🤍Capítulo 27/ La recaída /

448 37 1
                                    

🤍BARCELONA, NOVIEMBRE 2020...

—No... —susurro con los ojos llenos de lágrimas.

—Lo siento, guapa. Pensé que debía mantenerte al tanto... En diez minutos llegará el rector...

—Joder, joder, joder...

Y eso fue suficiente para sentir como mi mundo se derrumbaba, lo sentí, sentí como todo caía a mi alrededor, haciéndome sentir diminuta...

Supongo que debo ser un poco más específica con lo que está ocurriendo. Así que, aquí voy...

Hoy como cualquier otro día llegué una hora más temprano. Es lunes, por lo tanto hoy después de mi clase debía reforzar con César, es el cuarto día de reforzamiento y todo está bastante tranquilo, él está emocionado porque cree que le irá bien en el exámen que pensaba perdido. Lo que me hace sentir realmente feliz por él.

Lamentablemente cuando llegué esta mañana Amanda me estaba esperando, tenía una expresión de tristeza, preocupación y no sé qué más, pero no era nada bueno... Me preocupé, estaba tan preocupada por cómo me miró y cómo me saludó: Hola... Tengo... Susurró y tartamudeó con voz quebrada, pensé que en cualquier momento se pondría a llorar.

—¿Qué ocurre, estás bien? —la tomo de los hombros y la sacudo un poco, delicadamente.

—Es sobre Ruíz... —esto no me da buena espina—. Él volverá antes, debes... Tendrás que irte antes... Hoy es tu último día...

Entonces, fue cuando todo a mi alrededor comenzó a caer, sentí como el mundo se desmoronaba, todo comenzó a pasar frente a mis ojos, todo lo que ocurrió este último tiempo comenzó a pesar en mis hombros y a romperme por dentro.

No sé cómo pude presentarme en la oficina del rector en una pieza y sin largarme a llorar, no sé cómo pude estar tan tranquila o al menos aparentarlo.

En cuanto el rector dejó de hablar yo simplemente respondí: fue un gusto, gracias por todo. Me sentí como un robot, sabía lo que debía decir y lo dije sin más. Al salir de la oficina y dirigirme al aula todo comenzó a tornarse borroso, todo comenzó a ser... Una puta mierda.

El día fue bastante... Mierda.

No se me permitía decir nada, sólo debía desaparecer como si hubiese hecho algo mal, era como si quisieran que huyera que me escondiera. Sé que no es eso lo que quieren, pero eso fue lo que sentí al escuchar al rector decirme que no podía, por ningún motivo, decirle a mis alumnos que yo me iría.

A eso de las dos me encontraba esperando a César, y aunque tenía prohibido decir una sola palabra de lo que ocurría sentía que a él se lo debía, no podía simplemente irme y dejarlo así, eso no era correcto.

—Creo que me irá bien, y todo es gracias a ti...

—César... —apoyé los brazos en el escritorio y miré fijamente mis manos—. Es todo... —lo miro a los ojos—. Hoy fue mi último día, se acabó...

—¿Qué? Pero dijo que...

—Lo sé, sé lo que dije —esto parece ser un mal sueño—. Eso era lo que pensaba hasta esta mañana, pero las cosas cambiaron, al parecer mi contrato tenía letra pequeña... Lo siento, de verdad...

—Es... Injusto...

—Sé que te irá bien, eres inteligente y en el fondo sabes que esto es fácil para ti, solo debes intentarlo —me puse de pie para salir del aula—. Suerte. Fue un gusto ser tu maestra... —sonrío de lado y salgo de ahí.

Camino por el pasillo principal, observando todo por última vez. Sabía que esto terminaría pronto pero aún así es difícil, me hubiese gustado que todo fuera... No lo sé... Diferente.

🤍Corazón de tiza🤍 [CONTENIDO ADULTO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora