Capas
¿Has tenido, alguna vez, ese momento de lucidez en el que todo encaja? La estructura de tu familia, del edificio en el que vives, de las estrellas que no vez en una noche nublada... Todo. Así me siento ahora que escucho tu voz junto a la de ella, parecen hechas para construir la armonía. La fragilidad de las notas, el golpe de los acordes, tu voz susurrada, tal como aquellas suplicas que no contienes al hacer el amor, y la respuesta en la voz que te acompaña en esta canción, mucho más perfecta que mis gemidos perdidos en medio del placer y el dolor.
¿Cómo puedo, siquiera, pensar en competir con esa perfección?
Un día, amor, abriré los brazos y te dejaré ir. No será por hastío, ni siquiera será porque mis sentimientos hayan cambiado, será por lo único válido y que aún no logro conocer: por amor incondicional. Y si vamos más allá y le quitamos el apellido, será por amor.
Cierro los ojos y me inundo de la melodía que toca mi alma con la delicadeza con que el hilo de seda se enrosca entre sí hasta formar el capullo, para luego sentir el desgarro que rompe la maravilla de su unión. Tú no sabes, y quizás no llegarás a saberlo jamás, la perfección que representas, la magnífica unión de átomos que te componen y que te hacen único e irremplazable para mí, en este y los demás universos. Eres la luz de mi oscuridad y en mi egoísta afán por sobrevivir, te ato, te condeno y te mantengo anclado al amor al que cantas con notas rotas.
Quisiera, mi amor, que el dolor que a menudo siento no te tocase y que cuando me vieras sólo encontraras sonrisas. Sin embargo, sé que en la afinidad de tu alma con mi alma, no hay secretos que pueda ocultarte y lees tanto la congoja, como el egoísmo y el amor profundo y sin fondo que te profeso ¿Habrá en la inmensidad que nos rodea y nos separa, algo comparable a esa chispa de luz que explota cuando te amo?
Fuimos, hace mucho, una sola estrella que estalló y se fragmento. Ahora, somos cada uno, lo que hemos podido reunir de ese estado en el que yacimos como un todo. Quizás sea inevitable esta atracción que sentimos y quizás, también, sea inevitable el recuerdo de la destrucción que nos separó.
Abro los ojos y me doy la vuelta, los recuerdos reales, la imaginación y los sueños se mezclan en el espacio precario de mi mente. Tocó la sábana fría junto a mí, te quisiera aquí, de ese modo egoísta en que siempre te quiero a mi lado, pero también no te quiero, porque el miedo es otra faceta más de este modo de amarte. Se me cierra el corazón, lo siento retraerse en si mismo y temo que el dolor lo convierta en una piedra ¿Será esto la involución? ¿Radicará todo en nuestra incapacidad de entender el amor como lo único real? Oculto el rostro en la almohada y me pregunto si soy lo que creo o sólo soy lo que mis miedos crean. Siento un toque sobre mi hombro, sé que no eres tú, no puedo confundir el modo en que mi piel se eriza cuando te concibo en mi espacio, pero no quiero mirar, prefiero imaginarte en el toque de éste que me da calma.
Sí, amor, yo también he pecado del modo profano en que lo has hecho tú.
¿Podrás perdonarme?
No, tú harás más que eso, tú lo entenderás.
Extiendo la mano hasta su rostro y busco los aros que decoran el tuyo; el vacío me lleva al borde de las lágrimas cuando no consigo imaginarlos y clamo por ti en un murmullo contra la almohada que ya me ahoga—Bill, Bill—. Oh, amor, por favor tócame, por favor extráeme de esta fantasía inhumana que no reconozco como mi vida
¿Entiendes la razón por la que estamos tan anclados a esta mierda de mundo que nos separa hasta destruirnos? Y si no nos destruye, nos aísla y nos insensibiliza... nos anula...
Por favor, por favor ven y hazme el amor con calma, para que pueda saborearte y asimilar cada embestida como una entrega, como un todo con forma y propósito. Por favor, amor, ven y deja algo de ti.
Su mano me toca la espalda y baja, buscando un poco más allá. Quisiera decir que me he reservado para ti, aunque en realidad me parezca una idiotez de frase; después de todo el cuerpo no es nada sin el alma, lo verdaderamente horroroso de estar compartiendo la cama no es él y lo que hemos hecho, es que te he buscado a ti en cada movimiento, en cada beso y en cada gemido que acallé para no llamarte como una posesa. Su toque llega más allá de lo que deseo, porque mi mente ya está demasiado lúcida para encontrar algo de ti en una fantasía. Me remuevo y me levanto, escucho una pregunta de su parte que respondo con una sonrisa y salgo de ahí. En mi mente se repite la melodía que te he escuchado cantar junto a ella ¿Quién es? ¿De qué la conoces? No soy yo, ni siquiera la yo que me reemplazará algún día.
La noche es lluviosa ¿Lo es también ahí? Me quedó por un instante mirando las gotas chocar contra el suelo del balcón que se extiende en poco más allá de la sala y de pronto veo hierba que no debería estar ¿Estará mojada? ¿Se habrá impregnado de la misma lluvia? Comienzo a abrir la puerta de cristal, quiero ir hasta ella y al menos sentir que me humedezco los pies con la lluvia que verás al amanecer. Me sostienes por la cintura, te reconozco y contengo el aire por un par de segundos, como si la vida que he vivido hasta este instante buscara cortar con la que seré. No puedo mirarte, siento miedo de estar imaginándote. De pronto mi mente viaja hasta la habitación y el chico que descansa en mi cama ¿Sabrás de él? ¿Nos has visto romper el deseo? Cierro los ojos, no quiero mirarte, si lo hago vaciaré en ti cada miserable pensamiento que me compone ahora mismo. Tus brazos me rodean y pegas mi espalda a tu pecho.
—Shhh... —susurras, intentando acallar mi mente.
—No, no lo hagas —no me entiendas.
—Nunca entenderé la lógica de tenerte, pero te tengo, lo demás ¿qué es?, ¿importa?, ¿nos define? —dices y me abrazas un poco más.
—No... —digo, mientras intento eludir la calidez de tu abrazo, pero me deshago en él.
Remueves mi cabello con tu rostro y tocas con los labios mi sien y mi mejilla, la calidez se transforma en escalofrío, de esos que no se consiguen contener, y tiemblo en medio de un abrazo que no quiero que termine. Me doy la vuelta y busco tus labios. Qué terrible sería perderte y a la vez que inútil, porque estoy destinada a buscarte y a encontrarte y a volver a este punto. Te beso y todo lo que soy se vuelca en reconocer la forma de tu boca, su firmeza antes de abrirse al beso, su completa entrega cuando cedes. Toco con la lengua los aros que la protegen y por primera vez, en demasiados días, vuelvo a sentirme entera. Hoy, me merezco un sueño antes de despertar.
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N/A
Demasiados sentimientos como para definir lo que este capítulo cuenta. Espero que les haya gustado y acompañado durante unos minutos.
Siempre en amor
Anyara
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Erótica
SpiritualSerie de relatos eróticos que siguen una sutil línea argumentativa. Encuentros basados en el amor, la necesidad de pertenecer a alguien y de aferrar al ser amado.