel estaba haciendo con sus citas. Esa mañana el pelinegro lo había tenido que sacar a rastras de la cama de Mariana para que se dignara a trabajar, pero Daniel tenía semejante resaca que suspendió todos los tatuajes que tenía para esa tarde, lo cual no hubiera sido problema si los tatuajes que suspendió no hubiesen sido los mismo que había suspendido el día anterior para irse temprano al departamento de la bailarina. Las quejas de los clientes se sintieron sin parar y nuevamente Alex tuvo que arreglarlo prometiendo tatuajes hechos por él mismo y sin cargo alguno mientras mandaba a Daniel a su casa inmediatamente.

Y eso no era todo, apenas el ojiverde terminó de solucionar esos problemas, tuvo que encargarse de una inconsolable Valeria, que lloraba en el baño haciendo uso de todas sus cuerdas vocales y de toda su reserva de lágrimas. Al parecer la chica había tenido una gran pelea con su novio, Mateo, y esta pelea la había puesto en estado tal que había destrozado prácticamente un hermoso tatuaje de un colibrí en el tobillo de una chica. Cuando Alex examinó el tatuaje de la ofuscada clienta, se dio cuenta que no solo el dibujo estaba mal ubicado, sino que una de las alitas del ave salía prácticamente de su cabeza y las patas estaban dibujadas tan juntas que parecía que el colibrí tuviera una sola. Alex tuvo que pedirle a Yam que apretara sus horarios del día siguiente y ubicara a la joven entre ellos para que él mismo le pudiera arreglar el tatuaje.

Cuando le faltaban dos pisos por subir respiró hondo nuevamente pensando en su abultada agenda. Alex se sentía más decepcionado que nunca por sus dos amigos, y a medida que subía las escaleras se sentía más cansado que nunca. Para colmo aún le quedaban las entrevistas para elegir a sus nuevos compañeros de cuarto. Su psicóloga le había dicho que no era necesario que volviera a buscar acompañantes de departamento si no quería, pero también le había mencionado que conocer gente extraña le iba a hacer bien para su relación con Lucía y eso lo convenció en segundos. El problema era que de tan solo pensar que tenía que conocer gente nueva, los temblores aparecían en su cuerpo y obligaban a que el tatuador cerrara sus ojos y se concentrara en las manos de Lucía acariciándole la espalda, o en el aroma de Lucía, o en los ojos avellana de Lucía, o en lo que sea de Lucía. Pensar en su novia lo tranquilizaba pero lo excitaba a la vez y tener una erección enfrente de una persona que no fuera su novia, no le gustaba para nada.

𝑵𝒐 𝒔𝒐𝒚 𝒑𝒂𝒓𝒂 𝒕𝒊 - Lucialex (Adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora