4- ¡Ya dímelo!

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Ambos se habían puesto en posición de meditación y cerraron los ojos para  cultivar su energía espiritual, ese lugar tenía bastante energía y podía sentir como su cuerpo reaccionaba de buena manera. Se mantuvieron concentrados cada uno en sí mismo hasta que el sol comenzó a esconderse, habían estado horas allí y cuando volvieron a conectarse con la realidad las necesidades humanas se hicieron presentes, el estómago de Xue Meng sonó fuerte debido al hambre, Mei Hanxue fue precavido y había traído algo de comida para ese momento, saco su panecillo al vapor y le dio la mitad al joven señor quien lo miró asombrado.

-Gracias...- se apresuró a decir -Sabes, tu humor el día de hoy es bastante menos irritable, deberías ser así siempre.

El contrario lo observó en silencio un momento antes de hablar -¿Todavía no lo sabes?

-¿Saber qué?- contestó el otro sin comprender a qué se refería.

-Olvidalo, lo sabrás tarde o temprano- negó con la cabeza moviendo sus rubios cabellos y dio un suspiro como si estuviera cansado.

-No me ocultes las cosas, acaso tu humor cambia con la luna como les ocurre a las mujeres- soltó molesto al sentirse excluido.

-Si fueras más discreto te lo contaría pero siendo sincero no eres una persona que logre guardar silencio, la mayoría del tiempo te la pasas gritando, no sé como te soportan- rodó los ojos.

-Pues no tengo nadie que deba soportarme y tú tampoco tienes que hacerlo si no quieres, ya te lo dije, no te estoy obligando a nada, puedes irte a la mierda- sus ojos se pusieron rojos en las esquinas, lo último que quería era generar lazos que terminarían rompiéndose como con su familia y su secta, no quería volver a perder a nadie más.

-Lo siento, no quise decir eso...- se acercó para acariciar su cabeza, Mei Hanxue era más alto que él, y la diferencia de estatura hacía parecer a Xue Meng como un niño consentido buscando algo de atención -Incluso si eres ruidoso voy a acompañarte, sé que tienes objetivos importantes que cumplir así que... Si quieres puedes venir a cultivar conmigo cuando quieras, te ayudaré a entrenar con la espada mañana si así lo deseas.

Xue Meng retiró su mano con un golpe no muy fuerte y la sonrisa que iluminaba esos  ojos de jade no le permitió seguir enojado demasiado tiempo.

-Como sea- soltó dando un gran bocado al panecillo, luego simplemente arrojó un hechizo de protección como tantas veces había visto hacer a su shizun y salió de la cueva a través de la cortina de agua. Si había una razón para que el humor de ese sujeto fuera tan distinto no lo averiguaría tan fácilmente, pero quería saberlo y por mucho que pensara de qué podía tratarse no lograba llegar a una explicación.

-¿Tiene que ver con tu método de cultivo?- trató de averiguar mientras caminaban de regreso.

-No, mi método de cultivo es el mismo que siguen todos en esta secta.

-Entonces tal vez hay algo que te irrite para que seas tan pesado todo el tiempo- murmuró.

Ese comentario lo hizo reír haciendo que su  rostro se viera aún más hermoso -Eres bastante divertido después de todo-  le contestó ignorando sus suposiciones.

Por más que intentó adivinar la causa de que su personalidad fuera tan distinta ese día no tuvo resultados, solo hizo reír al rubio quien parecía bastante divertido de sus palabras, siendo aún más agradable y familiar debido a esto, Xue Meng no quería irse a su habitación, en realidad la había pasado bastante bien en su compañía y le habría gustado seguir charlando pero su orgullo no le permitiría dar un paso más allá, así que al llegar la noche simplemente se despidió.

¿Quien diría que al día siguiente cuando lo encontró para entrenar nuevamente tendría esa irritable personalidad?

El secreto del pavo realDonde viven las historias. Descúbrelo ahora