Capítulo 12

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Alejandro tenia que viajar a Aruba por negocios, invito a Ingrid, quería pasar su tiempo con ella. Fueron a la isla, Ingrid no había tenido la oportunidad de conocer el mar. Fueron unas vacaciones hermosas para ella. Alejandro practicaba buceo y le gustaba surfear, esta isla era ideal para ello. Para Ingrid esto era nuevo, pero le gusto el buceo, nadar con las aletas era algo incómodo. El tubo de snorkel o de buceo era muy incómodo. Se dedico a disfrutar, siguió su papel de esposa amorosa, no había más esposa más enamorada de su marido. Alejandro la noto tranquila.

—Esposita te veo muy relajada, me encanta que estés así.

—Esposito, pero no soy la única feliz, mira a Toby no se cambia por nada. Le compre una gorra, pero no se la deja.

—Jajaja ese nuevo miembro de la familia si es un caso, caso perdido diría.

—Jajaja, pero no me doy por vencida sigo educándolo. Mira lo que le enseñe. Toby ven, Toby grito, pero Toby seguía jugando con las aves de la playa.

—Claro como lo tienes de entrenado, te hace un caso. Jajaja.

Ingrid se encontró de repente asiéndole cosquillas. Lo tumbo de la silla, se sintió fuera de sí, Ingrid trato de incorporarse, pero Alejandro la tomo por la cintura y la derrumbo junto a él, rodaron unos segundos por la playa, terminaron en un romántico beso, interrumpido por Toby.

—Toby no, Toby no me muerdas le decía Alejandro alejándolo, pero el molesto seguía tratando de morderlo.

—Toby, Ya Toby cálmate, dame la patica. Toby que me des la patica, como te enseñe.

—Esposita deberíamos colocar una escuela para entrenar perritos. Tu si sabes de esto. Dijo Alejandro riéndose

—Deja de burlarte le dijo dándole un golpe en la mano.

Alejandro sentía muy cómodo con esta vida que llevaba, Ingrid hacia una buena labor de esposa. Todo trascurrió en calma.

La deseaba, parecía en su luna de miel, el la tomaba cada vez que se le antojaba. Hacían el amor a la luz de la luna, en la habitación, le encantaba sentirla suya, arrancarle gemidos de placer. Se sentía seguro. Quería saciarse de ella.

Alejandro atendía sus negocios, Ingrid se la pasaba con Toby en la playa.

Ingrid recibió la llamada de su padre.

—Hola hija. Como va tus vacaciones y Alejo que tal.

—Hola papá muy bien, todo muy bien y tu como estas.

—Bien, no tan bien como tú, vamos a hacer directos, hable con Alexa, se de su teatro, necesito que me ayudes con Alejandro que me apruebe mis contratos sin tantos arandelas o aranceles. Dejo todo en tus manos.

—No, yo no podría, te toca que hables con Alexa. Le colgó, llamo a Alexa

—Que jodencia la tuya, ahora que te pasa.

Alexa tu padre quiere que Alejandro le apruebe un contrato.

—No. No lo puedo creer, quiero descansar, por eso estoy aquí alejada de todos, pero no me dejan. Soluciónalo, no le vuelvas a contestar.

—Cuando regresas.

—Que sirirí, no sé, que necesitas, ya le consigné a tu madre. No le contestes a mi madre, ni a mi padre, yo los mande para sus tres mierdas.

Ingrid colgó, ahora si comprendía a Alexa. Alejandro estaba discutiendo por el teléfono. Ella se mantuvo al margen se fue con Toby a la playa.

Alejandro estaba descansando, Ingrid se acostó al pie de él, la brisa de la playa jugaba con su pelo.

Alejandro la beso colocándolo encima de él. Lentamente le acaricio una pierna, le subió la mano por su zona intima. Ingrid se estremeció, lo empujo quitándole la mano.

—Alexa como eres de mojigata, antes no eras así. Esta vez le cogió uno de sus senos.

Alexa le retiro la mano.

—No. mira nos están observando. Me da pena.

Alejandro tomo una toalla y cubrió a Alexa.

—Sera suficiente esta toalla, quiero hacer el amor contigo, te deseo en este momento.

Ingrid no dijo nada solo lo beso, se dejo penetrar, suavemente, miro a su alrededor y no vio a los guardaespaldas, les dejaron un espacio para su intimidad.

Sentía como Alejandro la penetraba con fuerza, haciéndola gemir, quiso acallar sus gritos, pero Alejandro continuo con mayor ímpetu. Le acaricio sus senos, le beso el cuello. La penetro fuertemente cogiéndola de sus caderas, la toalla se deslizo, Ingrid se olvidó de su pudor, el placer la hacía moverse rápidamente al compás de Alejandro, sus gemidos fueron más intensos, su cuerpo se inundó de sudor. Sintió como se desarrolló, Alejandro se apodero de sus labios, lo sintió morder su labio inferior. Alejandro se desarrolló así, arrancándole un ultimo gemido, esta vez no fue de placer si no de dolor.

La atrajo así el.

—Esto es para que no seas tan mojigata. Tus gritos los escucharon hasta los peces marinos.

—No me gusta que me muerdas, como eres de brusco. Lo dijo dándole la espalda.

—A mi me encanta, me encanta oíste, esta es mi forma de castigarte por negarte a estar conmigo.

—Qué pena contigo, pero la esclavitud la abolieron hace rato.

Alejandro la abrazo. La apretó junto a él con fuerza.

—Yo serio tu esclavo sexual con gusto. No me quejaría, ni interpondría una tutela, querella, ni nada parecido. La única condición que pongo, es que jamás me digas que no. Que te entregues toda a mí.

—Esposito, sabes donde esta Toby. Yo de ti me preocuparía por lo que está haciendo.

Toby estaba jugando con las zapatillas de Alejandro. Las mordió, las dejo un desastre.

—No me importa acaba con esa y aquí tienes la otra zapatilla. No me gustaba, no se si era el color o la marca.

Ingrid se durmió abrazada por Alejandro y arrullada por la brisa y el ruido del mar.

Enci Silva

MARIONETAS DEL DESTINODonde viven las historias. Descúbrelo ahora