El trabajo en el taller era de lo más aburrido, no porque no hubieran tareas que cumplir, sino porque las tareas eran repetitivas y uno no podía evitar aborrecerlas. Gustabo además, no era particularmente un trabajador demasiado eficiente y trataba de escaquearse en cualquier momento que pudiera: Desgraciadamente habían demasiadas tareas que cumplimentar en el Gipsy Danger y la carga de trabajo era continua.
Cualquier trabajador ajeno a aquel hangar tendría la idea en mente que no habría mucho trabajo a realizar, después de todo, Gipsy era un Jaeger inactivo al cual no se le habían designado nuevos pilotos y era obvio que por mucho que Jack Conway fuera un héroe: No podría pilotar él solo.
Los técnicos trabajaban día y noche con una misión: Conseguir que Gipsy pudiera ser funcional con la deriva de un solo piloto, pero a pesar del duro trabajo, de momento no se había avanzado en aquella egoísta petición de Conway. Desgraciadamente, la falta de avances en el proyecto estaba desanimando a los técnicos y de no ser por la presencia de Armando, estaba claro que ese equipo no habría podido aguantar la presión con la que allí se trabajaba.
Gustabo se encontraba en el almacén, tomándose un tiempo de descanso para fumar un cigarrito, en el momento que Armando apareció para llamarle la atención.
—Gustabo, necesito que me acompañes.
Solo reaccionó arqueando una ceja, pero obviamente le siguió a donde quisiera que lo llamasen. No dejó de fumar en ningún momento, porque no se le recriminó y porque no iba a desperdiciar un cigarrito que había empezado a fumarse cuando había tanta escasez de tabaco en el cuartel.
Abandonaron la zona de talleres para ir a la oficinas y no le extrañó el momento que Armando le hizo ir hasta donde se encontraba Conway. Lo que si le extrañó fue encontrar a un chico de apariencia bastante juvenil, de rasgos asiáticos y pelo rubio, de pie en frente del escritorio del Comandante. Armando se quedó en pie al lado de Conway, quien se encontraba sentado tras su escritorio repleto de papeleo.
—¿Y este niño? —Fue lo primero que Gustabo alcanzó a preguntar, señalando al chico.
—No soy un niño, soy un adulto. —El rubio se cruzó de brazos y a pesar de que por sus rasgos cualquiera esperaría que hablase con un acento fuertemente asiático: No fue así.
En ese punto, podría haber empezado una pelea de lo más estúpida, pero Conway se aclaró la garganta; lo que provocó que el chico asiático le prestase atención, no siendo tan efectivo con Gustabo, pero después de todo para una pelea eran necesaria de la participación de dos individuos.
—Os he citado aquí porque necesito que colaboréis para que cumpláis una tarea. Como habréis deducido de la anterior pelea que se produjo contra un Kaiju, estos se han vuelto más poderosos: Necesitamos que os hagáis con sangre de kaiju para crear armas químicas.
Una de las grandes problemáticas que había acarreado la anterior guerra Kaiju no solamente habían sido los destrozos que habían conllevado las peleas entre grandes Kaiju y Jaeger en las ciudades, sino que una vez que las grandes criaturas eran derrotadas: Su sangre era altamente venenosa. Por eso los cuerpos normalmente eran retirados por especialistas y técnicamente, destruidos en condiciones que no hicieran peligrar la vida de nadie. Sin embargo, existía una gran excepción que era conocida por todo el mundo: Contrabandistas. Si bien la sangre de los Kaiju era venenosa, casi todas los órganos o partes de esas bestias podían ser empleadas como remedios y el mercado negro se había beneficiado de ello.
—Eso es más fácil decirlo que hacerlo, ¿Y qué gano yo con todo esto de todas formas? — Si bien las tareas en el taller no eran las favoritas de Gustabo, tampoco iba a trabajar gratis.
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Черный ✬ Альфа || Volkacio
Ciencia FicciónPacific Rim AU. Aleksander Ivanov, piloto de Cherno Alpha, muere en una operativa y deja a su compañero, Viktor Volkov, con la necesidad de encontrar un piloto que ocupe su lugar. El cadete Horacio Pérez no estaba preparado para ser nombrado como ta...