Marcus

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Marcus Williams

Allí estaba ella, en el muelle de siempre, parada justo en el lugar de siempre a la hora de siempre.

No la había visto hace un tiempo, digamos desde aquel momento en que rechace su embarazo porque justo ahí decidí desaparecer de su vida. Pero tenía mis razones, siempre las tengo.

Ella no me conocía, ni siquiera sabía mi nombre pero para desgracia de ella yo sabía todo sobre ella : su pasado, el de su familia, sus acciones, sus amigos, sus cosas favoritas, sus pasiones, sus amores, deseos y hasta su lugar favorito que era este.

Nunca ha sido casualidad verla. Siempre lo he planeado desde aquel día.

"Entra, - me invitó un Adam de unos 10 años siéntate ahora vuelvo- y así se perdió en un pasillo
Me senté en el sofá y observe la casa, no me impreciono ya que era igual a las demás del barrio. Una sala muy grande, pasillo para la cocina otro al baño y una escalera que da a las habitaciones. Y por la escalera bajó una chica, más bien una niña.
Cuántos tendría?
-Mamá Adam daño una de mis muñecas- grito la niña
Supuse que era menor que Adam, unos 9 u 8 años tendría ella.
-Esas muñecas son feas como tu- grito en su defensa Adam saliendo de la cocina con dos refrescos en mano
-Adam disculpate con tu hermanita- grito la madre de Adam desde la cocina.
La niña de larga cabellera negra y ojos verdes se apoyo en la escalera con aires de grandeza en espera de su disculpa. Adam la miró y giro los ojos antes de soltar una disculpa llena de fastidio.
-Lo siento Alex. Feliz?
-Sip- la niña sonrió cínicamente y subió las escaleras.
-Disculpa a mi hermana esta loca, quieres jugar videojuegos - me dijo muy entusiasmado Adam yo le asentí pero realmente mi interés había pasado a esa pequeña.
Alex, tal vez eramos niños, tal vez no era edad para sentir cosas pero yo las sentía y sabía que eran reales.
Quería a Alex, quería que fuera mía *

Después solo mi interés por ella fue creciendo. La seguía, la vigilaba en la oscuridad. Me hice amigo de Adam para estar cerca de Alex pero por eso luego paso algo inesperado.

Adam y yo crecimos juntos. Fuimos buenos amigos y era el único que conocía algunas cosas de mi ya que nadie sabía de mi, era como un conocido desconocido, era alguien que sabias de su existencia más no que hacía con ella.

Adam sabía de mi porque lo permití y después de él alguien más se interesó en mí en la familia Winter. Alexander Winter, el hizo una pequeña mafia en donde se lavaba dinero.

La mayoría que la integraban eran personas que lo seguían en su pasado sanguinario. Alexander los reclutó para que no hubieran delitos mayores en el pueblo y pudieran hacer un negocio algo sucio pero que beneficiaban a muchos.

Una tarde cualquiera en la casa de los Winter, Alexander me habló de su pasado y todo esto. Yo no entendí hasta que me llevo a matar a un siervo y después de ver como lo hice me pregunto si creía que podría hacerle eso a una persona.

No sabía la respuesta, no la supe hasta que lo hice. Mate a alguien, que culpa tenía? No sabía y realmente no me importo. Alexander al ver mi reacción me metió en lo suyo.

Mate gente para el, en ese tiempo que trabaje como mercenario me volví frío, no me importaba la vida misma, ni la ajena y mucho menos la mía. Solo importaba la de esa niña. Alex.

Pero hacerles esos trabajos a Alexander tenían un precio barato para otros pero muy caro para mi. Cuando empezabas a trabajar para Alexander no podías ir a su casa, ya el trabajo y su vida eran cosas distintas.

No podía ir, no podía ver a Alex. No me gustaba pero al final lo acepte, era mejor. Que ganaría Alex con un asesino?

Ya tenía yo 18 cuando la vi. No era una niña, claro que no.
Era una joven con un muy buen cuerpo, su cabello negro seguía largo y sus ojos verdes igual de lindos y con un brillo único en ellos.

OSCURO DESEO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora