Ensoñación

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Ensoñación

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Admirarte mientras duermes siempre ha sido un acto de profundo amor para mí. Me gusta mirar los matices en tu rostro, notar el modo en que varía tu respiración, según sea aquello que estás soñando y la forma en que cambia tu energía. Existe una fina capa entre los mundos que recorres en sueños y la realidad que ha creado tu mente para darte un sostén y cuando te veo dormir esa capa es tan delicada que intento contener el aliento con tal de no romperla y despertarte al sueño real. No sabes la belleza que implica ser observadora de tu delicadeza en ese momento en que eres vulnerable y todas las posibilidades del universo están en ti, las puedes tocar a través de las creaciones que recorres en el espacio astral sólo por desearlo.

Suspiro muy bajito.

Llevó largo tiempo mirándote, quizás horas. Al principio me deleité observando las figuras que crean los lunares de tu espalda, podría resumir variadas constelaciones en ellos, observadas desde múltiples perspectivas del universo, cada una de ella me muestra una característica y una posibilidad para tu camino. Sin embargo, yo sólo me quedo mirando como adornan tu piel, conteniéndome para no tocarla y besarla hasta desfallecer. También consigo ver el tatuaje de tu nuca, que es como un recordatorio permanente de tu rebeldía y por el costado de tu cuerpo se adivinan algunos trazos de aquel otro dibujo que te lleva a inmortalizar el ciclo constante de este viaje.

De pronto te remueves y yo contengo el aliento, creo que te he despertado y experimento desconsuelo y ansiedad al mismo tiempo; desconsuelo porque ya no podré seguir contemplándote como hasta ahora y ansiedad, porque deseo tenerte. Sin embargo, te das la vuelta aún dormido, el sonido de las sabanas siguiendo el movimiento de tu cuerpo se me antoja sensual e íntimo, algo que muy pocos conocerán y apreciarán. Mantienes los ojos cerrados y no puedo evitar maravillarme por la hermosa inocencia que expresas, así dormido.

Quiero besarte —pienso, al observar el gesto de tus labios unidos, relajados y franqueados por los brillantes aros que has puesto en ellos y que me gusta llamar custodios, porque me parecen un símbolo de fuerza que marca distancia, para que tu boca sólo sea tocada por besos sinceros, como los que deseo poner en ella. Detengo mi atención un poco más abajo, en el lunar junto a tu labio y hasta puedo recrear su forma en la yema de mis dedos, lo mismo que la textura de la barba que llevas más larga desde hace unos días.

Tomas aire profundamente, aún dormido, como si algo en tus sueños te emocionara y puedo visualizar colores en tu aura, hoy brillas maravillosamente en azul, entremezclado con trazos anaranjados, amarillos y violetas, que componen un hermoso cuadro que recuerda a los colores del atardecer y entonces creo que me has traspasado la emoción a mí.

Te amo —consigo pensar y tus labios curvan una sonrisa, como si en sueños leyeras mis pensamientos.

En ocasiones creo que nada que pueda explicar con palabras conseguiría describir la magia de lo que veo en ti. Para mí eres todos los colores, todas las acciones, todos los pensamientos que las crean, todos los significados que poseen y todas las ramificaciones que crean, lo sé dentro de mí, en aquella zona de certezas de la que hablo y que sólo encuentra cabida en el alma.

Acerco una mano hasta ti con suavidad, no busco tocarte, al menos no a tu Ser material. Acaricio el espacio que te rodea, ahí dónde se forman los colores que emites y la magia cobra sentido. Me emociono profundamente cuando consigo ver el plateado en tu aura, no es algo que cualquiera pueda visionar y eso me lleva a comprender que hoy, en este segundo, en este instante del Universo, tú y yo podemos cruzar más allá.

Inspiro el aire y me embriago de tu aroma, hoy hueles a naranja, ylang ylang e incienso, cierro los ojos y percibo el contacto de tu energía en la palma de mi mano.

EróticaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora