capítulo treinta y uno

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Los Ángeles, California 1988.

-¿Lista Summer?- preguntó el doctor entrando a la habitación.

-Claro.- asentí y el puso una silla de ruedas a un lado de la camilla para que me sentara allí. Finalmente lo hice y nos dirigimos a la sala de resonancias magnéticas, hoy es mi último día de chequeo.

-Bien, aquí está.- dijo el doctor a la otra persona que se encontraba allí.

-Hola Summer, soy el radiologo John Smith.- extendió su mano en forma de saludo, la acepté - Cuando tú llegaste aquí al hospital te hicimos una resonancia magnética para poder ver bien que era lo que el accidente había afectado en tu cuerpo. Luego en la semana que estuviste en coma, realizamos otra más. Así que esperemos que hoy sea la última así podrás irte a casa, ¿Si?

-Espero esté todo bien...- suspiré.

-Seguro.- sonrió - ¿Me permites tu brazo? Necesito inyectarte un líquido llamado contraste que me ayudará a observar algunas zonas mucho mejor.

-Claro.- ya cansada, puse el brazo sobre una angosta camilla. Ni siquiera sentí el momento en que inyectó eso en mi.

-Bien, ya podrás acostarte.- me acomodé en la fina (y algo dura) camilla, agradezco que tenga una almohada - Acomoda ambos brazos al costado de tu cuerpo, y mantente tranquila. ¿Eres claustrofóbica?

-Por suerte, no.- largué una risita.

-Perfecto, entonces no será problema para ti. Puedes ponerte esto para que el sonido que haga la máquina no sea tan molesto.- me pasó unos pequeños tapones para los oídos, me los puse y pude ver como él junto al doctor se fueron hacia la cabina que esta fuera de la habitación donde me encuentro.

A los pocos minutos la camilla comenzó a meterse dentro de esa especie de túnel, es una máquina algo particular. Una vez dentro, cerré los ojos y me quedé quieta allí. Es un estudio de una duración bastante larga así que otra cosa no puedo hacer.

Mi mente da miles y miles de vueltas. Aún trato de recordar como fue que llegamos a accidentarnos de esa forma tan brutal. Deseo con todas mis ganas que Duff despierte así poder volver a casa, no soporto verlo de esa forma, me hace demasiado mal.

-Hola linda.- saludó Nikki entrando a la habitación.

-Hola Nik.- lo abracé.

-Te he traído ropa.- dejó una bolsa a mi lado - ¿Ya sabes tus resultados?- asentí.

-El doctor dijo que está todo perfectamente bien.- comencé a sacar la ropa, para dirigirme al baño a cambiarme.

-Me alegra oír eso. ¿Lista para volver a casa?

-No me siento lista para regresar sin Duff.- hice una mueca.

-Lo sé nena... ¿Que piensas hacer?

-Ir a casa, ver a mis mascotas, ducharme y traer algunas cosas de casa para aquí. Me quedaré con él, el tiempo que sea necesario.

Nikki asintió y yo me metí al baño para cambiarme con la ropa que el había traído. Una vez ya vestida, observé mi rostro en el espejo. Parezco un maldito cadáver. Debajo de mis ojos llevó unas ojeras demasiado oscuras, mi piel está demasiado pálida y mi cabello digamos que no está como siempre. Intenté peinarme un poco con la mano y salí.

-¿De casualidad tienes lentes de sol? Luzco horrible.

-Eso no es cierto.- sonrió - Usa los míos.- me los entregó y me los puse - ¿Lista?

𝑪𝒐𝒏𝒔𝒆𝒏𝒕𝒊𝒎𝒊𝒆𝒏𝒕𝒐 | Duff McKagan [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora