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"No quiero admitir que nunca encajaremos. No, no soy del tipo que te gustan. Entonces ¿por qué no solo fingimos?" Lies; Marina and the Diamonds.

Gerard y yo caminábamos por el centro comercial tomados de la mano. A pesar de llevar puestas gafas oscuras no me sentía del todo protegido, y Gerard sabía que tarde o temprano la prensa haría de las suyas para hacer pública nuestra relación.

— ¿Crees que el rojo se vea bien? —Gerard había comprado en más de diez tiendas y ahora trataba de comprar la ropa interior adecuada, era divertido verlo indeciso—. El azul también es lindo.

— ¿Por qué no llevas uno rojo y otro azul? Es tan fácil como escoger entre chocolate o vainilla —le dediqué una sonrisa a medias.

— Buena idea —me besó la mejilla y se dirigió a la caja para poder pagar, un par de chicas nos miraban a lo lejos, y pude distinguir a una tomando fotografías a nosotros dos, maldije.

— Gee... ¿nos iremos pronto? —me acerqué al más alto, tomando su mano algo asustado, no me gustaba ser el centro de atención cuando se trataba de mucha gente.

— Creí que querrías pasar a comer —tomó ĺa bolsa que contenía la ropa y salimos de la tienda.

Me llevé una gran sorpresa a ver a una cantidad grande de personas esperando por nosotros a las afueras de aquel local. Gerard tomó mi mano con fuerza, pero sin lastimarme. Las personas sacaban sus móviles y tomaban fotografías, Gerard mantenía esa sonrisa a pesar que yo sabía que no era para nada verdadera.

[...]

— ¡Joder! —solo encontraba una palabra para describir cómo me sentía en ese momento; frustrado.

— ¿Qué ocurre? —Gerard se quitó uno de sus auriculares para dirigirme la atención a mí.

— Son más —le enseñé la pantalla de mi móvil, mis seguidores en redes sociales aumentaban, la gente comenzaba a conocerme como "el novio de Gerard Way".

Molesto por lo ocurrido dejé caer el móvil al suelo; odiaba haber acordado con Gerard no hacer mis redes sociales privadas, me acosté en la cama algo desganado pues no quería mantener a la gente informada respecto a lo que ocurría en mi vida privada.

— Todo estará bien, Frankie —Gerard dijo, pero decidí ignorarlo y dormir un rato.

Al despertar me di cuenta de que estaba solo en la habitación. La oscuridad aún no era tan profunda en el cielo y agradecí eso ya que tenía oportunidad de encontrar comida, con timidez bajé las escaleras encontrándome a Donna y Gerard viendo America's Next Top Model.

— Hola, cielo —Donna me saludó al percatarse de mi presencia.

— Hola —bostecé y me senté junto a Gerard, quien se acurrucó de inmediato en mi hombro.

— ¿Dormiste bien? —lo miré de reojo, tenía la mirada enfocada en el televisor.

— Claro, gracias —él se movió un poco y me dio un pequeño beso en el cuello causando que me estremeciera.

— La pizza está por llegar, Gerard y yo la pedimos hace un rato —la madre de Gerard era lo máximo.

— Suena genial, muero de hambre —dramaticé mientras llevaba ambas de mis manos a mi vientre.

— Estamos embarazados —Gerard bromeó, recibiendo un golpe en la cabeza de mi parte y una risa divertida de su madre

— Jódete, idiota —le dije en un murmullo apenas audible.

Después de una espera de aproximadamente 15 minutos la pizza llegó, Mikey se vio en la obligación de bajar para cenar con todos, y eso fue lo más incómodo para mí pues su mirada estaba clavada en cada uno de los movimientos que hacía.

— ¿Cuál es tu problema? —Gerard habló con brusquedad, Mikey frunció su ceño y yo lo miré sorprendido.

— ¿De qué mierda hablas? —la madre de ambos suspiró molesta.

— ¡Michael, esa boca! —quería reír al escuchar a Donna, me recordó a mi madre católica.

— Lo siento —el rubio se disculpó.

— Bien sabes cuál es mi maldito problema, Michael —el azabache continuó— Deja de mirar de esa manera a mi novio, él se quedará, te guste o no la idea.

— Púdrete —el menor alzó su dedo medio— Tú y tu absurdo novio pueden irse mucho a la mierda.

— ¡Michael James Way! —Donna se puso de pie, sus mejillas estaban rojas del coraje—. Tenemos que hablar, ¿qué es ese vocabulario?

Las voces de ambos se fueron perdiendo a medida que iban subiendo las escaleras. Me sentí un poco intimidado ante la actitud de Mikey.

— Lo siento por eso —Gerard se frotó las sienes frustrado.

— No es tu culpa —le dediqué una sonrisa a medias para dar un mordisco a mi rebanada de pizza.

— Si tú lo dices —me devolvió el gesto.

Donna y Mikey no bajaron en un buen rato. Gee y yo nos encontrábamos viendo una película en el televisor cuando el rubio llegó con una mirada asesina.

— Lo siento, no debí ser un idiota con ambos, es solo que no lo puedo controlar —su discurso fue demasiado falso, pero me hizo sonreír.

— Eres un tonto —el mayor rió—. Te perdonamos.

— Bien —suspiró—, iré a comer con mamá.

Antes de marcharse me miró con odio. Si su plan era hacerme sentir estúpido estaba más que claro que lo había conseguido.

[...]

— Frank —la voz de Gerard me sacó de mis pensamientos, eran pasadas de las 3 a.m. y no lograba conciliar el sueño, y al parecer él tampoco

— ¿Ocurre algo? —me giré, quedando frente a frente.

— Solo no puedo dormir —hizo una mueca, sus ojos brillaban por la tenue luz que entraba a la habitación—. Frankie —ambas de sus cejas se alzaron de una manera divertida—, tengamos una cita, una cita real.

— ¿Hablas en serio? —asentí emocionado—. Me encantaría, en verdad que sí—. ¿Cuándo te gustaría? —él mordió su labio inferior, se veía tan adorable.

— ¡Ahora mismo! —chilló, fruncí el ceño mientras él se levantaba de la cama.

— Gee, no podemos ir ahora —imité su acción para detenerlo, estaba en ropa interior.

— Pero McDonald's podría estar abierto —él parecía estar tan seguro de lo que decía.

— Cielo, son más de las 3, no hay nada abierto a esta hora —tomé su rostro en mis manos, él asistió algo confundido—. Será mejor que volvamos a la cama, ¿bien?

Me aseguré de que Gerard estuviese dormido antes de dejarme vencer por el sueño, probablemente mañana se sentiría mejor y nuestra cita sería el éxito más hermoso que habría logrado en mi existencia putrefacta.
Sin más, besé su frente y lo abracé para dormir.

bipolar || FrerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora