/flashbak/ (N/A: continúan los recuerdos de Drako)
Drako sabía que siempre era lo mismo. Cada dos semanas, la directiva del orfanato autorizaba a salir a algunos de sus niños siempre y cuando sus hermanos mayores tuvieran doce años y aceptaran hacerse cargo de ellos. Estaba terminantemente prohibido que ambos hermanos se separaran. Cualquier separación era severamente castigada.
Ese año Drako había cumplido los doce años. Su lazo con Frieda se había fortalecido debido al carácter solitario del muchacho. Los juegos de los otros chicos de su edad le aburrían profundamente, y eso le hecía antipático a sus compañeros. Sin embargo con Frieda se sentía acompañado, como si realmente ella fuera su hermanita.
Cada vez que iban al pueblo de Aashta, notaba como los adultos apartaban la mirada al ver a Frieda. Algunos lo disimulaban, pero otros le lanzaban horribles miradas y luego desviaban la mirada. Al principio Drako creía que Frieda no se daba cuenta, pero pronto descubrió que la pequeña guardaba un secreto y que poco a poco la tristeza y obscuros remordimientos la embargaban. Sin embargo, cada vez que intentaba hablar del tema, ella sonreía disculpándose y desviaba el tema o se alejaba fingiendo que no había oido.
Pero esa semana fue diferente. Unos niños que molestaban siempre al solitario Drako, lo habían obligado a comerse una fruta de apariencia dudosa y que para colmo sabía horrible. Se alegró mucho de no enfermarse del estómago, y pronto lo olvidó. aunque seguía preguntandose de donde demonios habían sacado una fruta así de extraña.
Una mañana, esa misma semana, al llegar al pueblo, las reacciones de la gente se mostraban aún más hostiles. Pero debajo de la hostilidad, se percibía un terror indescriptible. Nadie hablaba con nadie y todos parecían tener prisa por volver a sus casas. Drako comenzaba a ponerse nervioso cuando una risa cruel le erizó los vellos de la nuca.
-Vaya, pero si es la pequeña Frieda…-los pueblerinos se refugiaron de inmediato en donde pudieron. Se acercaba un hombre fornido, de aspecto despiadado seguido por otros tipos de la misma calaña.
-Piratas…-masculló Drako mientras protegía a Frieda. No sabía de dónde conocía ese tipo a su hermanita, pero era obvio que no debía dejar que se le acercara.
-Padre…-la voz de Frieda sonó asustada en sus oídos, pero no había nada de cariño en esa voz, más bien se percibía el odio.
/Fin del flashback/
-Oi Chopper, pero ¿Por qué Frieda pudo herir a Ace?-preguntó Usopp al recordar a los logia con los que se habían topado: Smoker y Aokiji, ambos podían manipular su cuerpo de acuerdo a su fruta… se le hacía absurdo que Ace hubiera sido vencido con algo así.
-Era kairoseki- comentó Robin mientras Chopper le curaba un par de rasguños que tenía.- Un arma de doble filo, alguien con una akuma no mi no debería usar un arma de kairoseki, aunque siendo ella lo que es no me sorprende…
-¿Pero por qué no le afecta a ella?-preguntó Kohza.
-Porque para que le afecte, haría falta que tocara directamente la hoja de la daga… mientras no la toque, el kairoseki no le hará nada. Crocodile tenía jaulas de kairoseki, si mal no recuerdo los encerró alguna vez en ellas-comentó como si nada provocando reacciones un tanto psicópatas a las que respondió con una sonrisa.
-Shi shi shi es verdad, solo cuando la tocaba me afectaba directamente.
-Aún así, Frieda no puede llevar por tanto tiempo esa daga, porque aunque no directamente, puede alcanzar a minar sus fuerzas un poco-agregó la arqueóloga.
-Me preguntó dónde estará…- gruñó Nami, seguí molesta por haber sido vencida con su propia técnica.
-Probablemente oculta, pero no dudará en regresar para atacar a Ace...- todos miraron a la ojiazul aterrados, ¿Como sabía eso? Robin suspiró... había llegado el momento de decirles la verdad a todos. le diriigio una mirada a Sanji, Zoro y Franky, y los tres asintieron.- Hay algo que deben saber sobre Frieda... y sobre Drako...
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Estúpida mujer ¿La amo?
FanfictionSpoiler:Robin se harta de las groserías de Zoro y le aplica la ley del hielo...¿Qué pasara con Zoro? ¿Se disculpara? Una amenaza se cierne sobre los mugiwara... ¿Él es un mercenario? Autor: Nemo Robin