Polos Opuestos

CAPITULO 6: DEJAR DE HUIR

Nota de autor: Bueno les dejo este capítulo por acá, espero les guste, la verdad me encantó escribirlo, no se olviden de votar y comentar, saludos, en cuanto pueda actualizo.

Pd: dejo este tema que me fascina y me parece que cuadra.

Amanda

Habían pasado ya algunos días del incidente con el chico nuevo, sin embargo a pesar de que huía en los pasillos para no cruzarlo y trataba de no mirarlo cada vez que pasaba por el frente de mi salón, no había logrado sacarlo de mi cabeza. Para mi suerte estaba durmiendo mejor y ya no me despertaba todas las noches con pesadillas, seguía tomando las pastillas cada noche, aunque eso no borraba los recuerdos de mi memoria, lamentablemente. Tenía una manía que muy pocas personas conocían, que era dibujar, cuando me sentía mal o frustrada conectaba mis audífonos con la música a tope y garabateaba algo en mi cuaderno, o escribía alguno de mis textos. Los últimos días no había parado de dibujar lo mismo, unos ojos verdes que aun en el papel parecía que me atravesaran en alma, pudiesen ver dentro de mi ser y hurgar en el.

Luego de que Pía no dejara de insistirme con que Marcus el amigo de su novio quería conocerme, acepté tener una cita los dos este sábado, en un Restó bar del centro, realmente no me emocionaba mucho la situación, nunca fui una chica de citas, ni de esas que aman salir con chicos constantemente, yo simplemente era Amanda, la chica solitaria, que vivía en su propia burbuja, que no molestaba a nadie y nadie se atrevía a molestar tampoco. Si bien nunca había tenido una pelea con nadie, en la escuela eran conscientes de que tenía un carácter bastante fuerte y poca tolerancia a las idioteces adolescentes. No era una chica popular, tampoco me interesaba serlo, era digamos lo que se dice común, aunque no me sentía definida por esa palabra en lo mas mínimo, era bastante rara honestamente. Físicamente hablando era una chica que no destacaba, lo que más podía llamar la atención de mi eran mis ojos gis claros, luego tenía una melena ondulada color negro, era flaca aunque no como una modelo o una de esas porristas que casi no comen y era bastante más alta que el resto de chicas de mi edad, lo que era una verdadera molestia cuando de chicos se trataba, ya que siempre eran más bajitos y eso no me agradaba.

Aunque Noah es bastante alto, es mas creo que es de mi altura. Y ahí estaba otra vez mi subconsciente trayendo pensamientos sobre él. Ya era frustrante, cada cosa que pensaba terminaba arrastrándolo a mi mente una vez más. ¿Qué demonios esta pasándote Amanda?

Me auto pregunté.

Cuando deje de divagar note que ya estaba frente a la escuela, aunque no fue lo único que pude notar, sino que había alguien parado en la puerta observándome con atención, cuando notó que lo estaba mirando me dedicó una sonrisa y me saludo con la mano, me quede parada intentando descifrar mi siguiente paso, no podía hacer como si no lo hubiese visto e ignorarlo, bueno en realidad, poder si podía, pero por algún extraño motivo, no quise, comencé a caminar hasta que estuve a un metro de distancia de él, entonces de la nada, le hablé.

—Hola Noah.

Se quedó un segundo mirándome como si no entendiera mi forma de actuar, hasta que su sonrisa se ensanchó aún más y me contestó.

—Hola Amanda, nunca creí que me hablarías, pensaba que aun estabas enojada por la forma en que nos conocimos-hizo una mueca mientras lo decía— pero creo que sería bueno volver a empezar, ¿no?—mientras lo decía extendió su mano a forma de saludo formal— un placer conocerte.

Me quedé estática en el lugar dudando por un segundo en si debía tomar su mano o no, después de todo había sido yo la que le había hablado esta vez, cosa por la que me estaba reprendiendo internamente, no podía rechazarlo nuevamente, entonces como si de un impulso instintivo se tratara, saque mi mano del bolsillo y estreché la suya, al tiempo que decía.