21. Las cajas.

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En los instantes previos a su sueño profundo vio la sonrisa de su madre delante de sus ojos. En los instantes previos a su oscuridad creciente pensó en la risa de su mejor amigo; en los instantes previos a sentirse atrapado y desconsolado, pensó en Seonghwa. Yeosang estaba dormido, otra vez, en una caja diferente en manos de un ser que no había revelado aun sus verdaderas intenciones.

La nave que manejaba San viajó sin escalas por el silencioso y oscuro espacio profundo hasta un planeta que emanaba una luz roja detrás de las nebulosas gigantes. Descendió como una pluma y bajó con un salto audaz a tierra firme, seguido de cerca por sus fieles Pequeños saltarines y escurridizos. Azotó la cola sobre la superficie metálica de la pista de aterrizaje haciendo aparecer a un Superior desde una esquina, este se le acercó con la cola enredada en la pata y los brazos retraídos dentro del propio cuerpo, mostrando una silueta más alargada.

—Saca al humano y llévalo...— dijo observándolo fijamente, sus ojos sin párpados se movían apenas como los de los gatos y brillaban fluorescentes como las supernovas.

— Supremo Hongjoong lo ha estado buscando. — Dijo sacando uno de sus brazos desde los pliegues del cuerpo húmedo y viscoso para dar una señal a otros Zeeta del mismo rango que él para que suban a la nave y transporten al humano.

— Bien, Superior MinGi, has hecho un buen trabajo. Cuando termines tendrás tu recompensa...— Movió las zarpas como si lo espantara, el Superior se alejó a sus asuntos, entonces San se dio media vuelta saliendo de la pista de aterrizaje de las naves hacia lugares más propios para los de su rango.

Se mostraba tranquilo, arrastrando la cola en su extensión haciendo a todos los que deambulaban cerca detenerse ante su presencia mientras se alejaba. Llegó por las instalaciones frías y del mismo color gris, hasta un centro en dónde se alzaban una serie de minerales rocosos como torres en diferentes tonalidades de blanco, estas crecían desde el suelo, dando la impresión de que toda la estructura fue construida alrededor sin alterar nada. Todos estos pilares emanaban un tenue brillo de luz interna pura, y juntos formaban un altar que se elevaba por encima del piso metálico al menos el alto de cinco escalones. Por allí detrás apareció un Supremo, era fácil de reconocer por el aspecto grande y la cola larga, también, porque en ese sitio solo paraban los líderes del Consejo. Para San fue una gran molestia tener que encontrarse con él, ya que siempre encontraba algo para acotar con respecto a su presencia o ausencia.

— ¿Dónde estabas? — preguntó el Zeeta Supremo Hongjoong al verlo llegar. San sacudió la cola en protesta y se acercó a los pilares rocosos para enredar su cola en uno de ellos. El salto que dio fue como un paso, insignificante y certero.

—Supervisando... — gruñó levemente mirando hacia el lugar por donde había llegado.

— ¿Eso hizo que necesites recargar energías? — preguntó el otro moviendo los ojos hacia las acciones. — ¿Has regresado a la tierra?

— No...

— Pactamos como Supremos que esas prácticas quedarían en el pasado, nuestro plantea tiene todo lo necesario para subsistir.

— No he ido a la tierra — remarcó en un gruñido elevado, desenredando la cola de columna de minerales en la que se encontraba absorbiendo energías — Me alcanzan estas maravillas que nuestra tierra nos ha regalado... — agitó la cola molesta y se alejó.

— Necesito que te encargues de los especímenes que ha dejado la guerra, han decidido donar parte de su fuente existencial como tregua...

— Que lo hagan los aspirantes a Supremos, deben nutrir sus mentes. — le dio la espalda y saltó al piso, avanzando solo un metro, deteniéndose de golpe para girar medio cuerpo y observar a su par — ¿Me lo pides para tenerme controlado? ¿Crees que soy un Mediano al que puedes intimidar?

Luces extrañas [SeongSang][COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora