Capítulo 18

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Alejandro se sintió preocupado, llamo inmediatamente al abuelo. Le informo que Ingrid estaba embarazada.

—Abuelo y para variar tu hijo Roberto y tu querida nuera lo sabían, ellos trataron de negociar, quería que Ingrid les vendiera él bebe.

—Alejandro estos asuntos no se pueden tratar por teléfono, tráeme a la madre de Ingrid.

El abuelo llamo a los hombres que se llevaron a Ingrid. Ordeno que la trajeran de nuevo a la mansión.

Alejandro le dijo a Azucena que lo acompañara donde el abuelo.

—Mi abuelo es el único que puede devolverle a su hija.

—Hijo vamos, hagamos caso, las cosas no se pueden poner peor.

Luis subió al carro a regañadientes.

Cuando llegaron a la mansión el abuelo le dijo:

—Alejandro sigue, señora siga, buenas tardes.

—Señor como esta, mi nombre es Azucena soy la mamá de Ingrid. yo solo le pido que me devuelva a mi hija. Se que ella hizo mal. Yo también hice mal en apoyarla. No sabe cómo me arrepiento.

La señora Azucena lloraba amargamente.

—Cálmese mi señora. Por favor siéntese. Quiero preguntarle algo, pero respóndame con la verdad. Dijo Alfonso

—Ingrid huyo, sabe usted para donde ella podría irse. Tenemos que localizarla, ella esta corriendo peligro, hay personas que saben que ella está embarazada y podrían secuestrarla para sacar provecho. Dijo Alfonso

—Dios mío, ella quería irse para la costa, para donde unos familiares. Dijo Azucena

—Le voy a pedir a una persona de confianza que vaya para allá e investigue. Dijo Alfonso

Azucena vio llegar a un hombre, lo observo por la ventana, ella lo conocía muy bien. Se agacho y le dijo a Alejandro.

—Ese hombre. lo dijo nerviosa —yo lo conozco, ayúdeme a esconderme, el no me puede ver.

Alejandro la tomo de la mano y se dirigió hacia el jardín.

—Abuelo llego Roberto es mejor que el no vea a la señora Azucena, vamos al jardín.

Roberto se dirigió a su padre.

—Hola padre, necesitamos terminar con el ciclo de mi hija, ella esta desesperada con Alejandro. Dijo Roberto

—Alexa hizo muy mal en engañar a Alejandro, ahora tenemos que calmar las cosas, que tenga paciencia, toda acción tiene consecuencias.

Alejandro aprovecho para interrogar a Azucena. Se sentaron en una silla del jardín.

—¿De donde conoce usted a Roberto, el señor que acaba de llegar?

—Ese señor si es malo, el es una mala persona y la esposa de el igual. Ellos se robaron a mi hija. Dios mi hija debe tener veinte años. Lloro llevándose la mano a la cara

—¿Se robaron a su hija? Pregunto Alejandro

—Es una larga historia, demasiado larga y dolorosa. De nuevo sollozo Azucena

—Tengo tiempo, cuénteme. Dijo Alejandro, ordeno al mayordomo traerles una copita de vino tinto.

—Mi esposo trabajaba viajando, era un visitador médico, vendía medicina para la zona costera. Se enfermo del corazón, su operación Valia mucha plata, no tenía suficiente, está embarazada, nació mi pequeña, mi cuñado trabajaba como chofer de la señora Margarita la esposa de don Roberto, ella no podía quedar en embarazo así que buscaron un vientre sustituto, mi cuñado le dijo que yo podría ayudarle, yo acepte se lo juro que fue por mi esposo. Fuimos a un centro médico me realizaron el procedimiento y quede en embarazo. Pero ella no aporto sus óvulos, fueron con los míos, o sea que esa niña también era mía.

—La puta madre, esa niña debe ser Alexa.

—No... No esa niña es Ingrid.

—Como esto es de locos, sabe lo que está diciendo.

—Si tengo pruebas, esa porquería de Don Roberto se enteró, y me la robo, pero no se llevo a la que era se llevo fue a mi niña, la bebe de él, estaba recién nacida y se llevó a la más grande. Timbraron a mi puerta, yo abrí era unos vendedores, yo les dije que no estaba interesada, no me acuerdo de más, me durmieron con escopolamina y se llevaron a la niña equivocada. Dios mío como me duele, yo lo busque, pero como podía hallarlo, a mi cuñado le dieron una buena tajada, mi esposo lo operaron, con toda esa confusión, nos quedamos con la beba recién nacida ella también era mi hija. Mi esposo quedo bien los primeros años estuvo bien, quede embarazada de mi segundo hijo y fue cuando su corazón empezó a fallar, murió de un paro cardiaco, quede embarazada, sin recursos y con mi niña de dos años. Le agradecí a Dios que mi otra niña estuviera bien, ella tenia lo que yo nunca podía darle. Lloro, sus lágrimas limpiaron sus ojos y su corazón descanso, por fin había contado un secreto que la estaba matando.

—No se preocupe. Le juro que yo voy hacer todo lo posible y hasta lo imposible para recuperar a Ingrid. Espero que ese hijo sea mío.

—Si señor, eso se lo juro, el hijo que esperan mi hija es suyo. Ella jamás tuvo novio, solo se dedicó a su estudio y al trabajo.

—Vamos a hablar con el abuelo, el se tiene que enterar de la joyita que es su hijo.

Don Alfonso se sintió muy conmocionado, no podía creer, su hijo hacia calaverada tras calaverada.

—Espermatozoides congelados. El que hizo eso fue mi hijo Gerónimo. Él quería tener hijos así, Roberto tenía su esposa.

El abuelo inclino la cabeza. Llamo a su mayordomo y ordeno traer a su hijo Roberto. Azucena se paró alarmada.

—Yo me voy, ese señor dijo que si me volvía a ver me mataba.

—No señora usted se queda aquí. No se preocupe yo le garantiza que no le va a pasar nada.

—Tranquilice señora, él no va a poder hacerle nada, acaba de quedar fuera de combate, usted lo acaba de noquear.

Enci Silva

MARIONETAS DEL DESTINODonde viven las historias. Descúbrelo ahora