🤍Capítulo 21/ Aléjate de él /

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🤍BARCELONA, SEPTIEMBRE 2020...

Estoy decidida. Estoy completamente segura de lo que quiero.

—Me agrada esto de la rebeldía, ¿pero no es demasiado precipitado?

—No, es el momento perfecto. —le muestro el bosquejo a la mujer frente a mí—. Me gustaría algo así...

—¿Es el primero? —pregunta ella.

—Sí.

—Es exageradamente grande para ser el primero, ¿verdad? —Mari aún piensa que me dará miedo hacerlo. Que me acobardaré al último minuto.

—El arte nunca es exageradamente grande... Prepárate, porque estaremos aquí unas horas...

Esta mañana cuando desperté, me dominó la necesidad de hacerme un tatuaje, lo pensé y lo hice, literalmente. Mari ha intentado persuadirme desde que me escuchó esta mañana, no sé porque quiero hacerme uno, tampoco sé porque quiero que sea así, de ese tamaño y en la espalda. Lo único que sé es que quiero un tatuaje.

La idea principal fueron los pájaros porque me gustan y sabía que quería algo con colores, el que ganó fue el azul y sus derivados. Después pensé en figuras geométricas, supongo que las matemáticas tienen algo que ver con eso, recuerdo que cuando tenía seis o siete utilizabamos figuras geométricas de colores en la clase. Luego pensé que sería lindo que tuviera unas hojas y/o flores. Mi bosquejo definitivamente dejaba mucho que desear pero la tatuadora encontró la manera de mejorarlo al máximo. Cuando ella me preguntó si estaba segura de que me gustaba ese diseño yo no lo pensé dos veces, era exactamente lo que quería.

Tres días después de eso Mari seguía sin creer el arrebato que tuve, me repite día y noche que terminaré arrepintiéndome de mi decisión pero yo dudo que eso ocurra, de cierto modo fue liberador, el dolor de la aguja perforando mi piel me hizo olvidar por unas horas el dolor insistente que sentía en el pecho, y el dolor que siento cada vez que Mari me pone crema en el tatuaje también ayuda. Me he vuelto una completa masoquista.

Estos días no he usado sujetador, ni de cerca quiero sentir como raspa mi espalda así que estoy usando esos stickers que cubren los pezones y gracias a eso me di cuenta que al menos mis pechos no están caídos, pero también me di cuenta que esos estúpidos stickers no sirven demasiado.

En este momento voy caminando por el pasillo directo al aula, estos exámenes pesan más de lo que deberían, los cuento mientras camino y al dar vuelta en el pasillo choco con alguien, gracias a Dios y a todos los Santos que fuí rápida y no se cayó ningún exámen, también doy gracias que sea quien sea fue rápido y no me dejo caer.

—Lo siento... —levanto la mirada y ¡Ta Da! Felipe.

El jodido mundo me odia.

—¿No llevas sujetador? —odio la vida.

—Eso no... —niego—. Gracias por no dejarme caer, permiso.

—No llevas sujetador... —susurra y yo ni siquiera lo pienso dos veces, sigo mi camino.

¿Cómo es que se dio cuenta que no llevaba sujetador? No puedo creerlo, ¿y si todos se dieron cuenta? ¡Joder! Debí ponerme algo con lo que mis jodidos pezones no se notaran.

Cuando entro al aula vacía dejo mis cosas en el escritorio. Me siento y en ese momento Carolina entra y cierra la puerta tras ella.

—¿Necesita algo, señorita Hernández? —me acomodo en la silla y apoyo los codos en el escritorio.

—Algo así. Será rápido y conciso —apoya ambas manos en el escritorio—. Quiero que te alejes de Felipe. No creo que te moleste que te tutee ¿verdad? —ladeo la cabeza y aprieto la mandíbula.

🤍Corazón de tiza🤍 [CONTENIDO ADULTO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora