.Epílogo.

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Cuatro años después, en alguna parte de Corea, 

en alguna casa llena de fantasía...


¿Es el amor y la fantasía suficiente cuando los retos de la vida se presentan sin anticipación?

—Amor, ¿has visto a San?

Depende de los obstáculos, depende del entorno y de la magia que envuelva la vida en ese momento.

—¿No está pegado en el techo?

— ¿Otra vez? Creí que le explicaste los riesgos.

— Lo hice, pero es un poco temerario.

— ¿Será posible que se haya ido a...?

Un grito se oye fuera de la casa.

— Yo iré... — Dijo Seonghwa sacándose el delantal de la cocina, movió las verduras y el arroz fuera del fuego apagando la salsa también. — ¡San, ya es hora de comer! — gritó desde la ventana de la cocina.

La magia que envolvía la vida era esta, una pareja peculiar, criando un ser de otro mundo que resultó ser mucho más travieso que un niño común y corriente. Este bebé Zeeta se escapaba casi todos los días hacia la casa de los vecinos, le gustaba entrar por la puerta de las mascotas de la casa y jugar al patinaje en hielo sobre la cerámica de la cocina. Cada dos por tres se le escapaba, cada dos por tres tenían que buscarlo, bebé Zeeta San era un ser de mucho cuidado, sin dudas, la magia de sus vidas.

—¡San! — gritaba Yeosang desde la ventana de su habitación — Si no regresas no irás a pasear con el tío Jongho ni el tío Wooyoung.

¿Cómo llegaron a esto? Solo lo saben bien las estrellas.
¿Cómo seguirán con esto? Es un misterio que irán descubriendo día tras día, claro, si es que San no se escapa de nuevo asustando a las vecinas ancianas, al parecer está en su ADN ser un explorador de mundos.

— Ya regresó... — entró Seonghwa a la habitación con San en brazos, observó a Yeosang arreglando el cuello de la camisa frente al espejo, se veía tan radiante como un ángel, casi igual como el día en el que lo conoció, solo que ahora, luego de tantos años de relación, lo era mucho más.

— Ay, cosita fea — lo observó arrugando la nariz con un poco de asco — ¿Cuándo te convertirás en un humano lindo?

— Quiere darte un beso antes de que te vayas al trabajo... — se lo acercó, Kang retrocedió un poco.

— Bueno — le costó mucho aceptar que esa cosa que goteaba baba todo el tiempo era parte de su vida, sin embargo, tener a Seonghwa a su lado lo hacía todo mejor. Yeosang odiaba los besos de San, ya que este le succionaba las mejillas y luego era difícil despegarlo de la piel, pero lo adoraba, si, adoraba a su pequeño bebé, después de todo, solo era un inocente Zeeta en un mundo para el que no está preparado.

— Listo, San, deja a papá... — tiró de él con fuerza, Yeosang se aferró al espejo y se sostuvo, parecía pegamento aquello que escurría, no se lo podía sacar de la cara, era frío, viscoso y húmedo, pero eso era un tipo de amor que había aprendido a necesitar cada día un poco más.

— Espera, espera, suéltalo... — se encargó de tomarlo — Iremos al agua, se relaja en la ducha.

— Pero tienes que ir al trabajo...

— Solo tomará un momento, el negocio familiar seguirá allí. — sonrió, Seonghwa se acercó y le besó la mejilla descubierta.

— Iré a preparar la mesa.

— No, ven, mirémoslo nadar un rato, creo que necesita más atención, ¿no crees? — lo tomó de la mano arrastrándolo al baño.

Le gustaba esta parte, era un momento muy íntimo, nadie sabía de su secreto, de la magia que acunaban, pero estaban seguros en su casa, a la expectativa de poder algún día ver la verdadera forma humana de San, que se negaba a cambiar.


Seonghwa llenó la bañera con agua tibia, ayudó a su novio a sumergir el rostro unos segundos hasta que el bebé Zeeta se desprendió. Verlo nadar era agradable, se movía con gran agilidad, se sumergía y volvía a salir.

— Le gusta... — se sentaron frente a la bañera buscando algo de contacto al recostarse uno sobre otro.

— Si... — suspiró — esta noche vendrá Jongho y Woo a cuidarlo.

— Estaremos solos — se tomaron de las manos.

— Unas horas al menos — movió la cabeza y se miraron — ¿Eres feliz, Seonghwa?

— Siempre que miro tus ojos... ¿tú eres feliz, Yeosang?

— Siempre que miro tus ojos... — se besaron.

Podrían decir que si, la fantasía y el amor son suficientes para atravesar los obstáculos inesperados de la vida.

— ¿Adónde se fue San? — preguntó el Zeeta al ver la bañera vacía.

¡Otra vez no!

Y bueno, quizás un poco de planificación no estaría mal, después de todo, ser padres de un bebé Zeeta escurridizo no es algo de todos los días... Buena suerte, SeongSang. 

 

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Luces extrañas [SeongSang][COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora