48. ¿Avalancha de pesadillas?

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Desperté, abrí mis ojos poco a poco, creí tener algo en ellos que los tapaba pero no, me di cuenta que estaba en un cuarto, completamente oscuro. Me puse de pie para palpar cualquier cosa que estuviera a mi alrededor pero algo en mi pie me detuvo, me agaché para sentir que era, sentí algo alrededor, como un grillete y una cadena sujetos a una gran bola.

Con todas las fuerzas que me quedaban la arrastré, comencé a tocar lo que creí que eran las paredes, estaban frías, heladas diría yo, pero no se escuchaba que entrara aire por ninguna parte.

- ¿Hola?... ¿alguien me escucha?- me sentí como en una película de terror, me sentí muy tonta al preguntar eso, era claro que nadie estaba ahí... o eso creí.

- ¿Leah?... ¿Leah, eres tu?- la voz de mi hermano se escuchaba lejos, muy lejos de mi.

- Lucas... Lucas soy yo, espera... iré por ti...- jalé de la pesada bola, senti como me raspaba el pie y me salía sangre de el, pero no me importaba, mi hermano probablemente estaba a unos cuantos pasos de mi.

Caminé y caminé en la oscuridad hasta que mi pie se topo con algo, me agaché para ver que era, y si, efectivamente se trataba de mi hermano. Estaba en tan buen estado que me sorprendió mucho.

- Te extrañé...- lo estreché entre mis brazos con más fuerza aun de la que tenía para caminar- ¿dónde está Laris?... ¿qué es esto?

- Estoy aquí- dijo ella, apareciendo de la nada. Una luz tenue iluminaba el lugar a su paso. Se acuclilló para quedar a nuestra altura. Solo mi hermano y yo teníamos esa cadena en nuestros pies, ella estaba esplendida, más radiante que nunca, creo que comía a la perfección pues ahora tenía más cachetes que antes.

Ninguno de los dos respondió mi pregunta, Lucas miraba a su cuata con odio puro, no entendía lo que sucedía, solo sabía que estaba feliz por tenerlos a ambos de nuevo, encontraría la manera de sacarlos de ese agujero.

De repente, en la otra esquina del cuarto se encendió una televisión, comenzaron a pasar programas infantiles, mi hermana me indicó con tanta gracia que fuera para allá a ver lo que sucedía.

Las imágenes eran espeluznantes, pasaban a muñecas de porcelana bailando encima de sangre, peluches quemándose y riendo sin parar, también los rostros de personas que no había visto nunca se estaban derritiendo, los ojos se salían de sus órbitas y quedaban colgando, de la boca salia una especie de líquido negro para después darle paso a los bichos que entraban o salían de ahí.

- ¿Qué es esto?- voltee hacia atrás pero mis hermanos ya no estaban-... ¿Lucas?... ¿Laris?... esto no es gracioso, dejen de jugar...

Risas de niños retumbaban en mis oídos, no era cualquier risa, las reconocería por siempre en cualquier parte, eran de mis hermanos cuando estaban mas pequeños, claro. Hace mucho que no escuchaba algo así.

La pantalla se apagó, dejándome a oscuras de nuevo. Despues de unos segundos no se veía nada en ella, solo se escuchaba la estática y se veían los miles de puntos negros, blancos y grises para dar paso a un nuevo mensaje.

Hola, Leah.

Se veía como escribían letra por letra, tan despacio que me daban náuseas. No respondí, me estaba comenzando a marear; caperucita negra entró en escena después de su mensaje, no sabía si era la pequeña o la grande pues estaba sentada, llevaba unas cuantas hojas de papel en sus manos.

Que gusto volver a verte... tardaste mucho tiempo en despertar.

Tuve que acercarme más a la pantalla, cada hoja significaba una palabra escrita en ella, ni siquiera estaban escritas a mano, era a computadora y al parecer la impresora se estaba quedando sin tinta.

No es un crimen si no hay un cuerpoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora