"En mi corazón y en mi cabeza, dime, ¿por qué esto tiene que terminar?" Atlantis; Seafret.
Frank
Habían pasado dos días desde que pasé la noche con Gerard, le había escrito y enviado algunos mensajes que solo fueron leídos. Hasta donde tenía entendido se iría la semana próxima a Nueva Jersey.— ¿Y no lo has logrado contactar? —Alyssa y yo estábamos acomodando la mercancía nueva.
— No —hice un puchero— Me está evitando y no sé por qué.
— Tal vez no le gustan mucho tus tatuajes, o probablemente tu cama no es muy cómoda, o puede que no seas bueno en la cama —reí divertido ante la última posibilidad recordando cómo gemía mi nombre.
— Iré a buscarlo por la tarde a su hotel —ya estaba decidido.
— Bien, Romeo —ella sonrió— ¿Puedo ir contigo?
— No, claro que no —continué— Podríamos terminar en la cama, pero si tu vas entonces el plan se vería arruinado.
— ¡Oye, eres una mierda! —se hizo la ofendida.
— Solo estoy diciendo la verdad, en verdad quiero tener algo con él —me sinceré
— ¿Algo además de acostarse? —asentí algo desanimado— Entonces díselo.
[...]
Me encontraba en la entrada de aquel lujoso hotel, la gente que llegaba parecía tener el dinero de sobra, o al menos eso aparentaban. Con cautela entré en busca de alguien que pudiese ayudarme, no tenía idea de el número de habitación en la cual él estaría.
— Hola —me acerqué a una de las recepcionistas.
— Buenas tardes, ¿puedo ayudarte? —ella sonrió.
— Sí, yo... estoy buscando a... —fui interrumpido.
— ¡Frank Iero! —la voz de la representante de Gerard se hizo presente en el lugar, maldije por lo bajo, la odié desde el instante en el que nos conocimos después del concierto.
— Taylor —la miré, sonriendo con un toque de falsedad.
— Tenemos que hablar —fue lo único que dijo, pero por la expresión en su rostro supe que algo que no estaba del todo bien.
Con algo de miedo me acerqué a ella, dejando a la recepcionista notoriamente confundida. Taylor me tomó del brazo con un poco de fuerza, y me guió hasta el ascensor.
— ¿Quieres decirme qué coños pasa? —ella rió con ironía.
— Dime dónde mierda está Gerard, supuse que estarían cogiendo —fruncí el entrecejo, demostrando lo confundido que estaba en esos momentos.
— No está conmigo —la caja metálica se detuvo, y su expresión facial cambió por completo, comenzó a caminar con velocidad hacia no sé dónde y yo la seguía.
— Llámalo —me ordenó, hice caso.
1...
2...
3...
4...
5 pitidos.
— Hola, soy Gerard, si es importante deja un mensaje y te llamaré en cuanto pueda —la miré decepcionado, ella supo que no había obtenido resultados.