Capítulo 13: Salto al vació

217 17 8
                                    

Narradora Elizabeth Subconsciente

No podía creer lo que mi padre me había dicho, es una locura. Todo esto es una total locura de la cual no puedo huir. Mi cabeza estaba hecha un enredo con tanta información que había recibido pero lo que me dijo de mi muerte sigo sin creerlo, el debió notar mi cara de asombro y frustración porque lo siguiente que me dijo realmente me dejo helada.

Arthed: Hija mía, sé que esto es difícil de entender pero es la verdad. La noche en la que todo fue descubierto tú intentaste suicidarte.

Elizabeth: Pero cómo es posible q...

Arthed: Lo mejor es que te lo muestre mi niña.

Apenas termino de decir eso, la oscuridad infinita que nos rodeaba empezó a temblar como el agua siendo perturbada por una onda en expansión y una luz blanca empezó a brillar obligándome a cerrar los ojos. Sabía que todo el tema de la profecía tenía que hacerle frente pero aun la idea de sacrificarme no me dejaba pensar demasiado, tenía miedo y no podía irme y dejar las cosas sin arreglar. El condenado destino se ha empeñado en poner obstáculos en el camino para que tanto Meliodas como yo sufriéramos, nuestro destino ¿Es estar juntos o separados? Esa pregunta me ha rondado la cabeza durante mucho últimamente pero ahora la idea de perderlo me aterra. Solo espero que lo que vaya a ver no me aleje del hombre que amo.

Recuerdo

Una hermosa diosa albina caminaba por lo amplios pasillos del palacio celestial, trataba de no pensar en lo que había ocurrido con Jay pero le era imposible alejar esos horribles recuerdos que asechaban su mente cada vez que cerraba sus ojos en la noche. La sensación de tenerlo encima otra vez y que él la obligara a tener relaciones se habían convertido en las pesadillas más frecuentes de Elizabeth, los moretones y golpes que tenía por todo su cuerpo estaban sanando lentamente, ella prácticamente había regresado de la muerte después de casi un mes en coma. En todo ese tiempo no se volvió a saber nada sobre aquel monstruo que la había profanado y su hermana seguía actuando más extraño y los entrenamientos eran cada vez más exigentes. Elizabeth ya no tenía la fuerza para pelear con su hermana y eso lo había demostrado en los últimos días donde casi la ha dejado inconsciente, sin darse cuenta llego al jardín y trato de tranquilizar su mente respirando la dulce fragancia de unos jazmines que recién habían florecido pero su paz fue interrumpida cuando vio cómo su hermana se escabullía sospechosamente fuera del palacio, después de lo que vi en esa cueva lo mejor es que busque más respuestas y le diga al Maestro Arthed y a mi madre.

La seguí sigilosamente y cuando llegamos a los límites del Bosque del Rey Hada la vi descender e hice lo mismo para después esconderme detrás de un árbol ocultando mi energía para que no me descubriera, en eso vi como sonreía y fije mi vista hacia donde señalaban sus ojos, no lo podía creer ese maldito monstruo estaba aquí. Los vi ingresar a la cueva así que los seguí y lo único que pude hacer fue aterrorizarme y sorprenderme cuando los vi besarse con pasión y literalmente arrancarse la ropa salvajemente para luego empezar con las penetraciones, me dio tanto asco ver eso pero luego vi como Eliana quitaba una manta dejando libre una mesa de piedra donde había una diosa golpeada y llena de heridas abiertas y sangre recorriendo su cuerpo. ¿Cómo es posible que le esté haciendo esto a un miembro de nuestro Clan? El sonido de un cuchillo siendo afilado lentamente hacían eco en la cueva pero parecía más una manera de excitarse entre ellos que una tortura, mis ojos empezaron a derramar silenciosas lágrimas cuando vi cómo le abrían el pecho y sacaban su corazón con una mirada psicópata en sus rostros para luego estrujarlo y sacar de alguna forma el poder mágico de esa mujer, unas cuantas voces se empezaron a escuchar y tuve que esconderme para no ser descubierta. Tanto hombres como mujeres empezaron a llegar pero no era para detenerlos sino para hacer lo mismo y seguir absorbiendo más y más poder mágico, ya no pude soportar más y salí corriendo de ese lugar directo al palacio celestial, debía contárselo a mi madre y al Gran Maestro de lo que estaba pasando pero estaba tan traumatizada que no podía casi ni moverme cuando el sonido de una trompeta me hizo sobresaltar y dirigirme a donde se estaba reuniendo una gran multitud.

Creí que me amabasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora