Capítulo 9

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Ingrid se despido de todos amablemente, se dirigió ala puerta, bruno la siguió, se pegó sigilosamente a ella.

—Deja que te acompañe. Lo dijo tomándola por un brazo

—No, ya te dije que no, trato de soltarse, pero este le apretó fuertemente.

—No se a que juegas, hace rato que no me dedicas tiempo, deja ya de jugar a la esposita.

Ingrid lo empujo y trato de soltarse, Alejandro venia detrás y vio el forcejeo entre ellos.

—Bruno, suelta a mi mujer, que te pasa.

—Me estas haciendo daño, suéltame.

—Suéltala que te pasa, estamos en un lugar público le dijo Gerardo.

Bruno la soltó, Alejandro la tomo de la mano y salieron los dos del restaurante.

—Estas bien le pregunto.

—Si, será que esta tomado. Se pasaría de tragos.

Bruno la escucho y se puso detrás de ellos, cubriéndose con su hermano, le toco las nalgas a Ingrid. Ingrid le dio un puño, Alejandro volteo.

—Que te pasa huevon. Quieres amanecer arruinado, no te pases, piensa lo que estás haciendo.

El hermano de bruno intervino.

-Calma jóvenes, mañana mojaremos prensa si seguimos así. Hermanito vámonos, discúlpenos. Alexa que pena contigo. Mi hermano últimamente se le olvido comportarse, de caballero paso a ser un completo caballo o Asno. Que tenga buena tarde caballeros y dama.

Ingrid acabo de entender, Alexa era amante de Bruno, no había otra explicación.

Ingrid fue al centro comercial, busco un almacén de marca. Quería un vestido elegante, Alejandro tenia un coctel en la empresa y quería que la acompañara. Al entrar Ingrid, sufrió el escaneo, que sufren algunas mujeres, que dentran a algunas boutiques, la miraron de arriba abajo.

—Buenos días.

—Buenos días señorita busco un vestido dijo Ingrid.

—Si señora, la miro y se quedo mirando al chofer, ella pensó que el chofer era el esposo de Ingrid.

Ingrid se dirigió al exhibidor había varios vestidos, le gusto uno de ellos.

—Señorita deseo medirme ese.

El chofer le dijo a la vendedora

—Señorita a la señora le gusta el vestido azul que esta exhibido. Le puede traer uno de su talla para que se lo mida.

El chofer noto que no estaban atendiendo a Ingrid. Entonces salió un momento de la boutique. Saco su celular y llamo a su jefe

—Señor Alejandro, estamos en una boutique del centro comercial y mire que no quieren atender a la señora, es una situación muy incómoda para ella.

—Quédate allí, vamos con Gerardo para allá.

—Señora sin quiere vamos a otro lugar. Le dijo en baja voz a Ingrid.

—Si, pero es que aquí también ay otro que me gusta, lo dijo tomando uno de los vestidos que se encontraba exhibido en un mueble, lo tomo entre sus manos, le pareció que la tela era fina. La vendedora vino y le dijo

—Señora, estos son vestidos muy finos, únicos. Le pido que por favor no los toque. Usted si podría pagar el valor de este vestido.

Alejandro entro en ese momento.

—Claro que puede pagarlo, si quisiera puedo comprar toda la tienda.

—Claro si esta boutique no fuera tuya le dijo Gerardo

La vendedora estaba completa fuera de sí,

—Señor lo lamento. En ese momento la administradora salió rápidamente.

—Que pena Señor Alejandro, discúlpenme estaba atendiendo un asunto urgente.

—Señora de Acevedo, ya tenemos sus vestidos. Ordeno a un empleado que se los trajeran.

—Mis disculpas tengo personal nuevo, esto es uno de los momentos mas bochornosos de mi vida.

Alejandro tenía abrazada a Ingrid.

—Vas a llevar los vestidos,

-Si, me gusto mucho ese azul, pero si ya están los tres que mande a confeccionar, no lo veo necesario.

—Cuanto le debe mi esposa Adriana.

Saco su billetera y trato de sacar su tarjeta, pero ya Íngrid, le había pasado su tarjeta y su cedula.

Alejandro la observo, tan callada, dos veces intimidada el mismo día, porque no era como antes. Que le pasaba.

Ingrid recibió sus tarjetas, la empleada le entrego los vestidos el chofer los recibió y se fuero al parqueadero. Alejandro se despidió algo molesto de Ingrid. Ella lo noto. En el parqueadero le dijo a Jaime.

—No debió llamar a Alejandro, podríamos ir a otra tienda, se molestó.

—Señora Alexa, esa es mi labor, cuidar de usted y del señor.

—Gracias Jaime, Por aquí cerca no hay un salón de onces. Donde allá postre bien ricos.

—Si señora, permítame ya la llevo.

Fueron a un centro comercial. Se veía muy concurrido.

—Jaime acompáñeme a tomar un frapeado de café.

-Como guste señora.

Se sentaron en una mesita para dos.

—Señora, que desea comer con el frapeado de café. Escoja usted en el mostrador el postre y yo ordeno el café.

—Bueno, Ingrid saco dos billetes y se los dio a Jaime.

Se sentaron los dos como dos buenos amigos a tomar frapeado de café con un postre de chocolate. Tuvieron tan mala suerte que bruno los vio. Se dirigió a ellos

—Que bonito la señora de Acevedo tomando onces con el chofer, que diría Alejandro, no dirás que ahora te gusta el servicio le eres infiel a tu marido.

—Como te atreves. Si tienes razón esto lo va a saber mi marido. Ingrid se paro y le dio un bofetón a bruno, que casi le tumba los dientes.

Jaime la tomo por el brazo y salieron los dos de allí, los empleados, los clientes todos no salían de su asombro.

Ingrid lloro amargamente en el auto.

—No se preocupe señora, yo ya llamé al señor y le informe del bochornoso episodio.

—Jaime será que usted me puede hacer un favor. Lo dijo llorando.

—Claro señora estoy para servirle.

—Me lleva a esta dirección. Saco una tarjetica de la cafetería que tenia su madre y se la dio al chofer. Me deja allí, si puede vuelve mas tarde o si no mañana.

—Señora con gusto... lo haría, pero don Alejandro me dio la orden de que la lleve a su apartamento y me asegure de que se quede allí.

Ingrid no dijo nada solo lloro.

Enci Silva

MARIONETAS DEL DESTINODonde viven las historias. Descúbrelo ahora