capítulo cuatro

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Sunset Strip, West Hollywood,
California 1987.

-¿Y ésta que te parece?- preguntó Stephanie probándose el sexto vestido que se había comprado para asistir esta noche al "Black Rabbit Rose", el club donde trabajo.

-Ya te dije que el único que me gustó fue el primero.- dije tirandome de espaldas a la cama, con las palmas de mis manos froté mis ojos cansada.

-Que mala eres.- siguió mirándose en el espejo.

-No soy mala, me pediste que fuera sincera y eso estoy siendo.- rodee los ojos.- ¿Que hora es?

-Mmm.. Las once y media, bueno casi las doce.- abrí mis ojos como platos.

-¡Mierda! Voy a llegar tarde.- me levanté rápidamente de la cama y saqué del closet el atuendo que usaría hoy. Puse todo dentro de una mochila y me dirigí a la puerta.- ¡Te veo allá!- le grité a Steph que ella aún seguía en mi habitación y como respuesta obtuve un simple "ok".

Tomé un taxi sólo para no caminar y llegar mas rápido. Le pagué y entré por la puerta trasera del club, lo mas rápido posible llegué a mi camerino y me dispuse a cambiarme.
Un corset negro, con medias hasta las rodillas y portaligas, era mi atuendo de esta noche. Diría que mucho más sexy que algunos anteriores. Adorné mi cuello y parte de mis hombros con joyería brillante color negro. Me vi en el espejo, el color carmín predominaba en mis labios.

Al finalizar mi cambio de ropa y maquillaje me senté en el gran sofá color marrón que se encontraba ahí, mientras que en mi mente imaginaba como seria mi baile. Aunque muchas veces es improvisado, y es lo que más me gusta.

Tomaba de la botella de agua que se encontraba allí mientras miraba la hora; 12:55 AM. Era mi momento de salir. Me coloqué una máscara del mismo color que mi corset y salí de allí. A paso firme me dirigí atrás del escenario, corrí un poco los telones mientras veía como mis compañeras terminaban su show. Ellas salieron y me saludaron con un cálido abrazo.

La canción "The Zoo" de Scorpions comenzó a sonar, justamente era la que yo había elegido. Seria algo como un rock sensual.
Salí mientras meneaba mis caderas de un lado a otro, silbidos y aplausos es lo que se oyen por todo el lugar, lo típico. 
Me acerqué a uno de los tubos que se encontraba en el medio del escenario y quité mi máscara, aun así moviéndome sensualmente. Como siempre, pude divisar caras típicas conocidas en el lugar. Pero hubo una que me llamó la atención.

El rubio, que ayer arruinó mi noche. Se lo veía hipnotizado mientras bebía de su trago. No podía quitar sus ojos de mi, ni los míos de él.
Y decidí hacer algo que nunca había hecho. Bajé las pequeñas escaleras y dirigí mi pasó hacia el, mientras oía las cosas obscenas que mencionaban los hombres que se encontraban allí. 

Pasé a su alrededor y lo tomé de la mano, haciendo que se pare de su lugar. Y así sin mas, comencé a bailar frente a él, mientras que con una de mis manos tocaba su cuerpo con cautela, sintiendo su piel erizar.
Acerqué mis labios a los suyos, aún acariciandolo, cuando el cerró los ojos creyendo que lo iba a besar, me alejé.

-Ni lo creas, nene.- le sonreí y volví al escenario de forma sensual. Aun así obteniendo la vista de todos y mucho más alboroto.

Tiré un beso al aire y salí de allí, para ir de nuevo al camerino para poder secar un poco mi sudor y beber algo refrescante. Aunque beberia más con Stephanie que está en alguna de las mesas con mis amigos.
Entre cerrando la puerta detrás de mí y me acerqué al espejo donde yacía una pequeña toalla, sequé un poco el sudor de mi frente y me miré al espejo. Pude divisar como en el reflejo se veía una silueta de alguien sentado en el sofá, giré y pegué un grito agudo.

𝑪𝒐𝒏𝒔𝒆𝒏𝒕𝒊𝒎𝒊𝒆𝒏𝒕𝒐 | Duff McKagan [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora