capítulo uno

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West Hollywood,
California 1987.

Miré nuevamente el pequeño bote de ansioliticos. Hoy no iba a ser una de esas noches, claro que no.
A la mierda, yo no necesito eso, soy fuerte lo sé. Tengo que controlar mi ansiedad, esos fármacos me van a dejar cada vez más en la mierda. Y es algo que no quiero, no aún, soy muy joven.

Acomodé mis senos en el corsé y me dispuse a salir de la habitación que era destinada sólo para mí, como un "camerino" por así decirlo.
A paso lento pero firme me acerqué a la puerta donde está nuestro jefe, Jim.
Toqué dos veces y a los segundos se oyó un "adelante".

— Dime Jim, ¿Qué me tienes para hoy? Sorprendeme — dije sentándome encima de su escritorio a la par que prendía un cigarrillo.

— Hoy vendrá gente importante nena, espero no me defraudes.

— ¿Cuando yo hice eso? Claro que no, dime quiénes.

— Negativo cariño, los reconocerás cuando los veas — bufé al oír eso, él solo sonrió. Jim es una persona muy agradable.

— Bien, si no me dirás... entonces iré por un trago, ¿Quieres algo? — le pregunté bajándome del escritorio.

— Te agradezco, después ven a buscar tu paga cuando finalice la jornada — le hice una seña con los dedos y salí de allí para dirigirme a la barra.

Caminé por el gran pasillo y mientras más me acercaba a la parte principal del club, más se oía la música. Principalmente rock.
Con toda la confianza del mundo abrí aquella puerta que me adentraba a la gran barra que se solía llenar todas las noches. En una de sus esquinas pude ver a mi amigo, Kevin. Me acerqué a él y deposité un beso en su mejilla.

-Hola linda, ¿Qué quieres tomar hoy?- sonrió.

-Déjame, yo me sirvo. Tu estas bastante ocupado.- asintió con la cabeza y siguió en lo suyo, básicamente preparar tragos.

Me dirigí hasta la otra esquina donde estaban las bebidas blancas. ¿Vodka o tequila? Hmm.. Haciendo un ta-te-ti ganó el gran vodka, una de mis favoritas.
Tomé un pequeño shot y me dispuse a servir.

-¡Hey tú! Te estoy hablando.- giré mi cabeza confundida hacia donde venía esa voz, del otro lado de la barra, se encontraba un tipo demasiado alto diría yo. Rubio, con una cadena alrededor de su cuello cerrada con un candado, muy a lo Sid Vicious.- ¿Me vas a atender cariño o no?

-¿Qué?- pregunté confundida.

-Que si me vas a atender. Pedí un vodka hace unos cinco minutos y nadie me trajo nada, sirveme mi maldito vodka ahora.- exigió, largué una carcajada y éste me miró extrañado.

Miré a Kevin y le hice una seña con la mano para que viniera.

-Oye, sirvele a este idiota un vodka.- dije señalandolo.

-Haré que te despidan.

-Hazlo cariño.- le guiñé un ojo y seguidamente le di un trago seco al shot que me había servido hace unos momentos.

Lo miré por última vez con gracia y salí de allí moviendo mis caderas notoriamente.
Faltaba poco para hacer mi set, el más esperado por todos de la noche.
¿Cómo gané tanta popularidad aquí?
No sabría explicarlo, pero según Jim es porque tengo un toque especial. Ese algo que nadie tiene, aún no decifro que es.

Miré el reloj, 00:57 AM. Retoque mi rouge y acomodé mis medias que llegaban hasta la mitad de la rodilla.
Siempre me gustó tener un estilo parecido a las mujeres de un Cabaré, creo que eso es lo que a la audiencia le gusta. Aquí las demás mujeres son que digamos.. ¿Groupies? si, eso. Al terminar siempre sus sets, tienen algún que otro hombre esperandolas para que les den algo de placer.

Cosa que yo no hago.

Yo sólo hago mi trabajo, que es éste. Realizar mis sets y que la gente se deleite con ello, nada más.

Ya es mi hora, de nuevo dirigiéndome por el mismo pasillo aunque no hacía la barra si no, hacia la gran tarima. Me coloqué detrás de las cortinas, esperando a que Jim el cual presenta el show, diga mi nombre.

-Cómo muchos dirán, ahora se viene la mejor parte.- se oyen silbidos y aplausos - Con ustedes, ¡Summer Reed!

Y así me adentré a la tarima, dejando que todos me vean. Pude notar varias caras conocidas, como dijo Jim, yo misma las reconocería.
Muevo mis caderas al compás de la música, se escucha como los hombres dicen cosas obscenas, yo solo en esos momentos hago oídos sordos.
Tiran billetes, quizás pensando que en cualquier momento dejaría caer una de mis prendas.

Me acerco al tubo que está en medio y comienzo a bailar en el, miro sus rostros, algunos sonríen mientras silban o gritan repetidas veces, otros solo se disponen a ver el show mientras toman un trago.
Mi vista se centra en una mesa, donde se encuentra un grupo de hombres que yo conozco, mis amigos, junto con otros cinco que desconozco. Menos a uno.

Aquel rubio idiota de la barra.

○ ○ ○

Finalmente terminé mi set, se que la gente se quedó con ganas de más. Que va, que vengan la siguiente noche.
Bajé de aquella tarima seguida de felicitaciones y piropos de la gente, mayormente de los hombres.

Me acerco a aquella mesa la cual no había perdido de vista en toda la noche.
Rodee su cuello con mis brazos por detrás y besé su mejilla, éste me sonrió.

-Hey Summer, estuviste excelente.- dijo haciéndose a un lado, dejándome un espacio para que me sentara.

-Concuerdo con Nikki, nena.- me guiñó un ojo Vince.

-Gracias, gracias.- hice una reverencia y ellos rieron, pude notar que notar que no estaban solos.- ¿No me presentarán a sus amigos?

-Déjame que yo lo hago, soy Slash preciosa, a tu servicio.- dijo uno de ellos, moreno y con el cabello lleno de rulos, demasiado atractivo.- El es Axl, Izzy, Steven y Duff.

Mi vista se centró en ese último, Duff.

-Creo que ya nos conocimos.- dije de forma sarcástica con una sonrisa. Él rodó los ojos.

-¿No nos la ibas a presentar?- le habló el pelirrojo, Axl.

-Cierren la boca, no se quien es.

-Oh, ¿no lo recuerdas cariño? Que raro, debes tener alzheimer o algo así. Deberías ir al médico.

Pude notar su cara de enojo, reí internamente. No sabia quien era ese tipo, pero me gustó molestarlo.
Sus amigos ríen al escuchar mi respuesta.
Admito que todos están muy buenos, hasta el rubio Duff, aunque no me agrada en lo absoluto.

𝑪𝒐𝒏𝒔𝒆𝒏𝒕𝒊𝒎𝒊𝒆𝒏𝒕𝒐 | Duff McKagan [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora