Черный ✬ Альфа || Volkacio

шестна́дцать [16]

Los días siguientes a los que Horacio había leído la carta fueron como una montaña rusa de sentimientos que no sabía como dirigir. Durante todo aquel tiempo, había dirigido el fracaso de su relación amorosa a que Gringo le había abandonado y a pesar de que técnicamente fue así, en todo momento había pensado que se debía a que había perdido el interés en él o que había otra persona para reemplazarle. Ahora sentía como una opresión en su estomago cuando pensaba en que Gringo siguió queriéndole después de apartarse de su lado y que, realmente se había ido porque le hicieron creer que no era el indicado para él.

Era una situación tan frustrante que, no podía evitar derramar lágrimas cuando se quedaba a solas. Quizás si aquellas palabras hubieran llegado más pronto, hubiera intentado ir en búsqueda de Gringo pero ahora no era solamente muy tarde, sino que Gringo en cuestión había pedido que no lo hiciera.

El Horacio del pasado probablemente se hubiera hundido en aquellos sentimientos negativos pero habría tratado de salir a flote de una manera u otra, sin embargo, el Horacio actual estaba influenciado por las derivas y la manera de actuar de Volkov, por lo que su cerebro buscaba involuntariamente un culpable al que dirigir su rabia y ese no era ni más ni menos que Gustabo. Podía entender que tratase de protegerle, pero si realmente había intercedido de esa forma en el pasado... Le dolía pensar que una persona que tanto quería como su hermano, había alejado a la persona que amaba de su lado.

Lo cierto es que Horacio había estado tan ocupado en los últimos meses siendo uno de los pilotos del Cherno que no había coincidido demasiado tiempo con Gustabo, así que no le fue fácil encontrárselo por el cuartel; sobretodo atendiendo que ahora su hermano era uno de los técnicos de Gipsy Avenger y él no tenía mucha idea de qué tareas llevaban a cabo.

Probó en la cantina, en los hangares y talleres del Gipsy, también en algunas zonas comunes, pero no había manera de dar con él. Cuando Horacio ya se había dado un poco por vencido y estaba por retirarse a la parte del cuartel en la que él residía y que solo los rusos tenían acceso, fue cuando se encontró a Gustabo regresando a sus propios dormitorios. Gustabo le saludó con un breve gesto con el rostro, pero Horacio no contestó y se cruzó de brazos esperando a que se acercase.

—Contigo quería hablar yo. —Su tono de voz no era conciliador y si hubiera prestado un poco más de atención a como se estaba comportando en lugar de simplemente dejarse llevar, Horacio se percataría que no estaba siendo él mismo.

—Eh, ¿Qué pasa? Pasar tanto tiempo con los comunistas te está afectando...

Sin embargo, Horacio no dejó que Gustabo finalizase de pronunciar sus palabras y esta vez los papeles se invirtieron; Si Volkov había amenazado a Horacio el primer día en el que habían interactuado, ahora estaba sucediendo lo mismo pero a manos de Horacio. El muchacho podía verse pequeño rodeado de grandes rusos, ¿Pero al lado de sus amigos? Él solía ser el más alto, por lo que no tuvo problemas en agarrar a Gustabo por las solapas de su mono de trabajo y alzarlo contra una pared, haciendo fuerza en aquel movimiento y viéndose intimidante de una forma que nunca antes había sido.

—Что ты сказал Гринго, чтобы заставить его уйти? (¿Qué es lo que le dijiste a Gringo para que se fuera?) — Era la primera vez que Horacio hacia uso de aquel idioma que había aprendido a través de la deriva y lo peor de todo, es que no importaba que no se entendiera su mensaje: Era obvio que sonaba furioso.

—Calmate, ¿Quieres? Si quieres que te entienda me tendrás que hablar en un puto idioma que comprenda. —Por su parte, Gustabo no se veía intimidado por la nueva actitud de Horacio, pero conociéndolo, probablemente no dudaría en anteponer su pensamiento a la fuerza. Nunca había levantado la mano contra Horacio, pero Gustabo no era conocido por ser una persona pacifica tampoco.