двадцать четыре [24]

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El tiempo había transcurrido de una forma lenta, pero había llegado el día en el que el marcador de la sala principal del cuartel indicaba que estaban a un día de la aparición de los tres Kaiju. Horacio estaba completamente aterrorizado e incluso alguien a quien le costaba leer el ambiente como era Volkov, había sido capaz de ver lo que ocurría al más inexperto de los pilotos del Cherno Alpha. El ruso había llegado a la conclusión de que probablemente Horacio no podría dormir esa noche, así que lo había invitado a su habitación para compartir algo de tiempo y con la expectativa de que su presencia redujera algo su ansiedad. Sin embargo, a decir verdad, Horacio había llegado con cara de pánico y estaba paseando por el poco espacio que había en la habitación e incluso una persona con la paciencia de Volkov se estaba poniendo histérico por extensión.

Horacio, ¿Puede sentarse? —Las palabras no hacían efecto en el menor, quien estaba mentalmente en su propio mundo, así que Volkov, quien estaba sentado en el borde de la cama se levantó y abrazó a su pareja por la espalda, reposando su cabeza en el hombro del otro hombre. —No me imaginaba el supuesto en el que tuviera que pedirle que me prestase atención...

Más que por las palabras, lo que hizo reaccionar a Horacio fue el contacto físico y se giró para corresponder al abrazo, hundiendo un poco su rostro en el pecho de Volkov, pero al cabo de unos segundos, decidió trepar para que Volkov le tomase en brazos.

¿Sabe usted que pesa un poco, no?

Horacio sonrió coqueto y le besó suavemente en los labios mientras mantenía esa sonrisa. —Suerte que tengo un novio fortachón de dos metros.

No me incomode con sus comentarios para desviar el tema de conversación sobre sus nervios... — Aunque el verbo exacto no sería "incomodar" en esa situación sino simplemente que, Volkov se sentía avergonzado cuando Horacio decía esas cosas.

¡Solo digo la verdad!

Cuando estaban a solas, cada vez que Horacio formulaba algún comentario sobre su relación, lo mucho que le gustaba Volkov o porque le gustaba, conseguía ruborizar al mayor y dejarlo sin palabras. Sin embargo, cuando lo besaba o lo abrazaba era una reacción más natural, el ruso empezaba a perder el miedo que le proporcionaba la inexperiencia en ese contacto físico tan amoroso y simplemente se dejaba llevar, incluso en alguna ocasión era él quien iniciaba los besos. Se notaba que habían creado un ambiente en el que el ruso podía sentirse cómodo y Horacio no podía sentirse más feliz al percatarse de ese detalle.

Con Horacio en brazos, Volkov retrocedió unos pasos hasta que notó que la parte posterior de sus piernas golpeaba con el borde de la cama y se sentó sobre ella con una delicadeza que Horacio no tuvo en el momento en el que se abalanzó sobre Volkov, quedando los dos tumbados sobre la cama mientras buscaban extender más el abrazo que estaban compartiendo. El ruso no supo que decir, así que se quedaron en un silencio que no era del todo incomodo y empezó a acariciar el rostro de Horacio, quien cerró los ojos.

Cuando pienso en mañana... Mi estomago se revuelve y mi mente se colapsa. —Horacio pronunció aquellas palabras mientras mantenía sus ojos cerrados, como si no quisiera ver la reacción de Volkov. Horacio era alguien que siempre intentaba mostrarse como alguien capaz de afrontar las adversidades, pero no era un secreto que a la mayoría de pilotos aquella situación les quedaba grande, probablemente la única excepción al caso era Volkov. —Estar contigo me relaja un poco, gracias por estar aquí.

Volkov no supo responder, porque aunque no quería ver a Horacio mal y quería hacer todo lo posible para evitar que sufriese más de lo necesario: Tampoco consideraba que estuviera haciendo gran cosa, incluso le gustaría poder ofrecer palabras que le calmasen y era consciente de que carecía de la oratoria necesaria para ello. —No es nada. — Eran las únicas palabras que le salían de forma natural.

Черный ✬ Альфа || VolkacioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora