24. Inesperado.

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Sonaban como quejidos esos tenues gruñidos que se escapaban de la boca de Seonghwa, luchaba con todas las fuerzas que poseía contra San, que lo superaba en tamaño y agilidad. Estaba concentrado en no perder la conciencia, pero los golpes tras golpe en su rostro y lomo, lo estaban desorientando demasiado, no se podía permitir caer, porque aún no había encontrado a Yeosang, y esa era su única prioridad en este planeta.

— Libere a Yeosang... — balbuceaba en su idioma Zeeta — Él no merece esto.

— ¡San, es suficiente! — gruñó Hongjoong, aún no había dispuesto su fuerza para interceder, porque seguía dándole chances a su par para que dejara de actuar con esta característica tan impulsiva, con estas prácticas de dominación ancestrales— Lo estás matando.

Aquel no respondía, se encontraba ensimismado en ese odio que le subía por las patas y fluía por la extensión de la cola mientras asfixiaba al de menor rango, parecía disfrutar como los verdes incandescentes se iban apagando de a poco. El odio que acunaba en su interior, comenzó a crecer desde que Seonghwa dejó de ser un Mediano para convertirse en Superior, el joven Zeeta logró alcanzar sus habilidades mucho más rápido que cualquiera, y eso le caía fatal.

El Consejo Zeeta lo había hablado durante algún tiempo, la temprana incorporación de Superiores para entrenamiento enfocado exclusivamente para compartir estatus con ellos, tenía que comenzar pronto. Aunque eran una comunidad relativamente pequeña, en su planeta de origen había cada vez más huevos a punto de eclosionar que darían más machos Zeeta, y este grupo tan reducido de Supremos, no podría controlar tantas formaciones en futuras expediciones. MinGi, Seonghwa y otros más, eran candidatos excelentes para esto, se convertirían en discípulos, aprenderían técnicas y se alimentarían de aquello que los hace crecer físicamente, lo que los diferencia de los demás, aquello que les hace emanar respeto por cada poro. Sin embargo, San estaba en contra, no deseaba compartir nada, en especial el estatus, porque siempre se ha creído mejor que los demás. La idea de compartir el reinado de un planeta, solo hacía cercana su triste realidad, aquella en la que la vejez comenzaba a atacarlo. Tras cada zarpazo, más sediento se sentía, este tipo de combates se habían prohibido hace mucho tiempo, esencialmente por este motivo, matar solo porque si, cuando realmente no era necesario, delante de los ojos de todos.

El Supremo dio un latigazo y cortó uno de los tentáculos de Seonghwa a la mitad, este Zeeta ya no tenía fuerzas ni para esconderlos entre la piel, dejó de aferrarse con sus zarpas a los brazos que atacaban su pecho, ya no lo soportaba más. Solo fue capaz de hacerle algunas marcas al Supremo, pero no causaron daños significativos. Esta pelea siempre tuvo escrito el final, y él fue el único que no lo supo leer a tiempo, quizás porque sus objetivos eran más fuertes que su cuerpo en sí, quizás porque había alguien que dependía por completo de él, y eso era lo que lo mantenía despierto, era muy importante no dormirse en este momento, porque su propio cuerpo era un arma de doble filo.

Hongjoong intervino alejando a San, esto le dio tiempo a algunos Superiores a interceder y ayudar a Seonghwa, querían ponerlo de pie, pero no podían, los otros Supremos abanderaron el encuentro desaprobando por completo las actitudes de quien se creía una figura de ejemplo. El control que habían tenido sobre las masas se vio muy afectado en este momento; en primer lugar, porque mostraba de forma cruda la incapacidad de todos por detener a uno, porque pisoteaban todos sus reglamentos convicciones.

— Si no te detienes, no podré ayudarte cuando decidan castigarte — dijo HongJoong. Ahora estaba un poco más cerca, dudando muy duro en si tomarlo y ejercer la fuerza bruta o solo esperar que las palabras lograran hacerlo entrar en razón.

— No necesito tu ayuda — lo empujó un poco lejos y volvió con todas sus ansias a Seonghwa — ¡Quien lo ayude perderá su cola! — advirtió.

Luces extrañas [SeongSang][COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora