2. De otro lugar.

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 Inquieto y algo desorientado, el aire se vuelve pesado bajo las mantas, ya no respira como siempre, percibe su aliento envolviendo sus fosas, se desespera y levanta las mantas creyendo que morirá sino sale, olvidando el miedo solo por unos instantes, resignado a lo que pueda pasar y entonces, levantando un poco la vista lo ve saliendo por la ventana. Manotea su celular bajo las mantas, pero ya se ha quedado sin batería, golpea la pared en busca del interruptor de la luz, aun así, ya es demasiado tarde, las cortinas flamean y no hay nada allí. Se sienta en la cama agitado, agraciando a sus pulmones con el oxígeno, no sabe si moverse o huir, se encuentra paralizado.

 Sin saber si estaba en peligro o no, contempla las variables de llegar hasta la puerta de su habitación y salir, son solo tres metros, puede que lo logre si lo hace en zancadas largas, aunque hay varios obstáculos; la ropa que no llevó al cesto de lavado tirada en el medio del camino, las zapatillas sucias del día anterior cuando salió a jugar con la pelota junto a su amigo y, un pequeño banco que usó para arreglar una de las luces del techo.

 Mientras especulaba en si saltar sobre el banco era una buena opción, captó con el rabillo del ojo unos dedos asomarse por las cortinas amarillas, se movían suavemente casi en sincronía y extraño misterio, no podía dejar de ver, creía que si se movía podría ser peor, entonces esa mano gris y huesuda con dedos largos y finos que adornaban unas peculiares uñas al final de cada falange, se aferraron a la tela tirando hacia abajo y el primer gancho cedió. Yeosang cerró sus ojos con fuerza, rendido a lo que sea que pueda pasar. Escuchó un salto sobre el suelo, de nuevo estaba dentro y ahora, seguro lo estaba viendo, sonaba como si pisaran sobre pegamento, paso tras paso, pesado y con dificultad, rasgando con uñas, tirando los adornos que tenía junto a la ventana. Los silbidos se sentían más cerca, estaban en izquierda y en derecha rozando sus orejas, frías por el miedo.

 Toda su piel se erizó cuando algo suave y viscoso tocó su mejilla, parecía miel resbalando por su mandíbula secándose y pareciendo más pegajosa conforme caía, ya no estaba soñando, algo malo pasaba, algo que no era un ser humano estaba parado junto a él. Era capaz de percibir sombras con los ojos cerrados, como si se moviera algo delante de su campo de visión, su piel era capaz de sentir el calor de algo cerca, chasquidos extraños y ruidos diferentes, ahora olía a frutas.

—Sé que estás despierto— escuchó cerca de su oreja derecha. Sus ojos se apretaron con más fuerza, tragó saliva en seco y arrugando todo su rostro comenzó a cerrase sobre sí mismo, fue capaz de mover sus manos para abrazarse y sin quererlo dejó escapar un suspiro tan largo que también comenzó a llorar—No, nene... ¡no me gustan los humanos por esto! —dijo—hace mucho que estoy intentando contactar contigo, aquí hay algo que no hay en mi planeta.

 Yeosang se permitió entonces abrir los ojos, tenía mucho miedo, claro, estaba aterrado, indefenso y solo en su cuarto, escuchando que alguien le hablaba como si todo fuera normal. Cuando por fin sus globos oculares se mostraron llenos de brillo e irritados, solo pudo ver unos tentáculos sosteniendo una manzana a medio comer, también fue capaz de ver un poco más arriba, una estructura que parecía humanoide y entonces, simplemente se desmayó.

Luces extrañas [SeongSang][COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora