Capitulo 27:Saijō Ō Wazamon.

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Luffy comenzó a tronarse los nudillos, pero entonces una figura alta se paró frente a él.

-No interfieras Mugiwara, aún no terminaba de hablar con Akainu – la voz de Aokiji sonaba pasiva, pero incluso el mismo Luffy, decidió quedarse en su lugar, al menos por esta ocasión. Usopp suspiró aliviado, si los dos almirantes se mataban entre sí, mejor para ellos. Volteó a ver a Zoro, que ya había comenzado a pelear con Drako. La pelea estaba bastante igualada, pero el tirador estaba acostumbrado a confiar casi ciegamente en Zoro, así como hacía con Luffy y Sanji. Sabía que el peliverde no perdería esta batalla.

Frieda se puso en pie, ayudada por Sanji, y se dispuso a ver las peleas. Akainu le importaba un rábano, pero no podía dejar de preocuparse por Drako. Al igual que Usopp, solo que de manera contraria, ella confiaba ciegamente en las habilidades de Drako. Aún así, sabía que Zoro era un rival temible.

-Karue, lleva a Vivi y a Kohza al Palacio inmediatamente – ordenó Luffy. –Si llegan más marines, será comprometedor que encuentren a Vivi en esta situación.

-Luffy…- Usopp volteó a verlo con respeto. Luffy era todo lo baka que quisiera, pero de que era un gran líder, era un gran líder.

-Tiene razón, deben partir –Nami volteó a ver a su amiga y le dedicó una sonrisa.

-Pero…-Vivi se negaba a dejar solos a sus nakama. Kohza miraba alternativamente a los mugiwara como a Vivi.

- Sería absurdo que todo el coraje y empeño que pusiste por salvar a tu país de la Baroque Works, se vayan al diablo solo porque actúes como una chiquilla y no como una reina – comentó Robin con esa voz tan suave e insultante a la vez. Kohza la fulminó con la mirada y Vivi se quedó fría, como si Robin le acabara de pegar una bofetada. La arqueóloga sonrió, antes de darle la espalda.

-Ella tiene razón, shishishi, prometemos que te iremos a ver pronto, Vivi.-Luffy sonrió abiertamente, transmitiéndole toda la serenidad que podía darle a su nakama. Vivi le devolvió la sonrisa.

-Como usted ordene, senchou –bromeó traviesamente. Le dirigió una mirada a Zoro, el cual mantenía una expresión psicópata y divertida a la vez. Era claro que disfrutaba la pelea.- Despídanme de mr. bushido.-pidió, luego abrazó a cada uno de sus nakama. Al llegar frente a Robin, no supo qué hacer. El rostro imperturbable de Robin, no ayudaba mucho… jamás entendería a esa mujer, y por tanto no sabía si abrazarla o no…

- Hasta luego, princesa –Robin le extendió la mano. Era claro que un abrazo entre ambas hubiera sido un tanto incómodo, pero al menos, podían despedirse con un cordial apretón de manos.

Zoro y Drako (en su forma humana) estaban completamente enzarzados en su pelea, no podían concentrarse en algo que no fuera intentar encontrar un hueco en la defensa del otro. Incluso con tres katana, era difícil para Zoro. Sobre todo, tomando en cuenta, que Drako también tenía una katana maldita.

-¿Qué tal si continuamos esto donde nos quedamos? –comentó el espadachín al ver que la pelea no avanzaba para nada, y ansioso por volver a pelear contra Drako usando sus katana al máximo- Kyūtoryū –comenzó a hacer movimientos. Sus nakama voltearon al percibir cierto cambio en el ambiente. Incluso los almirantes interrumpieron su batalla. De no ser porque todos prestaron más atención, no se habrían percatado de que todo sonido había desaparecido. Luego, la reacción general, fue creer que alucinaban, ya que ahora parecía que Zoro tenía tres cabezas y seis brazos. Antes de que se repusieran de su sorpresa, pudieron apreciar como Drako tomaba su forma híbrida, comenzó a realizar movimientos con su espada y sucedió lo mismo que con Zoro. Un aura igual de aterradora comenzó a brotar de él.

-Pandemonium- dijo Drako en voz relativamente baja, pero debido al silencio reinante, su voz resonó y todos lo oyeron perfectamente. Akainu sonrió preuntuosamente:

Estúpida mujer ¿La amo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora