22

210 43 24
                                    

"¿Cuándo se curará de esto? Aún la amo..." Manic; Plumb.

Desperté algo desorientado, pero para mi sorpresa Gerard no estaba a mi lado. En ese momento entré en pánico al notar que se había marchado de la habitación, con velocidad salí de la habitación para encontrarme con varias de bolsas repletas de ropa, por lo que supuse que debía haber ido al centro comercial.


— ¡Gerard! —grité, llamando su nombre esperando una respuesta que no llegó.

Abrí la puerta de la supuesta habitación de Michael, mis mejillas se llenaron de color al verlo recién salido de la ducha, él abrió su boca con sorpresa, pero de igual manera molesto.

— ¡¿Acaso no te han enseñado a tocar la puerta antes de entrar?! —avergonzado me giré, tratando de remediar mi idiotez.

— Eh... ¿sabes a dónde fue Gerard? —apenas fui capaz de hablar por la vergüenza que tenía.

— Fue con Donna por un helado —maldije y asentí antes de salir de la habitación.

Volví a la habitación de Gerard y me senté en el borde de la cama, definitivamente no quería volver a ver a Mikey después de lo que sucedió.

Al cabo de dos horas, Gerard y Donna volvieron, con la poca dignidad que aún tenía decidí bajar las escaleras y saludar.

— Hola —dije sin muchas ganas, mi cabello seguía húmedo pues no hacía mucho que me había duchado.

— ¡Hola, amor! —Gerard me besó fugazmente, y Donna soltó un chillido emocionada.

— Ustedes dos son muy lindos juntos —su sonrisa era de oreja a oreja.

— Gee, creo que debería volver a Colorado este fin de semana —le dije en el oído, a lo que él negó rotundamente.

— No puedes hacerlo —admitió.

— ¿Por qué no? —cuestioné algo molesto.

— Compré boletos para ir a juntos a un lugar especial —lo miré extrañado, él solo mantenía su estúpida sonrisa.

— ¿Y dónde es ese lugar? —bufé—, sabes que no me gustan las sorpresas.

— Iremos a Miami —mi sorpresa fue más molestia que cualquier otra cosa, odiaba la playa y el calor en exceso—. Quiero broncearme un poco y creí que sería bueno ir contigo.

— Es... —miré su rostro, tenía esa mirada emocionada—... Es una gran noticia, Gee, muero de ganas por ir juntos.

— ¡Sabía que te encantaría! —me besó con mayor intensidad, y definitivamente supe que había hecho lo correcto.

Después de un almuerzo incómodo con la familia de Gerard, ambos subimos a su habitación pues él quería contarme los detalles del viaje y otras tantas cosas, aunque era algo difícil de entender.

— Gee, ¿podría hablar con Frankie un momento?, será rápido —Mikey entró solo asomando su rostro.

— Bien, solo no te demores —dijo mientras sacaba la ropa que había comprado de las bolsas de papel.

Confundido salí de la habitación cerrando la puerta tras de mí, Mikey me esperaba afuera con los brazos cruzados sobre el pecho.

— Escuché lo de su viaje —asentí—. Escucha, tienes que saber que Gerard está algo... eufórico.

— Maníaco —corregí, él asintió algo indeciso.

— No me gusta llamarlo de esa manera, pero tienes que prometer que lo cuidarás bien. No puede beber alcohol, tampoco dejes que gaste mucho o que haga idioteces —en ese instante pude ver lo nervioso que estaba Mikey y sonreí con algo de ternura pues estaba abriendo sus sentimientos  conmigo.

— No le pasará nada malo —aseguré.

— Espero que así sea o tendré que buscarte y cortar tus dos testículos —tragué con dureza y él rió—. Como sea, suerte mañana.

— ¿Nos iremos mañana? —él asintió antes de entrar a su habitación.

— Puta madre —dije al aire y regresé a donde Gerard se encontraba.



[...]



— ¿Comprastre protector solar? —estaba algo ansioso al llegar al hotel—. Yo, a diferencia tuya, no quiero broncearme.

— Lo compré desde ayer —me dedicó una sonrisa antes de encaminarse a la recepción del hotel, demoró al menos un par de minutos antes de dirigirse a mí con un par de tarjetas, las cuales eran las llaves de la habitación.

— Muero por ver la habitación —dije con emoción.

— Te encantará —sonrió de manera tierna, sentí algo diferente, era la sensación se pertenecer a alguien.

Al llegar al décimo piso nos dirigimos a la única puerta que había en el pasillo, mordí mi labio inferior. Gerard abrió la puerta, dejándome a mí pasar primero.

Apenas y era capaz de decir algo, en verdad me sentía en alguna estúpida película o algo por el estilo. La cama era grande para ambos, y tenía adornos típicos de una luna de miel, esos absurdos pétalos rojos en forma de corazón sobre la cama.

— ¿Te gusta? —la voz de Gerard me sacó de mis pensamientos.

— ¡Lo amé! —dije y lo abracé de inmediato, él me correspondió para después besar mis labios.

— Donna me ayudó a escoger todo —dijo apenado—, supongo que esto es mejor que nuestra "cita".

— Desde luego que sí —reí, recordando que habíamos planeado una cita y no sucedió—. No sabía que tenías un lado cursi, Gerard Way.

— Todos lo tenemos —se dirigió hacia el balcón de la habitación, me ponía un poco de nervios pensar en las alturas y Gerard juntos.

— ¿Qué tal si me llevas cargando como novia a la cama? —pedí, tratando de hacer que se alejase de aquel lugar.

— Buena idea —rió y volvió hacia donde yo.


Me tomó en sus brazos, pero el sonido de la puerta nos interrumpió, me bajó de inmediato con las mejillas ruborizadas.

— Es el equipaje —dijo y abrió la puerta, dejando ver a un chico con el pequeño carro y todas nuestras maletas en el.

— Buenas tardes, traigo su equipaje, señor Way.

— Claro, puedes dejarlo en donde quieras —Gee se acercó a mí, abrazándome por la espalda.

El chico demoró poco más de cinco minutos antes de marcharse, no sin antes recibir algo de dinero de parte de Gerard.

— Ahora sí, podemos volver a lo nuestro —Gerard rió, y yo negué.

— Mejor vayamos a la playa, muero de ganas de entrar al mar —hice un puchero, tratando de convencerlo.

— Solo porque quiero que estés feliz —besó mi frente—. Oh, casi me olvido, te compré esto.

Dejó caer una bolsa de papel azul, tenía un moño morado. Sonreí emocionado, aunque no era fanático de las sorpresas o los obsequios; al abrirla me encontré con un par de trajes de baño.

— No supe que talla serías, pero mi madre dijo que eso era perfecto —dijo apenado.

— ¡Gee! —reí—. Tengo ropa también, ¿sabías?

— Solo quería hacerte sentir más especial de lo que en verdad eres... y aún quedan muchas más sorpresas —solo pude abrazarlo, pero la incertidumbre de qué vendría era enorme.

bipolar || FrerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora