13. Vestigios.

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Comenzó a pensar que su realidad le había jugado una mala pasada, el comienzo de la primavera le agudizó los sentidos, era como una bella flor que desenrolló sus pétalos para el sol y esperaba por la polinización. Buscaba con sus herramientas pasadas atraer las mismas cosas. ¿Cuántas veces contó la misma historia de un ser de otro mundo que lo absorbió? miles, pero nadie lo creía ¿acaso le importaba? muy poco, Yeosang solo quería atraerlos de nuevo, si divulgar información de su existencia fue eficiente ¿por qué ahora ya no pasaba nada? ¿era problema de la estación o ya no funcionaba porque a su alrededor nadie tenía un interés genuino en esa repetitiva historia?

Fue abandonando poco a poco el hábito de mirar al cielo, todas las luces que veía eran ordinarias, aviones yendo de un lugar a otro, antenas, estrellas fugaces que cumplieron su ciclo o cambios en el eje de la tierra que mostraban esas viejas estrellas ocultas. Ninguna de esas luces era de una nave, no había un ser invisible esperando por el en la esquina de su cuarto y tampoco algo viscoso pegado al techo esperando por caer sobre su cama como una bolsa de rocas, solo estaban ellos, los humanos que no duermen, caminando por el patio y al costado de su ventana. Era capaz de verlos con más nitidez cada día, algunas de sus voces seguían muy distorsionadas, pero otras clamaban por ayuda, eran tantos los lamentos que a veces debía tapar sus oídos, les temían cada vez menos, a pesar de ser solo siluetas oscuras, su semejanza con él mismo los hacía menos tenebrosos, pero, aún más intrigantes.

—Atrapado... — le decía uno en particular, el hilo de la voz raspaba— atrapado arriba...

—¿Qué te pasó? — desde hace algunos días su nuevo pasatiempo era intentar comprenderlos—¿Por qué deambulas? — se paraba cerca de la ventana y susurraba casi en el mismo tono que ellos, algunos se detenían y lo observaban pero no emitían sonidos, su atención hacia él no duraba mucho, la única entidad que se quedaba poco más de diez segundos escuchándolo no solía aparecer muy de seguido, pero era la que a duras penas intentaba formular palabras que no se entendían demasiado; otros solo se detenían poco tiempo y seguían su camino sin rumbo.

Yeosang no estaba muy seguro de qué buscaba al intentar comunicarse con los humanos que no duermen, solo sabía que este nuevo don lo hacía sentir más cerca de aquellos seres que contempló en ese planeta. A veces se lo recordaba a diario, contándole a Wooyoung lo que vivió, aunque perdía algunos detalles y los distorsionaba perdiendo más credibilidad del resto, pero generando una falsa seguridad que lo mantenía atado a esta nueva realidad. Su mente lo quería hacer olvidar, pero él no quería olvidar, él quería recordar, quería ser capaz de detallar tanto como lo hacía en sus sueños recurrentes. En ellos, Seonghwa siempre aparecía, siempre estaban en el mismo campo de flores de colores, sus charlas eran casuales e íntimas. Admiraba el color tan negro de su cabello y los labios en tonalidades salmón. Cada episodio onírico era un puñado de información gigante, a pesar de ello, él no recordaba a detalle todo lo que ocurría. Fue capaz de vislumbrar nuevamente el día en el que la madre de él murió, pero no el motivo por el cual cortaron su cola aquellos Supremos, también entendió que Jongho era para Seonghwa algo más que un discípulo y su lazo era incluso más estrecho que cualquier otra cosa.

—¿Por qué nunca dijiste que era tu hermano? — le preguntaba recostado sobre su pecho— los hermanos no se deben ocultar.

—Es diferente allá, Yeosang— decía Seonghwa— los lazos de hermandad no significan mucho, no somos humanos...

—¿Por qué se convierten en nosotros?

—Eso data de muchos años... ¿recuerdas cuanto miedo sentiste al verme?

—Si... a veces me da miedo recordarte así— se estremeció al recodar esa apariencia extraña.

—Esa es la respuesta— murmuró y lo alejó de su pecho para contemplarlo.

Luces extrañas [SeongSang][COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora