"Bailamos una vez más, siento que tus manos están frías..." Life Eternal; Ghost.
Gerard
— Debo marcharme —Frank se puso de pie, dejándome solo en la cama.
— ¿Por qué no te quedas? —hice un puchero, tratando de convencerlo.
— Quisiera hacerlo, pero tengo algunas cosas pendientes por hacer —besó mi frente.
— Espero verte mañana, al menos —dije en un murmuro suave.
— Claro que sí, Gee —sonrió y se marchó de mi habitación.
Me quedé en silencio por un par de segundos, esperando el sonido de la puerta principal, la cual avisó que Frank se había marchado; me quedé con mi soledad en la habitación.
[...]
— ¡No pueden hacerme esto! —las lágrimas amenazantes estaban acumuladas en mis ojos.
— Gee, no podemos quedarnos y lo sabes... esto es necesario —mi madre habló, me miraba con compasión.
— Además la nueva casa es increíble —mi padre continuó.
— No quiero irme, no... —sollocé, mi madre se acercó a mi para darme un abrazo.
— Todo estará bien —ella susurró en mi oído.
— ¿Cuándo nos iremos? —Mikey habló por primera vez, parecía estar molesto por la mueca en su rostro.
— El domingo por la mañana —sentí mi mundo caerse, solo tendría el día de mañana para decir adiós a mi vida en Longview.
Mi pecho ardía ante la idea de mudarnos a Nueva Jersey, más de 4.000 kilómetros de distancia... más de 40 horas de viaje en auto. Mis ojos volvieron a sentirse húmedos por el líquido salado, trataba de ahogar mis sollozos pero me era casi imposible lograrlo, no quería irme.
— ¿Frank? —pregunté cuando respondió la llamada, eran pasadas de las 3 a.m.
— ¿Te ocurre algo, Gee? —sonaba tan adormilado que me arrepentí tanto de haberle llamado.
— Me iré —dije sin más— Me iré el domingo a Nueva Jersey.
— ¿Estás bromeando? Porque no es para nada gracioso —dijo molesto.
— No lo estoy —dije soltando un sollozo.
Frank permaneció en un silencio sepulcral durante un par de segundos que parecieron ser una abominable eternidad.
— No puedes irte si aún hay clases —fue lo único que dijo, cerré los ojos con fuerza y me arrepentí un poco de haberlo llamado.
— Tal vez deberíamos olvidarnos de esto —dije, buscando el valor suficiente para decir aquellas palabras.
— ¿De las clases? —preguntó. Quería darle un golpe y seguir llorando.
— Sí, Frank —dije con sarcasmo— Hazme un favor y púdrete.
Terminé la llamada sintiéndome peor que antes y con el vacío intermitente en el pecho; la vida parecía estar jugando todas sus cartas negativas en mi contra y no podía hacer nada más que desear no haber nacido jamás.
— Creía que estas cosas solo pasaban en las películas —Lindsey sollozaba mientras trataba de sonreír, su lápiz labial rojo estaba intacto.
— Después de todo la vida real también es cruel, ¿no? —ella asintió mientras volvía a colocar su rostro en mi cuello.