VI

22 2 0
                                    

Era una sensación extraña. Jamás había usado anillos hasta ese momento y éste en particular tenía un significado profundo, público y eterno. A veces me descubría observándolo absorto en el dedo anular de mi mano izquierda para luego tocarlo, girarlo, tener la completa seguridad de que era real y no un sueño. La alianza representaba mi promesa, mi compromiso con Sam de amarla y serle fiel para siempre; bastaba verlo para recordarla e instantáneamente sonreír extasiado de felicidad por tenerla a mi lado y saber que contaría con ella en todo momento, que nunca más me sentiría solo porque jamás volvería a estarlo. Claro que también constituía una tranquilidad para Sam que se sentía menos celosa, como si el pequeño círculo dorado fuera una marca personal de propiedad. Y, tengo que admitirlo, para mí, dado que ella pasaba precisamente desapercibida por sus compañeros.

Una noche casi al final de nuestro primer mes allí, Erik llamó respondiendo a la pregunta que le formulase el día anterior acerca del hombre de traje oscuro.

- Hemos buscado por todos lados pero no lo hallamos, lo siento Franz.

- La dirección que te di no arrojó nada.?

- Es un hotel de categoría que guarda muy bien el nombre de sus huéspedes.

- Pero imagino que eso no te detuvo. -afirmé conociendo a mi amigo.

- Claro que no, averiguamos el número de su habitación pero el nombre que utilizó es falso.

- Cómo lo sabes.?

- Breyu Aba Fren, una mujer originaria de una localidad impronunciable; no registra acompañante.

- No crees que…

- Sea una mujer.? Olvídalo, tenía mi estatura y corpulencia. -espetó sin más.

- Tal vez…

- Oye, aún puedo distinguir entre hombres y mujeres; aparte mi vista es mejor que la tuya.

- Necesitamos saber su nombre.

- Es por eso que estamos vigilando, Ayden está segura que aún está aquí. Pudiste entrar a los archivos de Egmont.?

- Aún no, el tipo al que reemplazo es el único que tiene acceso a las bases codificadas. La seguridad es muy estricta y no me dejan solo ni un instante. -dije contrariado.

- Qué hay de Sam.?

- Ella está de maravillas aunque su posición no nos sirve de nada, atención al cliente tiene el nivel más bajo de seguridad.

- No estamos avanzando... Cuándo piensan volver.? -preguntó mientras escuchaba el rechinar de la silla indicando que se había reclinado.

- No lo sé, existe la posibilidad de que nos quedemos un tiempo más. Todo indica que somos elegibles para formar parte permanente del staff de Egmont.

- Genial, tendremos paz por más tiempo sin sus estúpidas peleas. -ironizó alegremente.

- Hazme un favor: haz algo útil con tu vida y mátate.

- Yo también te extraño. –rió- Saluda  a mi hermana de nuestra parte.

- Y tú a la mía.

Después de todo lo que pasamos juntos solo podía pensar en ellos como mis hermanos, la familia que nunca tuve. Ayden era mi hermana recatada, inteligente y divertida. Erik mi hermano de carácter duro y aspecto tosco hasta que tratabas con él y descubrías que era solo una fachada para esconder a un romántico incurable y feroz protector de sus allegados.

Una semana antes de terminar nuestra suplencia fuimos confirmados como empleados fijos si así lo queríamos, Emily Addler nos citó para ello a su oficina.

Crónicas de las sombras (Saga Ayden, parte III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora