Las dos ultimas semanas habían transcurrido rápidamente, las noches solo en el barco era lo único que lo agobiaban, era consciente de que era mejor dejar a Elsa en el hospital, iba a estar más segura y mejor atendida que en el barco con él, odiaba llegar cada anochecer a su embarcación y verse solo, pero era por poco tiempo y por el bien de la mujer que más amaba en el mundo. Cada mañana antes de que el sol saliera completamente se encaminaba hacía el hospital esperando ansioso ver a la rubia, cada mañana era la misma rutina, despertarse completamente solo, ejercitarse, y proceder a asearse para ir a verla a ella.
-Buenos días joven. -Saludó una enfermera-
-Buen día... ¿Elsa ya despertó?
-Aún no, sin embargo no debe tardar en despertar. Pasó una buena noche y estuvo muy tranquila.
-Que alivio, las dos ultimas noches han sido difíciles ¿Verdad?
-Si... La buena noticia es que el sangrado esta disminuyendo y al parecer el dolor también.
-¿Cree que la den de alta pronto?
-Uhm No sabría decirle... Sin embargo cuando llegue la doctora, le puede preguntar.
-Gracias, ¿Cree que pueda verla ahora mismo?
-Si, claro... Adelante.
Hans se dirigió hacia la habitación donde descansaba tranquilamente la platinada. Al entrar y verla ahí dormida tan tranquila, con una sonrisa en sus labios rosa pálidos, sintió alivio esa forma de dormir tan serena y calmada lo llenó de paz, habían sido días complicados. Elsa había mostrado una mejoría sin embargo algunas veces su cuerpo débil de tanto dolor e incomodidad no soportaba. Ahora al verla ahí tan tranquila descansando lo hizo tan feliz... Con mucha delicadeza empezó a acariciar las suaves y sonrojadas mejillas de la rubia, observó con mucha atención sus largas y tupidas pestañas, amaba ver esa maraña de pelitos que adornaban sus ojos azules zafiro. Sonrió al ver la pequeña reacción en el rostro al sentir el tacto de él, esa risita dulce de parte de ella lo alegró demasiado.
-Buenos días amor...
-Suspiró-
Se quedó observándola abrir los ojos lentamente, mientras posaba sus ojos en él.
-¿Dormiste bien?
-Uuhmjum. Hola... -Dijo colocando su mano derecha sobre su frío rostro.
-¿Como te sientes?
-Bien... -Respondió ella con una sonrisa formándose en sus labios.-
Se quedaron observándose el uno al otro con tanta atención. Esas miradas que se dedicaban en las cuales las palabras sobraban, cada segundo mirando los ojos del otro era tan eterno, era como si el tiempo se detuviera solamente para ellos dos, la suave caricia que el le regalaba a ella era todo lo que necesitaba para saber que todo iba a estar bien.
-¿Hace cuanto estas ahí?
-No mucho... Llegué hace poco.
-Uhm... Por lo general antes de que llegues siempre me anuncian las enfermeras que mi esposo quiere verme.
Hans se sonrrojó al oir lo que ella le dijo... Apretó los labios y evitó mirarla.
-¿Ah, si?
-Si... Soy tu esposa... Eso dicen las enfermeras.
-Uhmm
-Y... ¿Sabes que más dicen?-Preguntó ella en un tono juguetón-
-Uhm no...