Capítulo 38: Grietas

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*Midas*

Ya es de noche, estoy en mi oficina sentado en mi silla, tengo mis codos sobre el escritorio y mis manos juntas sosteniendo mi frente, mis ojos están cerrados y de vez en cuando una lágrima se sale. No puedo resistir el sentimiento de un corazón roto, me duele... me duele su traición. Sabía que cuando me enamorara esto pasaría, el amor no es para mí y menos por quien soy. Me levanté y abrí los cristales de la estantería donde tengo mi arsenal. Tomé mi subfusil de tambor y dos pistolas, las puse sobre mi escritorio pensando que mañana se llegaría un día como el de hace un año. Estaba cansado y devastado pero no podía quedarme otra noche más sin dormir o sería un problema para estar en todos mis sentidos mañana.

Caminé lento hacia el helicóptero, avanzaba contemplando la catástrofe que pude haber causado de no ser por santuario. Ya era la segunda vez que el salvaba está isla de mi, a santuario nunca lo había nombrado un agente principal no porque no lo mereciera, si no porque el tenía la capacidad para estar en mi lugar. Si algún día me pasaba algo lo dejaría a el como jefe. Llegué hasta el helicóptero, subí y lo encendí, era el día más eterno de mi vida. Podía sentir cada minuto pasar y cada latido que mi corazón emitía era de la más pura tristeza.

Llegué a mi casa después de no haber regresado por varios días, caminé dentro y subí las escaleras. Estaba abriendo la puerta de mi recamara pero me detuve volteando a la habitación donde se había quedado Jey anteriormente. Di la vuelta adentrándome ahi, podía sentir como su escencia aún seguía después de tanto tiempo, me senté en esa cama y pasé mi mano sobre la almohada - Jey... espero que estés bien a pesar de todo - es innegable el amor que siento aún pero desde siempre estuve destinado a vivir bajo el frío de este oro. Me recosté pensando inevitablemente en ella para después quedar profundamente dormido.

*Santuario*

Estaba cerca de Setos Sagrados encima de un árbol, sentado en una rama recargado en el tronco de ese enorme árbol. Ajustaba mi ballesta para lo que se venía mañana pero la mayor parte de mi mente la tenía ocupada por jey ¿Cómo fué capaz de hacer eso? Aún restregandole las pruebas se atrevió a negarlo, al parecer nunca terminamos de conocer a las personas... y lo peor es que me enamoré de ella y lo sigo estando a pesar de que sabía que estaba con Midas. Pero ese solo era sentimiento mío y no tenía la más mínima intención de revelarselo a nadie.

Después de unos 30 minutos empecé a ver cómo los hombres que habían permanecido en la ciudad se estaban disolviendo, tirando sus armas y sacándose los chalecos antibalas. Eso me confundió demaciado, sombra no dejaría una ciudad solo de un momento a otro ¿Lo habrán traicionado? Serán desertores... me bajé rápidamente cuando ví que uno de esos hombres pasaría por el lugar donde estaba. Me escondí detrás del árbol y cuando pasó justo en frente lo tomé por la fuerza poniendolo en contra del árbol y le apunte con mi ballesta en forma amenazadora.

- ¿Que está pasando? ¿¡Por qué dejan sus puestos!?

- N-no lo sé, solo recibimos el aviso de que éramos libres y ya no teníamos que servirle al señor sombra. Por favor no me mate por fin podré ir con mi familia - me suplicaba por su vida, pero no tenía intención de hacerle daño

- ¿¡Qué está planeando sombra!? ¡Dímelo!

- ¡No lo sé! ¡No lo sé! Por favor tenga piedad. Nosotros como simples soldados no sabemos nada solo seguíamos ordenes... por favor

«¿Son libres? Por qué los dejaría ir» - ¿Quién está detrás de esa máscara? ¡Quien es sombra!

- ¡P-por favor! D-déjeme ir... yo no lo sé n-nadie lo sabe p-por lo que hemos escuchado el único q-que conoce su rostro es alguien llamado Hugo, es como su mano derecha o algo así 

Midas-Bajo el frío del OroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora