"Y si te hubiera dicho "cariño, lo siento", ¿seguirías usando mi camisa todas las mañanas?". Broken Parts; Clide.
Suspiré pesadamente, Alyssa corrió hasta mí para abrazarme con fuerza en el aeropuerto. En ese instante me sentí tan vulnerable a cualquier sentimiento, y las ganas de lanzarme a llorar se apoderaron de mí.
— Cielos, te extrañé tanto —su voz delicada me hizo sonreír a pesar de esa extraña sensación en el pecho.
— Y yo a ti, tonta —ella se separó, dando por terminado el abrazo.
— Pues ya no me extrañes más —me guiñó el ojo y reí—. Por cierto, tú madre me ha llamado...
— ¿Qué? —mi ceño se frunció por la confusión.
— Ha leído todas esas noticias en internet y no has respondido sus llamadas, tú entiendes —la miré, y ella comprendió de inmediato que no estaba enterado de nada en lo absoluto— Joder, Frank, ¿en qué mundo vives?
— Lo siento —murmuré apenado, ella comenzó a buscar en su móvil las respuestas, y segundos después me mostró la pantalla dejándome atónito.
Gerard Way de vacaciones con su novio.
Conoce a Frank Iero, el nuevo novio de Gerard Way.
Gerard Way y Frank Iero... ¿Pareja?
Le arrebaté el móvil de las manos y me apresuré a leer todas las noticias, había unas cuantas sobre nuestra supuesta pelea en el hotel. Molesto solo me limité devolver el móvil y usar el mío para entrar a las redes sociales. Miles de etiquetas en diversas fotos y otros miles de mensajes, muchos preguntando si había terminado la relación con Gerard.
— Coño —susurré, Alyssa se acercó a mí, leyendo las notificaciones.
— Al fin eres popular —bromeó, y la miré de mala gana—. Pero tranquilo que solo ha sido una broma.
— Sólo cállate, puta madre —me apresuré a llamar a mi madre, tenía muchas explicaciones que darle.
Después de, al menos, cinco intentos me rehusé a que ella no pensaba siquiera en responder cada una de mis llamadas. Maldije mientras que Alyssa trataba de animarme, después no todo "no era el fin del mundo".
[...]
Al llegar a mi hogar me dejé de caer sobre la cama, suspirando con toda la pesadez del mundo. Hecho un lío dejé que las lágrimas y todos aquellos sentimientos encontrados salieran acompañando a mis sollozos. No podía dejar de pensar en esa sensación, la cama jamás se sintió tan vacía. Tras unos minutos mi móvil comenzó a vibrar, esperanzado respondí imaginando que podía ser aquel azabache.
— Frank —la aguda voz de mi madre me rompió el corazón—. Cielo, ¿cómo estás?
— Mamá... —apenas pude decir, los sollozos amenazaban con salir.
— Cariño, no tienes que decir nada —la escuché suspirar—, tu padre y yo iremos mañana mismo a recogerte.
— Lo extraño tanto —cedí al llanto ahogado.
— Por esa razón creímos que sería mejor que volvieras a Los Ángeles con nosotros —ella tenía ese tono de preocupación—. Nos gustaría tenerte de vuelta.
— Necesito pensarlo —dije sincero, tratando de calmarme.
— Podrás tomarte un par de días, mañana llegaremos temprano, ¿de acuerdo? —asentí, a pesar de no poder ver el rostro delicado de mi madre.
Si ella supiera cuánto lo extraño.
Gerard
Mi madre tocaba con desesperación la puerta de mi habitación, las tantas preguntas que llegaban a mi cabeza eran incontables y sin respuesta.— Gerard Way, más te vale que abras esa puta puerta —ignoré sus llamados, a pesar de siempre insistir en que Mikey y yo debíamos usar un buen vocabulario ella no lo hacía.
Me concentré en mi móvil, me encontraba leyendo mis viejas conversaciones con Frank como cualquier adolescente tonta.
— Gerard, sino abres la puerta te juro que llamaré a la policía —me reí de manera irónica y me puse de pie para abrir solo un poco.
— ¿Qué quieres, Donna? —sus ojos expresaban esa preocupación mientras trataba de mantener esa imagen de madre dura al margen.
— Necesitamos hablar, hazte a un lado y déjame entrar —negué, ella me miró desafiante.
— Es mi casa y mientras vivas aquí seguirás mis reglas, no me interesa que no estés de acuerdo con ellas —empujó con más fuerza, con el coraje me vi obligado a dejarle entrar.
— No quiero hablar contigo —dije sincero, apoyando mi espalda en una de las paredes de mi habitación.
Mi madre me examinó con la mirada de pies a cabeza, estaba en ropa interior. Giré la mirada algo apenado, pero ella solo negó en forma de desaprobación.
— Nunca cambiarás —ella me dijo—. En este instante deberías estarlo llamando si es que en verdad te importa tanto como lo dices.
— Tú no lo entiendes —dije molesto.
— ¡Oh, claro! —habló con sarcasmo—. Yo jamás entenderé nada.
— Mamá, vete —pedí, ella asintió.
— Solo no vengas llorando arrepentido por lo idiota que eres siempre —escupió con rabia.
Me quedé solo. Siempre terminaba solo y no hacía nada para cambiarlo.
Frank
Terminé mi café, mirando el vaso de papel me puse a pensar en todas las cosas pendientes que estaba dejando en el trabajo. Alyssa me seguía enviando mensajes constantes que me hacían reír evitando que las lágrimas amargas tras dejarla sola salieran.
— ¿Listo? —mi madre me miró emocionada.
— No estoy muy seguro —me sinceré.
— La casa sigue igual que siempre —mi padre colocó su mano en mi hombro, tratando de darme ánimos.
— Y, adoptamos un perrito —mamá siguió—. Su nombre es Lois y es una chica hermosa...
— ¿Crees que me ella quiera? —mamá asintió, dándome una cálida sonrisa llena de amor, ese amor que necesitaba.
Los tres nos encaminamos juntos para abordar el avión, mi móvil vibró unas cuantas veces, pero decidí apagarlo sin ver siquiera de quien se trataba. Necesitaba un comienzo nuevo, necesitaba alejarme de aquellas personas que no hacían nada más que dañarme.
— Hasta pronto, Gee. —susurré de manera inaudible mientras que el avión tomaba más altura, parecía ser el final de todo.