- Es un gusto verte amiga- Decía Romina mientras se apoyaba en el marco de la puerta en un intento fallido de verse sexy.
- A mi también me da gusto verte Rom, pero ¿Y Goran?
-No pudo venir- dijo tomando seriedad- falleció la madre de su mejor amigo y quiso ir a acompañarlo, quise ir con él pero me dijo que estuviese aquí contigo, además tampoco quise hacerte el desplante. Y para disculparse te envió un obsequio.
Romina entregó la caja de dulces que llevaba consigo, Aiko la recibió con una sonrisa.
-Siéntate aquí- dijo mientras acomodaba los cojines del sofá- Hice pastel de moras con cobertura de chocolate, tu favorito.
-¡¿En verdad?! eso suena bien- dijo sonriente.
Luego de una larga conversación entre risas, juegos y películas Romina decidió quedarse a pasar la noche en casa de Aiko.
-¿Crees que le caiga bien?
-¿A quién?
-A Goran
-Claro que sí, además ya le hable de ti y el tambien quiere conocerte y llevarse bien.
-Eso espero...
-Tienes miedo por lo de tus sueños ¿No es así?
-No quiero que crea que estoy loca
-Tranquila, ya le comenté de eso y enserio no tiene ningún problema contigo, todo estará bien te lo prometo yyy... si te trata mal solo dímelo y te prometo que buscaré a ese cretino y...
-Ya vale vale, no te pongas ruda.
Ambas rieron, habían sido amigas durante años y ambas prometieron quererse incondicionalmente por sobre todas las cosas.
Y poco a poco las risas fueron transformándose en bostezos.
Aiko abrió los ojos, se encontraba en el mismo punto de siempre, un lago que ella jamás había visto en su vida real, pero que aún así ella sabía lo que eso significaba, estaba soñando de nuevo.
-Elián...
Enseguida corrió, se subió a unas rocas, tenía la misma ropa que siempre antes de que empezara a soñar con su otra vida, un vestido gris y un saco negro, con unas balerinas. Pero esta vez se dió cuenta de un detalle importante, ahora el collar que le había regalado Elián colgaba de su cuello, con una sonrisa fijó su vista en el lago y saltó.
Se sumergió hasta llegar a lo más profundo, enseguida todo comenzó a volverse negro hasta que a lo lejos logró ver una pequeña luz, intentó llegar hasta ella y cerró sus ojos.
Los abrió de nuevo.
-Celine, lamento llegar tarde.
-No se preocupe señora María Luisa, ¿Está todo bien?- decía Celine mientras planchaba con las manos su larga falda verde musgo y acomodaba su camisa blanca.
-Sí hija, todo bien. ¿Podrías decirle a Elián que venga?
-Elián no se encuentra señora.
-¿Cómo que no se encuentra?
-Dijo que tenía que salir.
-¿Te dijo a dónde?
-Dijo que iría a un jardín
-Ese niño... seguro esta en ese jardín cerca de donde vive la dichosa Esthella.
-¿Esthella?
-Una muchacha hija de un amigo mío.¿Podrías ir a verlo? Es urgente que venga.
-Sí señora.
Así que era esto a lo que se refería cuando decía que estaba enamorado... yo creí que...soy una tonta...
Celine llegó al jardín que se le indicó, habían hermosas flores, se detuvo a ver unos girasoles impresionada por la belleza de estos, levantó un poco su falda para poder pasar entre las plantas teniendo cuidado de no pisarlas, a lo lejos en un pequeño arbusto se encontraba Elián, estaba con una jovencita de tez morena y de cabello corto ambos reían y conversaban de quien sabe.
Celine dudó muchas veces antes de acercarse, cuando por fin lo hizo la morena la miró con mucho fastidio.
-Elián ¿La conoces?
-Ella es Celine
-Ah... tu criada, ¿Qué cosa quieres? Tu patrón está ocupado ¿Estás ciega?
- Yo...- dijo penosa- no quería molestar...
-Pues ya viste que sí molestas, vete- dijo Esthella con una expresión de desagrado.
- Celine, vámonos- Dijo Elián un poco molesto.
-Ey no te vayas- protestó Esthella- Ibas a decirme algo importante.
- Sí, iba a cometer un error.
Elián y Celine se alejaron del jardín, ella estaba curiosa sobre qué era eso importante que le iba a decir pero no era capaz de preguntar, mientras caminaban el silencio comenzaba a hacerse más incómodo.
-¿Por qué me buscaste?
-Tu madre dijo que debía decirte algo urgente
-Entonces démonos prisa.
- Elián....
-¿Sí?
-Lo siento por eso importante que ibas a decirle a tu novia.
Elián rió un poco y la miró divertido.
-No te preocupes, llegaste en buen momento, estaba a punto de decirle sobre mis sentimientos. Agradezco que interrumpieras, estuve a punto de armar un lío.
-¿Entonces te arrepentiste de decirle?
-Sí. Ella no iba a tomarlo a bien.