La noche en el bosque era en verdad reconfortante, sobre todo porque la casa había sido protegida y era tan segura como nuestro último refugio en Alemania. Debo admitir que la presencia de mis padres añadía una sensación de seguridad extra, algo completamente nuevo y relajante.
El canto de los pájaros y la suave brisa moviendo las ramas de los árboles me despertó temprano en la mañana. No era lo mismo que en la gran ciudad dónde maldecía al condenado rayo de sol que se posaba en mi ojo ni bien el sol asomaba en el horizonte, aquí era casi la misma hora y sin embargo no me importaba estar despierto. Algunos sonidos me indicaban que no era el único en pie. Dejé a Sam durmiendo profundamente y bajé al comedor donde el fuego de la chimenea aún crepitaba en sus restos de leña.
- Buenos días, hijo. Dormiste bien.? –preguntó mi madre con una amplia sonrisa. Tardé unos segundos en asimilar la pregunta y quién era la que la estaba haciendo pues era la primera vez en toda mi vida que la escuchaba.
- Eh… sí, gracias. Y ustedes.?
- Maravillosamente, es un lugar precioso. Por cierto, tu novia es adorable; no tuve oportunidad de decírtelo.
- Ella es mi vida entera, quién le da sentido y motivo a cada latido de mi corazón.
- Eres todo un poeta. –sonrió.
- Hace aflorar lo mejor de mí, lo cual no es fácil últimamente. No me resulta sencillo ser un “mago pirómano” o “mezcla de encendedor y hechicero.”
- Eres mucho más que eso, Franz. –afirmó al estrechar mi mano- Tus poderes no te definen, tu alma lo hace, tus amigos, tus pensamientos, tus palabras.
- Dónde has estado toda mi vida.? –pregunté emocionado al oir exactamente lo que necesitaba desde hacía tiempo.
- Aguardando impaciente el momento de poder decírtelo. –sollozó.
No pude sino abrazarla en un impulso irrefrenable, vital. Quisiera haber tomado una foto de ese momento para guardarla por siempre.
- Tu padre te espera afuera. –dijo al secarse las lágrimas con el dorso de la mano.- Abrígate, es una mañana fría.
- Lo haré… mamá.
Nunca nadie me pidió que mi abrigase, y si lo hizo simplemente lo ignoré. Tomé mi abrigo del perchero y salí por la puerta trasera, mi padre esperaba sentado en el pórtico.
- Sabías que me levantaría temprano.? –pregunté.
- No, esperaba que hubieses heredado esa parte.
- En realidad no suelo madrugar…
- Por eso tenía listo un cubo de agua fría. –rió.
- Sam te hubiera asesinado, adora dormir hasta tarde.
- Sam no me preocupa tanto como tu madre, pese a ser una humana común y corriente es más feroz de lo que puedas imaginarte, más aún tratándose de ti.
- Humana común y corriente.? Y qué somos nosotros exactamente.?
- Humanos no tan comunes y corrientes. –afirmó mordisqueando una hebra de pasto.
- Ah… creí que éramos algo más, tu sabes…
- Inmortales.? Semidioses.? Mutantes.? Alienígenas, criaturas míticas como los vampiros, hombres lobo, etc.?
- Algo así. –afirmé un tanto incómodo por sentirme tonto.
- No te aflijas, alguna vez me hice la misma pregunta.
- Es que Ayden me contó que Caylee tenía ciento veinticinco años cuando murió y no fue por causas naturales, pudo haber vivido mucho más. Y el hecho de ser capaces de hacer todas las cosas que hacemos… -dije pensativo- Demasiada televisión supongo, ninguna de esas criaturas existen.
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Crónicas de las sombras (Saga Ayden, parte III)
FantasyLa vida no ha sido sencilla para mí desde que tengo memoria. Mi niñez estuvo plagada de lujos y objetos pero ni una gota de afecto. Nunca me faltaron techo, ropa o alimento, lo cual es más de lo que muchos tuvieron, pero algo tan simple y gratis co...