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Esperé que Sam volviera a respirar, permanecía inmóvil mirándome como si fuera un bicho raro. Tal vez lo había hecho mal, después de todo es la primera vez que le propongo casamiento a alguien. El anillo brillaba dentro de la rosa que le había dado, las letras S y F entrelazadas se veían perfectamente. La ansiedad me volvía loco, mis manos temblaban y esperaba que abriera la boca para pronunciar una simple palabra que significaría todo para mí. Finalmente tomó el anillo y lo colocó en el dedo anular de su mano derecha con ojos humedecidos y una gran sonrisa.

- Claro que me casaré contigo, pero aún no; es muy pronto, todavía tenemos mucho por hacer. Podrás esperar.? –preguntó tan ansiosa como yo hace apenas instantes.

- Una eternidad si es necesario, bien lo sabes. –respondí sin dudar.

Sam se inclinó para besarme luego de librarse del cinturón de seguridad que la sujetaba al asiento de mi auto. En ese instante era simple y sencillamente felíz, no me importaba si nos casábamos en un año o una década, lo que importaba es que aceptó pasar el resto de sus días a mi lado.

Nuevamente con la espalda en su asiento contempló el anillo de su mano mientras deslizaba un dedo por las letras con fascinación. Giró para decirme algo pero se detuvo en seco con expresión perdida, algunos segundos después sonrió muy alegre y envió un mensaje por su teléfono.

Sam tiene la habilidad de predecir eventos futuros, saber lo que otros piensan y sienten e incluso influir en ellos provocándoles sentimientos o sensaciones. Ese momento en blanco que tuvo frente a mi indicaba que algo acababa de suceder, algo bueno por su expresión, y el mensaje debía ser precisamente para el protagonista de esa visión.

- Ya estás anunciando nuestro compromiso.? –pregunté.

- Sí, y felicitando a Ayden porque Erik le acaba de hacer la misma pregunta. –contestó radiante.

- Por tu expresión supongo que la respuesta fue positiva….

- Ellos te lo dirán. Acaso se pusieron de acuerdo ustedes dos.? Es demasiada coincidencia…

- El me pidió que le enseñe un pequeño truco para dar algo de “magia” al momento. Supuse que sería hoy pero no en el preciso momento en que yo te lo pregunté.

- Debo irme, quiero contarle a mamá. Imagínate cuando se entere que sus dos hijos van a casarse.! –exclamó ansiosa.

- Se alegrará de que no sea entre ellos.

- Eres un idiota, pero igual te amo. –dijo al besarme y salir del auto para entrar a su casa.

El sol ya era claramente visible en el horizonte cuando llegué al departamento que comparto con Erik. Soy conciente de que podría comprarme una mansión para mí mismo con el dinero que los Farben me heredaron sin querer, pero ya disfruté la soledad y opulencia demasiado tiempo. Además no quiero nada de ese par de sujetos detestables que me adoptaron luego de asesinar a mis verdaderos padres. Disfruto al pensar que estarán agitándose de furia en sus cenizas al saber que no lograron su objetivo y debido a su presuntuosa confianza no planearon dejar un testamento desheredándome. Vengar a mis padres aquella noche en que la verdad fue descubierta no hizo que volvieran a la vida, pero me brindó algo de paz y proporcionó un bonito espectáculo de luz y sonido que redujo a polvo mi antigua casa con ellos dentro. Ahora al menos serán útiles como material reciclado o abono.

Erik aún no había llegado, el usual y sempiterno desorden me dio la bienvenida. Normalmente esquivaría las cosas pensando “Deberíamos ordenar esto algún día.” sabiendo que ese día jamás llegaría, pero como no tenía sueño y sin duda tendríamos mucho de qué hablar me senté en el sofá, encendí el enorme LCD y comencé a ver una serie mientras mis manos daban órdenes al aire provocando que los objetos flotaron de un lado a otro ubicándose en los lugares correctos. Podría haberlo hecho mucho antes evitando el tremendo aspecto desordenado y descuidado, pero realmente nunca tenía ganas y a Erik, que era cómplice del despilfarro, no le importaba.

Crónicas de las sombras (Saga Ayden, parte III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora