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Era claro lo que acababa de ocurrir. Y los motivos por lo que había ocurrido. Lo que resultaba extraño, aún para nosotros, es que ella fuese quién ejecutara la acción pensada por la mayoría; la cual, pese a todo, consideré un tanto excesiva.

- Eh… creo que exageraste… Es decir, algo había de hacerse… pero matarlo así sin más… como que pierde el encanto. –dije rascando mi cabeza.

- No está muerto. –afirmó Owen.- Lo oigo respirar.

- Claro que no lo está. –gruñó Sophie.

- Fallaste.?

- Yo no fallo. Jamás. –sentenció seriamente.

- Entonces…

- El que quiera matarlo no significa que no me preocupe por él. Ayden, por favor sánalo.

- Primero le disparas y luego quieres que lo cure.?!

- Y por qué no.? Tú no mataste a Eric al menos un par de veces.?

- Es un buen punto. –afirmó Eric.

- De acuerdo, pero convengamos que ninguno de nosotros es un buen ejemplo a seguir. –dijo Ayden al acercarse.

La herida estaba en su estómago, el lugar más doloroso y adecuado para provocar una muerte lenta y agónica. Pese a ello, Ethan no emitía ningún sonido.

Ayden posó su mano sobre la herida apartando las de él. Un leve fulgor brotó de ella y en poco tiempo lo ayudó a levantarse. El parecía más sorprendido por el hecho de quién le disparó que por lo que acababa de suceder.

- Gracias. –musitó levemente sin apartar la mirada de Sophie y su arma, la cual aún sostenía.

- Por nada.  –respondió Ayden regresando al grupo.

- No tienen nada más que decir.? –preguntó.

- Me alegro que esta vez no me hayan matado a mí. –ironizó Erik.

- La próxima vez no apuntaré tan abajo. –afirmó Sophie.

- No habrá próxima vez.

- Más te vale.

El claro y áspero sonido del arma al amartillarse sonó en la oscuridad.

- No tengo más problemas con ustedes. Anne está a salvo y entiendo que bien protegida en su compañía.

Ella permanecía tan inmutable como él, era imposible adivinar qué era lo que pasaba por su mente y hasta temeroso el hacerlo. Sam negó con su cabeza cuando la miré en un claro pedido de información.

Anne avanzó lentamente y luego hizo lo que ninguno de nosotros creía que ni Ethan ni ella tenían por costumbre hacer con nadie: lo abrazó fuertemente, y él devolvió el abrazo.

Poco a poco nos fuimos retirando dejándolos solos. Sam, Karen y Ayden estaban seguras de que no habría más sorpresas esa noche. Las explicaciones de Ethan serían requeridas por la mañana.

Ahora era tiempo de descansar.

Esta vez no había rayo de sol que me despertara, y aunque lo hubiese, la realidad es que difícilmente pude dormir. En parte porque consideraba un gran pendiente el tema de Ethan y por otro lado porque hacía ya mucho tiempo que todos mis sentidos eran un árbol de navidad a la hora de dormir. Mis días de levantarme a media mañana habían quedado definitivamente atrás.

Ethan estaba sentado en los escalones del pórtico contemplando el amanecer, mi lugar predilecto para hacer precisamente lo mismo.

- Es increíble. –dijo antes de que tomara asiento a su lado creyendo estúpidamente que no estaba al tanto de mi presencia- No importa cuántas veces lo hayas visto ni en cuántos lugares hayas estado, el amanecer es siempre distinto, diferente. Como cada día de nuestras vidas.

Crónicas de las sombras (Saga Ayden, parte III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora