Capítulo 15

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El papa de Alexa quería callar a las dos jóvenes, no las dejaba hablar, Alejandro se dio cuenta que su suegro tenia las cartas en la mesa, todo se le había dado como él quería.

—Alejo que hacemos, No podemos dejarla ir así nomas. Sabe de más.

—Roberto no creo que lo que sepa le sirva de algo. Dijo Alejandro

—Bien, llévesela les dijo a sus hombres.

Uno de los guardaespaldas tomo por los brazos a Ingrid la ayudo a levantarse, la subió a uno de los autos.

Fue llevada hacia el puerto. Allí fue subida a una lancha, se alejaron rápidamente.

Llevaba una hora de viaje cuando el abuelo de Alexa los llamo.

—Suéltela y tráiganla a mi mansión.

—Si señor como ordenen.

Ingrid escucho la orden y pensó que habían decidido eliminarla, se lanzó al agua, nado como si no hubiera un mañana. Ella había practicado buceo, se dentro dentro de las aguas, nado, nado aguanto lo más que podía la respiración. En minutos no escuchaba el ruido del motor, solo el ruido de las olas. Estaba decidida a huir, sabia que esta era su única oportunidad, de ella y de su bebe. Se quito las zapatillas le pensaban.

Se sentía cansada, sus pulmones se sentían reventar, cuando estrenaba tenis se exigió al máximo, hizo lo mismo, "tú puedes más, no seas floja, nada tu tienes que poder" sus pensamientos eran un torbellino. "Virgencita santa, yo se que no soy muy devota, he cometido muchos errores, pero perdóname, quiero otra oportunidad por favor, dame fuerzas para seguir luchándome, yo se que me olvide de ti, no te olvides de mí, Ayúdame, socorro me, apiádate de mí, me entrego a ti"

Se esforzó un poco más, nado lentamente, floto, se dejo llevar por el mar. Vio luces, se asustó pensó que los hombres que la tenían secuestrada la habían localizado. Se dio la vuelta y nado boca arriba, respiro profundamente, lleno de aire sus pulmones, se tranquilizó. Se dio la vuelta y se hundió, se refugió en las aguas, las olas eran sus cómplices. De repente toco con sus manos unos lazos, se sintió en una red. Se asusto su corazón se agito, trato de liberarse, no lo logro, estaba atrapada en una red. Lucho con las ultimas fuerzas que le quedaban por liberarse, se dio contra la madera de una barca. Sintió un fuerte dolor. Sus ojos se nublaron no sintió nada más, Se sentía mareada, escuchaba la voz de un hombre, después la de un niño. Abrió los ojos lentamente. Vio a varios hombres, estaban vestidos muy informarles, busos blancos, sudaderas, pies descalzos. Tenían atarrayas, se dio cuenta que era un barco pesquero, el olor de pescado le tenía inundada la nariz.

—Seño, como se topa.

—Que susto que nos pegó, Dios santísimo, pensamos que habíamos pescado una sirena.

—Esta bien niña, tranquila somos gente buena.

Ingrid no respondió solo asistió con la cabeza diciendo que sí. Le dieron a tomar agua dulce, tenía los labios resecos. Se trato de incorporar, sus ropas eran un desastre.

—Seño, nosotros vamos para el puerto, que le paso, la policía nos va a preguntar por usted. Quien es usted.

—No sé, no me acuerdo.

Ingrid lloro le dolía el cuerpo, tenía un golpe en su cabeza. Estaba un poco confundida.

—Déjala Compadre esta atolondrada. Tranquila niña compóngase, ya casi llegamos al puerto.

Al llegar había mucha gente, era un puerto muy concurrido. Los pescadores, la gente que venía a vender, hacer trueques. Ingrid los miraba confundida, después de desmayarse perdió su memoria. Esto se debió al terror que sintió al verse apresada. Los pescadores que la rescataron habían cogido Salmon. Les había ido muy bien. Luis estaba satisfecho.

—Pobre muchacha, se ve como enfermita. Vamos a ayudarle.

Ingrid se encontraba perdida, no sabía qué hacer.

—Misia (termino que se utiliza en la costa para decir señora) se quiere ir con nosotros, mientras decide que hacer. Le dijo Luis. Un señor moreno, teñido por el sol. Pelo lacio, ojos cafés, dientes salidos, labios pronunciados.

—Si señor dijo Ingrid con voz apagada.

—Jorgito dale la mano a la Misia y nos vamos para el rancho.

—Si apa (termino que se utiliza para decir Papá), vamos pues le dijo a Ingrid el jovencito tomándola de la mano.

Ingrid se dejo llevar por Luis, camino vio casas de madera, la gente del puerto la veían como vicho raro. Al llegar a la casa Luis saludo a su madre.

—Bendición Ama. Mire lo que trajimos a una holgada. Bueno naufraga.

—Hola Luis, yo si decía, con quien carajo viene mi mucho rejo. Una naufraga.

Se le un dio su canoa, pero ella no es de por aquí.

—No. como se le ocurre, mi ama si es charlatana, no si cuando la cogimos con la atarraya, pensábamos que era una sirena. Se nos quito el susto cuando le vimos las piernas.

—Ama tengo un filo(hambre). No mi estomago se retuerce.

—Siéntese pues, y la naufraga no habla.

—Señora, como esta. Dijo Ingrid

—Bien misia, tranquila siéntese, somos pobres pero honrados.

—Si señora, es que no me acuerdo de nada, ¿usted dice que no soy de aquí?

—No misia, usted no tiene pinta de ser de por aquí, mire esas manos de reina que tiene. Su cabello tan bonito, y su piel. A pesar de caer en esa agua salada, esta muy bonita. Se le acerco y le trato de abrir la boca. —Abra su geta. (boca)

Ingrid la miro aterrada, pero abrió la boca.

—Si ve mijo tiene todos los dientes completicos.

—Hola vieja, si es una riquiña, ya lo sabía, pero deme algo par la hambruna. Después nos ocupamos de ella. Dijo el hombre sentados en un taburete.

Enci Silva

MARIONETAS DEL DESTINODonde viven las historias. Descúbrelo ahora