Epílogo

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Veinte años pasaron desde nuestra victoria, y a lo largo de ese tiempo muchas cosas ocurrieron. Ya no soy el último descendiente del clan O’Doherty, nuestros hijos Gabriel y Kaytleen continúan mi linaje y el de Sam uniendo en ellos dos clanes. Lo mismo sucedió con Jayden y Bree, hijos de Ayden y Erik, todos ellos más o menos de la misma edad: primero Gabriel y Bree con casi dieciocho años, luego Kaytleen y Jayden con dieciseis. También con dieciseis se encuentran Rose, la hija de Owen y Hailey, y Emma, hija de Ethan y Sophie.

Con el tiempo nos fuimos alejando y, si bien nunca perdimos contacto con el resto, las distancias se fueron tornando más y más lejanas.

Erik y yo permanecimos en el mismo lugar donde todo comenzó, Ethan y Sophie se mudaron a Francia, Anne decidió quedarse en Escocia, Owen y Hailey viven en Sudamérica a orillas de un lago rodeado de montañas muy parecido al de la cabaña de los Allen.

Cada uno por su lado intenta mantener el balance entre luz y oscuridad, sin embargo cada vez es más difícil. Nadie nos ataca ni nos persigue, pero todos son atacados o perseguidos de una u otra forma sin que podamos hacer demasiado al respecto.

Ethan y yo dedicamos buena parte de nuestra fortuna a fundaciones de beneficencia precididas por nosotros, amigos y familia, sirviendo también como nexo entre todos y una forma de comunicarnos y rastrear lo que consideramos sospechoso.

Con el paso del tiempo nuestras cacerías de los cabecillas que las sombras enviaban se tornaron más frecuentes, y la forma de ubicarlos más difícil pues se escondían de formas insospechadas.

Nuestros hijos comenzaron a ayudarnos solo cuando desarrollaron sus poderes. Según la leyenda, los mismos podían desaparecer o potenciarse. En el caso de Gabe y Erika se potenciaron, más de lo que ellos podían manejarlo debido a que poseían los dones de dos clanes diferentes a la vez.

Dejé de llevar a Gabe conmigo cuando noté ese peculiar y espantoso fulgor rojo en sus ojos, su risa grave y siniestra que helaba la sangre propia y de enemigos, aún cuando a veces carecieran de ella. Gabe disfrutaba destrozando sus víctimas, le agradaba, ansiaba hacerlo. Pero fuera de esas situaciones era un tipo normal, alegre y cariñoso. Era como si dos personas vivieran en un solo cuerpo, y una de ellas fuera incontrolable. Decidimos que alejarlo a él, Kay, Jayden y Erika de nuestras incursiones era la mejor opción para que viveran una vida normal, tranquila y estable. O lo más normal posible, al menos. Perdimos cuatro feroces guerreros, pero conservamos cuatro hijos invaluables.

Ahora la oscuridad tenía un nuevo líder, un cabecilla frío y temible que movía los hilos con astucia y resultaba improsible de encontrar. Año tras año, aprovechando las vacaciones que los chicos compartían juntos, nos reunimos todos para rendir cuentas de nuestros descubrimientos e intentar hallar a esta persona que parecía aún más peligrosa que Eldrich, nuestro anterior peor enemigo.

Con nuestras familias ya grandes y establecidas, redoblamos nuestros esfuerzos viajando más frecuentemente y más lejos. Pequeñas partes del rompecabezas finalmente comenzaban a aparecer y tomar forma. Por qué nunca nos atacaban directamente.? Por qué nos evadían al instante y evitaban la confrontación.? Algo cambió, su estrategia era impecable y efectiva.

La última vez que nuestros hijos y el resto viajaron para visitar a Emma en Francia, recibí un llamado Owen. Finalmente nuestros esfuerzos dieron sus frutos, fue él quíen terminó de hilar la maraña de pistas y llegar a una conclusión que solo me comunicó a mí. Por increíble que fuera, tenía sentido. “Ninguna maldición debe ser tomada a la ligera, no tienen fecha de vencimiento.”, dijo Karen hace muchos años. Ahora lo entendía.

Sentados en la oficina central de una de nuestras fundaciones, comuniqué el hallazgo de Owen y que ya teníamos el nombre y rostro del nuevo líder. No entendían por qué Sam lloraba en silencio junto a Ayden y Erik, hasta que arrojé en la mesa la foto de nuestra próxima presa: “Su nombre es Gabriel Kloster. Es mi hijo.”

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Crónicas de las sombras (Saga Ayden, parte III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora