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"Derríbame sabes que voy a venir de vuelta. No me importa lo que hayas hecho antes, todo lo que quiero realmente es ser tu novio." Boyfriend; Big Time Rush.

Frank

La semana pasó volando, Gerard y yo nos encontrábamos en su habitación de hotel; yo lo ayudaba a terminar de guardar todas sus pertenencias en su maleta. Una parte de mi estaba ansioso por conocer Nueva Jersey, aunque la despedida con mis amigos había sido difícil a pesar de que solo me iría por un par de semanas.

— Apuesto a que Mikey y mi madre amarán verte después de tanto tiempo —Gerard terminó de guardar sus últimas cosas para después cerrar la maleta con algo de trabajo.

— Mikey me odiaba y no creo que eso haya cambiado —por todo lo contrario de lo que creía, el azabache negó con las mejillas ruborizadas.

— Más bien, creo que se ha olvidado de quién eres —una risa suave y tierna salió de sus labios rosados.

— ¿Estás diciendo que tal vez tu familia no me recuerda? —con un poco de nervios, asintió con la cabeza— ¡Más te vale que esto sea otra de tus bromas absurdas!

— No es una broma —mordió algo ansioso su labio inferior.

— No puedo ir contigo y presentarme después de tanto tiempo, mucho menos cuando ellos ya no saben nada de mí —me opuse y crucé mis brazos sobre mi pecho.

— En tal caso, supongo que deberíamos terminar de una vez por todas —para ser una broma, parecía ser bastante serio. Maldije antes de poder expresar mi desacuerdo.

— No, no necesitas hacer eso —la sonrisa victoriosa en sus labios era digna de admirar, finalmente cedí— Iré contigo.


[...]


La ansiedad crecía dentro de mi a medida que el Uber iba avanzando, Gerard parecía más que emocionado por ver de nuevo a su familia tras un largo tiempo sin hacerlo. Mi mirada se enfocó en el camino, había tantas cosas nuevas que jamás había sido capaz de conocer al haber estado tanto tiempo en el mismo lugar.

Con un poco de torpeza, dirigí mi mano hacia el asiento vacío que quedaba entre Gerard y yo, justo en el medio de ambos; con la poca valentía que sentía tomé su mano y él se encargó de entrelazar nuestros dedos.


— Bienvenido a tu hogar temporal —el vehículo arrancó después de habernos dejado sobre la acera con todas nuestras pertenencias.

— Es enorme —apenas fui capaz de pronunciar esas palabras con algo de dificultad.

— ¡Gerard, mi cielo! —la voz femenina de la madre de Gerard llamó nuestra atención, ambos giramos las miradas para poder encontrarla.

— Mamá —su sonrisa amplia fue dirigida a aquella mujer, Gerard salió corriendo en dirección a ella con esa espontaneidad tan característica de él.

— Mikey estará muy contento de verte después de tanto —besó la mejilla de su hijo, y después su mirada chocó con la mía. En ese momento agradecí tanto llevar puestas gafas oscuras.

— Él es Frank, mamá... tal vez lo recuerdas de hace algunos años —me acerqué con timidez hasta ellos— Fuimos juntos al bachillerato, él... él era el chico que me gustaba.

— ¡Claro que lo recuerdo! —la mujer me acogió en sus brazos sin pensarlo, yo me paralicé durante un par de segundos antes de corresponder su abrazo




Entramos los tres juntos, Donna se portó increíble conmigo. Ella quería que Gerard y yo tuviésemos algo de tiempo juntos, por lo que decidió que podíamos dormir juntos siempre y cuando no hiciéramos "cosas obscenas".


— Tú madre es genial —dejé salir un suspiro cansado para después dejarme caer sobre la cama.

— Te ha amado —adoraba cuando Gerard era sincero conmigo, su sonrisa amplia me reconfortaba— Solo falta ver qué es lo que Mikey piensa.

— ¿Llegará pronto? —él encogió sus escuálidos hombros.

— Relájate un poco, no es como que te vaya a comer o algo por el estilo... solo te hará algunas preguntas —traté de mantener la cordura, a pesar de que los nervios amenazaban con traicionarme en última instancia.


Después de haber esperado al menos por una hora, Mikey llegó. Gerard bajó la escalera a toda prisa con una sonrisa enorme dibujada en sus labios rosados; al ver a su hermano sin dudarlo corrió hasta sus brazos los cuales lo recibieron de una manera reconfortante.

— Te eché tanto de menos —Michael dijo, su cabello ahora estaba teñido de un tono rubio mucho más claro que el que llevaba hace años, era más alto y había desarrollado un mejor sentido de la moda.

— Yo a ti, Mikey —el mayor se separó y la mirada del menor se dirigió a mí con algo de sorpresa.

— ¿Frank Iero? —sonreí forzado mientras él caminaba hacia mí— Maldita sea, ¿qué haces aquí?

— Pues... resulta que... —Donna me interrumpió.

— Él sale con tu hermano —el semblante del, aún rubio, cambió por completo, la serenidad se vio reemplazada por una mirada asesina.

— ¿Por qué no me lo dijiste antes, Gee? —el mencionado se acercó a nosotros, pues la actitud del rubio no era del todo buena.

— Quise esperar a venir, Frank se quedará un par de semanas —la mandíbula de Michael se tensó.

— Más te vale no jugar con fuego, Iero —su mirada amenazadora me incomodaba— No querrás quemarte.

— No lo hará, ¿verdad, cielo? —el azabache me tomó de la mano, y me dio un beso casto en los labios— Será mejor que te acostumbres a ver a Frank por aquí.

— No puedes obligarme a aceptar a alguien que no pertenece —antes de marcharse a la que supuse que sería su habitación chocó su hombro con el mío de una manera infantil.

— Solo debes ignorarlo —la sonrisa de Donna me hacía sentir un poco mejor, pero no pertenecía a ese lugar y Mikey se había encargado de recalcarlo.

— Iré a cambiarme —mentí— Gracias, Donna...


Sin más subí las escaleras para dirigirme a la habitación de Gerard con una extraña sensación en el pecho. Probablemente no había sido el mejor de todos los comienzos, pero al menos esperaba que las cosas comenzaran a mejorar.

— Hey, ¿por qué te fuiste tan repentinamente? —mi "novio" había llegado a la habitación con un vaso lleno de lo que parecía ser jugo de naranja.

— Solo estoy cansado, Gee —le sonreí, pero él no se rindió y dejó el vaso sobre la mesa de noche.

— No tienes que mentirme —sus palabras fueron suaves, se iba acercando a mí con lentitud.

— Lo sé —me quedé paralizado, sin hacer nada más.

— No tienes que hacerle caso a Mikey... a veces es un idiota —su aliento chocaba con el mío, podía sentir su beso con solo una mirada.




Tan pronto como sus labios comenzaron a devorar los míos yo lo llevé hasta la cama. Su cuerpo delgado se encontraba debajo del mío a medida que nuestras respiraciones agitadas chocaban la una con la otra. Mis besos fueron bajando por su mandíbula hasta su cuello, dejando un trazo húmedo acompañado de una que otra marca, quería que el mundo entero supiese que él era mío.

bipolar || FrerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora