Erik pasaba el bastón delante de Anne como si fuese un detector de metales, sin embargo permanecía apagado como el rústico pedazo de madera que ahora era.
No era difícil hilar lo acontecido para aquellos que vieron los ojos rojos en otras criaturas, incluidos Jay y Ayden. Algo demoníaco residía en Anne con suficiente fuerza para encender los símbolos y alertar de su proximidad. A diferencia de ellos sus ojos eran naturalmente rojos, si bien en los tres casos brillaban únicamente cuando su poder se ponía al descubierto. Jay tuvo inconvenientes para dominarse cuando asomaba la bestia que llevaba dentro, Ayden aún tiene dificultades para controlarse cuando su lado oscuro se dispara. Si bien Anne parecía estar en completo control, era un arma de doble filo: una poderosa aliada o una temible enemiga.
- Tú llevas dentro lo mismo que llevó Jay y continúa en Ayden, verdad.? –preguntó Erik aún tenso.
- Sí… -contestó Anne con su voz tímida- Pero a diferencia de ellos está en mi familia desde hace decenas de generaciones. Aprendimos a controlarlo, dominarlo y utilizarlo. El color natural de nuestros ojos nos trajo serios problemas en el pasado, como podrán imaginarse. Nos consideraban demonios, fenómenos oscuros y antes de poder tener el autocontrol necesario mis antepasados eran un tanto… violentos. Muchas leyendas antiguas contienen a seres de ojos color sangre como protagonistas. Fue necesario escondernos para evitar atacar y ser atacados, vivimos en cuevas o cabañas alejadas del resto; de ahí la claridad de nuestra piel. La exposición al sol no era un privilegio con el que contáremos frecuentemente, así que nos tornamos en criaturas más bien nocturnas con una vista excepcionalmente sensible a la poca luz.
- Una especie de vampiro.?
- No bebemos sangre ni somos inmortales. –sonrió.- Es el precio que pagamos por ser quiénes no elegimos ser. Hace apenas unos veinte años que volvimos a caminar entre la gente aprovechando los cambios culturales. Ahora en lugar de un fenómeno piensan que soy interesante o genial.
- Y dices que no tienes problemas para dominarte cuando tu… “lado oscuro” asoma.? –pregunté.
- No, en absoluto.
- Puedo preguntarte cuántos años tienes.?
- Veintitrés.
- Cuánto tiempo has tenido veintitrés.?
- … pues… veintitrés años… -respondió confundida.
- Ya déjala, Franz. No preguntes tonterías; has leído demasiados libros. –dijo Ayden tomándola del brazo mientras se alejaba hacia la casa.
Una vez comprobados los alrededores, volvimos al interior de la cabaña para trazar el plan de rescate de Sam. Y el primer punto en la agenda era cómo ubicarla antes que Eldrich nos lo dijera.
- Sin duda nos revelará su ubicación cuando le sea conveniente a sus propósitos, debemos adelantarnos para tener ventaja. –afirmó mi padre.
- Y cómo haremos eso.? Con Sam podíamos descubrir la ubicación de cualquiera de nosotros, pero sola no lo lograré. No con la suficiente precisión, al menos. –dijo Ayden.
- Yo puedo ayudar… -sugirió Anne- Soy buena ubicando presas. O personas en este caso. –se corrigió de inmediato.
- Podemos intentarlo… Owen, si estás los bastante cerca, digamos a un kilómetro, podrías hallar su rastro.?
- Lo haré. Sumando mis habilidades a las tuyas y de Anne, podremos ubicarla sin problemas. –afirmó decidido.
- Bien. –continuó Erik.- Una vez ubicada sin duda pedirá alguien para efectuar el intercambio por Franz, y ese alguien serás tú.
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Crónicas de las sombras (Saga Ayden, parte III)
FantasyLa vida no ha sido sencilla para mí desde que tengo memoria. Mi niñez estuvo plagada de lujos y objetos pero ni una gota de afecto. Nunca me faltaron techo, ropa o alimento, lo cual es más de lo que muchos tuvieron, pero algo tan simple y gratis co...