20- El sabor del fracaso

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Tras haber encontrado un lugar seguro en el camino, una posada de categoría media, pudieron descansar, trataron sus heridas y recargaron energías, Xue Meng insistía en querer estar solo y mientras se mantuviera a la vista de los hermanos lo dejarían en paz.

Sin embargo era obvia la preocupación de ambos y cuando él no estuvo presente los gemelos se dieron detalles sobre lo que había ocurrido, fue inevitable sentirse culpables de no haber ido juntos, de esa manera habrían conseguido la victoria pero ya no tenía sentido lamentarse, debían asegurarse de llegar a casa a salvo.

-Voy a salir- anunció el joven maestro sin esperar una respuesta, Mei Hanxue salió enseguida tras de él, era un pueblo pequeño pero aún había peligro.

-Sabes que deberías mantenerse seguro adentro, hay demasiados ojos- comentó el rubio mientras caminaba a su lado.

-Justamente por eso salgo, si hay algún espía voy a deshacerme de él ahora mismo- explico como si fuera algo obvio e ignoró el resto de las advertencias de su compañero.

Aunque recorrieron las calles de ese pequeño pueblo no hubo nada fuera de lo común, Xue Meng resoplaba molesto, era obvio que necesitaba algo con qué desahogar su ira, miraba a su alrededor pero ya ni siquiera había gente caminando, era bastante tarde y las personas habían vuelto a sus hogares, pocas luces iluminaban el entorno.

-Es tiempo de volver- Mei Hanxue le tomo el brazo para encaminarlo.

Lo que no esperaba era que el joven maestro reaccionara tan molesto alejando su agarre con tanta energía.

-Oye...- reclamo el rubio sintiéndose algo ofendido pero justo cuando estaba dispuesto a contestar alguna tontería notó una expresión dolida en el rostro del moreno -¿Estas bien?

-No... Cómo podría estar bien cuando perdí la oportunidad de terminar con todo, de vengar a mi familia, tú mismo lo viste, no pude hacerlo y ahora tenemos que huir como cobardes- su tono era bajo, solo la persona que tenía cerca podía escucharlo aunque la oscuridad ocultaba sus ojos ligeramente rojos.

-Lo que yo vi fue que enfrentaste cara a cara a la persona más fuerte de todo este lugar, el que ha derrotado incluso a toda la secta RuFeng, sin dejar ni un solo integrante vivo... Vi que tu velocidad de ataque aumentó, que le diste un golpe en la cara y le dejaste una herida realmente grave... Tal vez no pudiste vencerlo esta vez pero no conozco a nadie más que haya logrado hacerle frente y salir vivo de eso- le contestó con una voz tranquila, mientras arreglaba el cuello de su túnica y se permitió acariciar su mejilla con suavidad.

El corazón del joven maestro se hinchó de orgullo al escucharlo mencionar sus logros pero no era suficiente para hacerlo sentir menos culpable, no supo si fue por sus palabras o por ese suave toque tan familiar, pero sus ojos no le permitieron seguir conteniendo sus lagrimas.

-Aún así no pude hacerlo...- murmuró con la voz quebrada y apoyó su frente contra el pecho del rubio -Lo lamento, los puse en peligro a todos...

Mei Hanxue acarició su cabeza y lo atrajo para darle un merecido abrazo, mientras los hombros del moreno se movían en ligeros espasmos a causa de su llanto, él siguió acariciando su cabeza y su espalda hasta que poco a poco se tranquilizó.

Solo entonces el rubio lo alejo un poco para ver su rostro, quito algunas lagrimas de sus mejillas y lo miró con seriedad -No debes preocuparte más por esto, te seguimos sabiendo que es una situación peligrosa pero no nos importa, preferiría morir contigo de todos modos- le dedicó una sonrisa.

-¡PERO YO NO QUIERO QUE USTEDES MUERAN!- reclamó furioso.

-Yo tampoco quiero que mueras, así que me siento muy afortunado de que hayas podido salir con vida, lo hiciste bien, nadie podría haberlo hecho mejor- antes de que el otro pudiera reaccionar acercó su rostro para robarle un pequeño beso en los labios, el toque fue suave pero realmente satisfactorio -Meng Meng es el mejor, no hay duda de eso...

El rostro del moreno se puso de un tono rojo brillante que parecía incluso resplandecer en la oscuridad, sus lagrimas se habían detenido, dando paso a una vergüenza tremenda, se llevó la mano a la boca para cubrirse como si hubiera posibilidad de un segundo ataque.

-¿Por qué hiciste eso?- preguntó en un tono tan bajito que apenas podía escucharse.

-Porque estamos vivos, no sabemos por cuanto tiempo así que no deberíamos privarnos de nada- contestó con tranquilidad y una sonrisa traviesa -Ah... Y porque me gustas- aclaró para evitar confusiones futuras.

-¡Pero no soy una chica!- exclamó sorprendido, especialmente por su increíble historial de conquistas femeninas.

-Eso lo sé mejor que nadie, eres mucho mejor que una chica- ahora que las lagrimas se habían detenido el rubio aprovechó para tomar su mano libre -Volvamos, es hora de dormir- pero el otro parecía estar de peor humor, jaló su mano con fuerza para liberarse pero cada vez que lo lograba era agarrado con más fuerza, fue tanta la frustración y la vergüenza que el joven maestro quiso salir corriendo, como resultado, fue llevado en los brazos de Mei Hanxue hasta su habitación en la posada.

-¿Por qué lo traes así?- pregunto Mei HanXue cuando los vio volver, su hermano lucía muy feliz y sonriente, su compañero en cambio parecía realmente asustado.

Cuando Xue Meng aterrizó sus pies de nuevo, corrió a esconderse detrás del mayor.

-Alejalo de mi, no dejes que se me acerque- pidió con ligeros temblores, Mei Hanxue podía llegar a ser aterrador.

-Hermano...- el mayor lo fulminó con la mirada y aunque no lo golpeo ni lo interrogó, esa noche los futones tuvieron un orden distinto, el menor fue excluido a un rincón, mientras que el mayor pudo dormir con un miedoso Xue Meng acurrucado muy cerca de su cuerpo.

Aunque los labios de Mei Hanxue había probado el sabor de los labios de la persona que amaba, el único sabor que tenía al final de la noche era el del vinagre.

El secreto del pavo realDonde viven las historias. Descúbrelo ahora