пять [5]

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En los últimos días, Horacio no había coincidido en lo más mínimo con su grupo de amigos; las nuevas indicaciones para pilotar al Cherno y la constante ansiedad por pensar en la próxima maniobra le habían mantenido ocupado, por lo que tenía que admitir que había estado bajando a horas extrañas a comer a la cantina. Era tranquilo, pero tampoco le apasionaba en exceso comer solo. Por eso en el momento en que vio que pudo coincidir con sus amigos, aprovechó para tomarse un descanso y Horacio no pudo evitar sonreír con un estúpido cuando vio que había conseguido coincidir con ellos a la hora de la comida.

Los chicos le hicieron un sitio a Horacio y así pudo sentarse al lado de Gustabo, aunque el primero en hablar fue Segismundo. – ¡Nos tienes abandonados desde que te fuiste con los rusos!

Horacio suspiró profundamente antes de responder. – Creo que no había trabajado tanto en toda mi vida.

Pero vamos a lo importante... ¿Has conseguido avanzar con el cabeza hormiga?

No le llames así. – Horacio se encogió de hombros. – Y que va, al principio me ignoraba mucho, después hubo una ocasión en la que hablamos y pensé que podríamos empezar a no ser tan distantes y ahora vuelve comportarse igual que siempre. Empiezo a creer que es imposible.

Gustabo le dio una palmada en la espalda de su hermano para intentar apoyarle anímicamente, las palabras de ánimo no llegaron; los hermanos Escobilla quisieron dar su opinión al respecto:

Debería olvidarse de ese wey, estará mejor sin él. – Comentó Emilio.

Pablito asintió con la cabeza, para después añadir: –Es un maldito desagradecido, le salvamos la vida y lo único que hizo fue girarnos la cabeza.

Seguro que nos ve como escoria, deberíamos sacarle ese "gracias" a putazos.

Horacio no quiso inmiscuirse demasiado en aquella conversación, incluso habiendo estado un par de veces en la mente de Volkov, no entendía su manera de pensar. Quería creer que aquel punto de vista que tenían los mexicanos sobre Volkov era equivocado, porque nunca le había dado la impresión de que el ruso pilotase por un afán de poder o fama, sino que Horacio imaginaba que para Volkov sería más bien un tema de responsabilidad. Sin embargo, no podía estar seguro de ello.

Hubo un momento donde se quedaron en silencio y la situación se volvió algo tensa, pero Segismundo rompió el hielo con lo primero que se le vino a la mente: – Eh, Horacio. ¿Has escuchado que pretenden trasladar el Striker Eureka a nuestra base?

Striker Eureka era el Jaeger más moderno que se conservaba en la actualidad, un Jaeger de sexta generación; una tecnología muy alejada en comparación a la de Cherno Alpha, de primera generación. Striker Eureka era un Jaeger muy balanceado y con unas estadísticas alucinantes: Era rápido y potente, no era tan resistente como lo era el Jaeger ruso, aunque tampoco tenía mucho que envidiarle. Era un Jaeger que había sido reducido a cenizas en la última guerra y el hecho de que sus dos pilotos anteriores hubieran fallecido en combate explicaba bastante bien el estado en el que lo habían rescatado. Habían existido muchos rumores de que lo habían conseguido recomponer, pero siendo que el Jaeger estaba en Australia, no podían garantizarlo.

Primera noticia que tengo, osea, es un rumor, ¿No?

Emilio lo escuchó decir a su equipo cuando hablaban con los tipos estos que llevan toda la mierda internacional. – Segismundo explicó y Emilio asintió con el rostro, confirmándolo. A Horacio le pareció raro que ellos dos se coordinasen de esa forma, le había dado la impresión en el pasado de que se llevaban mal, pero no preguntó en ese momento sobre ello. – Lo que nadie ha comentado es si traerán pilotos para el Striker, habrá que esperar a que dicen oficialmente...

Черный ✬ Альфа || VolkacioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora