-Te dije que siempre terminaría en tragedia, en muerte - dijo Alexandra dirigiéndose a Goran.
- Por favor no hagas esto- dijo Paula dando un par de pasos hacia adelante- Déjalos ir, el problema siempre fue conmigo, no dañes a nadie más.
-Me alegra que cooperes- respondió alegremente como si fuera una conversación totalmente normal.
-No voy a dejarte hacer eso- Dijo Romina poniéndose en frente.
-Que estas haciendo, no lo hagas- dijo Aiko alterada intentando protegerla pero siendo retenida por Goran- Suéltame, no puedo verla morir- dijo casi a gritos.
-Si no te quitas de enfrente le dispararé a Aiko, no puedes proteger a ambas ¿O si?
-Estás enferma
-Tranquila- dijo con dulzura- muy pronto ella se irá y podremos ser felices juntas.
- ¿Crees que si la matas yo estaré contigo? ¡Qué demonios te pasa! ni aunque fueras la última persona del planeta pondría mis ojos en ti- dijo la morena con total seguridad.
Esas palabras, aunque fue una reacción totalmente lógica por parte de Romina, dieron en el blanco. Como si una daga hubiera sido clavada en el pecho de Alexandra, la hizo reaccionar de inmediato.
Y las lágrimas comenzaron a caer.
-Si nunca vas a quererme entonces no tiene sentido- dijo apuntándose con el arma a la cabeza.
-Esthella... no hagas una locura, por favor- Dijo Aiko asustada.
-Igual te vas a ir presa- dijo Romina con frialdad.
- La apasionada Esthella- dijo una voz que llamó la atención haciendo que todos regresaran a mirar y Alexandra bajase el arma por un momento.
-Usted- dijo Goran sorprendido- Es la anciana del restaurante, ya sé quien es usted, fue la mujer que me vendió el collar.
-Que gusto que ahora te acuerdes de mí Elián- contestó con tranquilidad.
-¿Qué hace aquí?, ¿Qué quiere? - preguntó Alexandra.
- Es curioso, Celine y Alexandra juntas, es grato, ustedes dos tienen una linda conexión.
- Como puede decir eso- dijo Romina indignada- ellas son diferentes.
-Nunca dije que fueran iguales, ellas son como las dos caras de una moneda, como los dos lados de una persona. Me alegra que hayas hecho lo que te faltó hacer Jesabel, pero estoy aquí porque una de ustedes aún no ha hecho lo que le faltaba.
- Lo intenté- dijo Alexandra sabiendo que se refería a ella- Pero a pesar de todo no logré ser feliz con Jesabel- dijo entre lágrimas.
- Mírate, terminaste justo como años atrás, con una pistola en la cabeza- dijo la anciana con pesar- Desperdiciaste tu vida porque terminaste exactamente en el mismo punto.
-Pero hice todo, lo intenté todo- dijo entre sollozos.
- ¿Estás segura de que sabes que era lo que te faltó hacer? Nadie puede hacer que una persona te ame, ¿Cual era verdaderamente la razón por la que se te dio otra oportunidad? Aún estás a tiempo, no desperdicies esta vida para terminar en el mismo punto, es como si no hubieras avanzado nada.
En ese momento Alexandra entendió que todo lo que había hecho era equivocado, pues lo que le faltó hacer era algo que no requería de ningún medio más que de ella misma.
-Me faltó decir... decir mis sentimientos.
-Esthella... la pequeña, noble y dulce Esthella, esa que iba a casa de mi nieta a hacer las tareas de la escuela- dijo con tristeza- Lamento que tu corazón se llenara de odio, pero es momento de que termine.
Alexandra, temblorosa volvió a apuntarse con el arma y fijó su mirada en Romina.
-Hace muchos años, solía ser una persona callada, y mis compañeros se aprovechaban de eso, pero conocí a Jesabel y sentí que al fin era bendecida, jamás me gustó el contacto físico, era muy tímida pero cuando me abrazaba, tomaba mi mano y decía que todo estaría bien, realmente se lo creía- Las lágrimas empezaron a caer y se dispuso a hablarle directamente- ¿Recuerdas cuando nos regañaban en clase por hablar demasiado? Cuando intentabas enseñarme a bailar pero yo era un caso perdido, cuando te pasaba las tareas, cuando jugábamos fútbol juntas...eras mi amiga, mi mejor amiga.
¿Recuerdas cuando teníamos que entrar a la iglesia pero no lo hacíamos? O cuando llegábamos al salón de clases muy temprano para jugar y conversar, cuando casi me ahogo y le lanzaste al agua para salvarme porque sabías que no tenía idea de como nadar.
Cuando hicimos ese viaje y te quedaste dormida en mis brazos...- dijo quebrándose pero intentó mantener la calma y esbozar una sonrisa- Cuando me defendías de los demás, cuando llegabas a mi casa con comida, cuando salíamos y compramos brazaletes iguales.
Cuando conociste a Paula todo eso se fue de tu mente, pero sabes, cada una de esas cosas hizo que te quisiera un poco más, cada uno de esos detalles me hizo inmensamente feliz, ¿Recuerdas cuando me ayudabas con mis tareas de ingles? O cuando lanzabas maldiciones a todo aquel que me lastimase- dijo riendo mientras las lágrimas se escapaban.
Los momentos más dolorosos de mi vida eran cuando te enojabas conmigo, y me hacías la ley del hielo, y los más lindos eran cuando te amistabas conmigo y me dabas esos abrazos que me dejaban sin aire.
Romina estaba perpleja, ahora ella podía verla, tal como era, sin dolor ni odio.
-No tienes idea... de cuantas veces intente decirte que lo que sentía era diferente, tenía tanto miedo de que te alejes de mi que preferí ser tu amiga y quedarme a tu lado para siempre, porque no pensé que podrías fijarte en una chica. Y cuando me enteré que estabas con Paula sonreí y me alegre por ti mientras sentía que el corazón se me partía en dos.
Jamás voy a sentir tanto dolor en mi vida, quise decirte, quise llorarte, preguntarte que demonios me faltó para que me vieras como a ella, pero incluso en ese momento no pude decir nada.
-Lamento mucho que tu corazón se llenase de odio- dijo la anciana- Pero ahora tu corazón a quedado limpio, ahora eres libre.
Alexandra miró hacia el cielo y dio un profundo respiro.
-Estoy aliviada- dijo con melancolía.
-Ahora es momento de ser feliz- dijo la anciana con una leve sonrisa alejándose así del lugar.
-Señor- dijo Alexandra mirando hacia el cielo y cerrando los ojos sin dejar de apuntarse con el arma- Perdóname por lo que hice, mi corazón ahora está en paz, sé que no lo merezco pero... por favor, quiero otra oportunidad, una donde pueda ser feliz, señor dame el privilegio de olvidar todo. De vivir sin heridas del pasado, espero que me des la oportunidad de encontrar a alguien que ame, y que me ame también.
Romina empezó a acercarse y con cada paso que daba llegaban a ella vagos recuerdos de lo que Alexandra había mencionado.
- Espera, no tienes que morir - Dijo Romina algo nerviosa.
- Ya hice lo que tenía que hacer, por favor, no sientas pena por mí. Y gracias, aunque no te recuerde sé que no amaré a nadie de la misma forma.
La policía llegó, cuatro oficiales bajaron del auto y se acercaron.- Confesaré- Dijo Alexandra con tranquilidad- Secuestre a Romina y a Goran, fui yo quien intentó matar a Goran con los explosivos, fui yo quien secuestró a Aiko durante casi un mes, no tuve cómplices, todos los que me ayudaron fueron amenazados.
- Quedas detenida por--
- No caballeros, eso no será necesario, Te amo Jesa - dijo antes de dispararse.Romina soltó un grito de espanto al ver tal escena.
En busca de otra oportunidad.
Para ese entonces, su vuelo se había perdido y ahora no les quedaba más que regresar a sus casas y enfrentar lo que se vendría.