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Apagué el teléfono antes de entrar, ninguna respuesta que me dieran serviría en absoluto. Todo lo que necesitaba saber era que Sam estaba ahí y no quedaría persona o piedra en pié hasta dar con ella.

Mi tarjeta había quedado en casa, era una lástima pues debería destruir las puertas para entrar.

- Espera. –dijo Hailey al aproximarse por un costado.

- Vete, nada tienes que hacer aquí. No es seguro que te quedes. –espeté al subir los escalones.

- Franz, detente y escúchame.

- Cómo sabes mi nombre.?! –exclamé al darme vuelta.

- Necesitas mi ayuda.

- No necesito a nada ni a nadie excepto a Sam que está prisionera ahí dentro.! Y cómo sé que a ti no te enviaron ellos.?

- Porque soy uno de ustedes.

- Ustedes.? Qué ustedes.?

Hailey tomó mi mano. Las gotas de lluvia se detuvieron delante de mi. No caían, estaban suspendidas en el aire inertes como si alguien hubiera presionado “pausa” en una película.

- No fui yo… -dije confundido.

- No. El don de detener o acelerar el tiempo momentáneamente es mío.

- A qué clan perteneces.? Creí que éramos los últimos…

- Lo son. Los últimos descendientes de los tres clanes más poderosos… pero no los únicos. Hubo decenas de clanes distribuidos por el mundo que fueron diezmados como ustedes hasta quedar solo un puñado. Yo soy la última de uno de esos clanes.

- Hay más.?

- Pocos. Venimos rastreándolos a la par de los cazadores, ahuyentándolos, dándoles pistas falsas. Muchos cayeron por protegerlos a Erik, Ayden, Sam y tú.

- Pues se los agradezco y me encantaría quedarme a escuchar la historia pero como ya dije tengo que rescatar a Sam.

- Y lo haremos. Los tres.

- Tres.? Qué tres.?

- Owen.!

- Owen.?! En qué puede ayudarnos un ciego.?

- En más de lo que te imaginas. Owen es un cazador.

- Qué.?! –exclamé enfurecido.

- Es un espía, uno de los nuestros; es quien nos brinda información desde dentro. Después de su accidente trabajó en diversos lugares para ellos. Quién sospecharía de un ciego.?

- Lamento que te enteraras así. –dijo Owen al acercarse.

- Después arreglaré cuentas contigo, no me queda nada claro todo esto. Ahora debo irme.

- Sabes acerca de los lugares secretos de la compañía.? Las bodegas ocultas en cada piso.?

- No me dirás que lo leíste o lo viste en los planos.

- No seas idiota, la ceguera me brindó la posibilidad de vagar “perdido” por todo el edificio el cual ahora conozco centímetro a centímetro. Además, como te dijo ella, estuvimos investigando desde hace tiempo.

- Son sus vidas al fin y al cabo. Vamos.

Iba a destruir la cerradura cuando Hailey abrió utilizando la tarjeta de Ernest, el único de los tres que podía ingresar a cualquier hora. El guardia de la entrada dormitaba y ni siquiera se molestó en levantar la mirada, menos aún cuando con un gesto lo derribé de la silla dándonos tiempo para pasar mientras Hailey detenía las cámaras. Una vez frente a la puerta de la sala de control derretí la cerradura, los guardias no tuvieron tiempo de reaccionar pues volaron contra la pared quedando inconcientes. Aparecí un par de gruesos hilos que utilizó Owen para atarlos y amordazarlos mientras nosotros desactivamos todo el sistema, desconectamos las líneas telefónicas y cerramos herméticamente el lugar. Los teléfonos móviles no tenían señal dentro del complejo; estábamos incomunicados.

Crónicas de las sombras (Saga Ayden, parte III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora