Drako observaba la escena, aparentemente con aburrimiento. Nadie podría percibir la lucha interna que se llevaba a cabo en su interior. Podía ver a Chopper y a Sanji, inclinados sobre Frieda, dándole un poco de primeros auxilios. Los brazos de Robin lo tenían inmovilizado pero eso no importaba mucho. A decir verdad, dudaba que le llegara a importar algo más en el mundo. El único lazo que mantenía con el mundo yacía herido por sus propias manos. Sin Frieda, desaparecería por completo el pequeño rastro de humanidad que aún habitaba en él. Sabía que la herida no era de gravedad, su intención había sido matarla, pero en el último momento se retractó y solo la hirió. Si el reno era tan hábil como proclamaban, Frieda no estaría en peligro.
Dirigió su mirada hacia Akainu, quien discutía con Aokiji sobre si debía o no matar a Nefertari Vivi. Drako recordó como Aokiji había "capturado" a Robin, y sabía que no le habría costado ningún esfuerzo vencer a Zoro. Había sido engañado por el almirante. Aokiji, por una razón inexplicable, estaba del lado de los mugiwara. Al menos por esa ocasión. Tal vez debería advertirle a Akainu, decirle que frente a él estaba un traidor. Entonces decidió que eso no cambiaría mucho las cosas. Aún sin ese dato, la rivalidad entre ambos almirantes era más que latente, y podía notar como no tardaría en iniciar una lucha entre ambos.
Posó su mirada hacia la mujer causante de todo, Nico Robin. La mirada de Robin era firme y parecía taladrarlo. Luffy se encontraba junto a Nami y Kohza, ayudando a Vivi a ponerse de pie. Usopp y Franky, ajenos a la observación del mercenario, no quitaban el ojo de ambos almirantes, preguntándose qué pasaría a continuación. Ace fingía estar distraído, pero no dejaba de observar tanto a Drako, como a sus nakama, y de tanto en tanto prestaba atención a la conversación de ambos almirantes.
Drako cerró los ojos. Comenzó a preguntarse si realmente, su destino sería siempre estar solo…
/Flashback/
Drako recordaba muy poco de su infancia. Cuando dirigía sus pensamientos en retrospectiva, siempre aparecía ella, la que había sido su ángel antes de conocer a Frieda. Su pequeña hermana, Inoue. Había tenido que pasar por muy duras pruebas. Primero, su madre había muerto al darla a luz. Su padre había caído en una especie de depresión. Solía culpar a la niña de la muerte de su madre y se dedicaba a hundirse en alcohol. Drako siempre se había ocupado de cuidar de su hermanita, Inoue siempre había sido de constitución enfermiza, y los doctores le auguraban que no sobreviviría.
A pesar del negro futuro que se cernía sobre ellos, Drako era feliz con su hermanita, y su padre, cuando esta sobrio, algunas veces volvía a ser como él lo recordaba. Tal vez no eran una familia perfecta, pero al menos eran aún una familia.
Sus vidas cambiaron bruscamente con la llegada de unos piratas al pueblo. Al principio solo se dedicaron a saquear y embriagarse, pero pronto, deseosos de otras diversiones, les dio por cazar a la gente. Si veían alguien que les diera la gana perseguir, se daban a la tarea de perseguirlo con sables y todo tipo de armas hasta que lo acorralaban y lo mataban. Fue así que un día el padre de Drako no volvió.
Unos vecinos se hicieron cargo de ambos niños desde entonces, pero todos vivían con temor de lo que pudiera pasar. Los piratas al parecer no tenían ninguna intención de irse.
Una mañana la pequeña Inoue salió a comprar algunas cosas. Debido a su gracia infantil y a la ternura que inspiraba, a alguno de los piratas se le ocurrió que pagarían un buen precio por ella en un mercado de esclavos. Los gritos de la pequeña fueron en vano, los piratas abandonaron el pueblo llevándosela con ellos. Drako estaba desesperado. Jamás volvió a saber nada de su hermana. Lo más probable era que ella hubiera muerto.
Una profunda amargura se apoderó de él a pesar de su corta edad. Se hizo un joven totalmente aislado. Sus padres adoptivos, preocupados por ello, creyeron que tal vez en compañía de otros niños volvería a ser el de antes. Lo llevaban al orfanato de vez en cuando, pero Drako jamás se integraba con los otros niños. Poco después, sus vecinos murieron y él pasó a ser un habitante más del Orfanato de Aashta. Todos los días de su vida eran lo mismo. Levantarse y sentir el enorme dolor que le causaba haber quedado solo, y al mismo tiempo, no ser capaz de solucionarlo. No quería relacionarse con otros niños por temor a encariñarse con ellos y quedarse nuevamente solo. Eso sí que no lo podría soportar. Sí de todos modos iba a quedarse solo ¿No sería mejor estar solo desde el principio? Sin embargo, al cumplir los nueve años, le comunicaron que tendría que hacerse cargo de algún niño pequeño. Sabía que no tenía otra opción, y se decidió a que no se mostraría muy amable. Sin embargo, quedó desarmado al observar como aquellos enormes ojos, de color gris, llenos de dolor y tristeza lo observaban. Frieda logró entrar en su corazón sin esfuerzo. Se descubrió a si mismo sonriendo por primera vez en mucho tiempo. En ese momento supo que siempre cuidaría de ella.
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Estúpida mujer ¿La amo?
FanfictionSpoiler:Robin se harta de las groserías de Zoro y le aplica la ley del hielo...¿Qué pasara con Zoro? ¿Se disculpara? Una amenaza se cierne sobre los mugiwara... ¿Él es un mercenario? Autor: Nemo Robin