Estaba al tope de adrenalina aquella mañana gris, y no podía dejar de moverme, temeroso de que si lo hacía pudiera quebrantarme. Limpié la sangre en mi espejo. Me obligué a desayunar y a sonreírles a mis padres mientras se preparaban para llevarme al programa. El aire era opresivo; esto apenas ocurrió unas horas atrás. Antes de irnos, comprobé afuera por si acaso deje alguna huella en el patio, deshaciéndome del gato.
El gato se había ido.
El auto parecía contraerse a mí alrededor y aunque me las arreglé para seguir participando en su conversación, no pude recordar lo que mis padres decían. Las náuseas roían los restos de lo que quedaba en mi estómago y estaba empapado de sudor.
Me obligué a mantener la compostura mientras mi madre gruñía por el tráfico, y para cuando entró en un mediocre centro comercial en South Miami, lo logré. Nos dirigimos hacia un escaparate, y mi madre apretó mi brazo en lo que asumí era un gesto tranquilizador. Siempre y cuando pensaran que yo no estaba algo más que nervioso, yo estaría bien.
Un hombre que se parecía extrañamente a Santa Claus estaba esperándonos en el interior de la puerta.
–¿Señor Xiao? –le dijo a mi padre mientras entramos.
Papá asintió. –¿Sam Roberts?
El hombre le dio una débil sonrisa y extendió su brazo, estirando la tela de su apretado polo rojo sobre su estómago. –Bienvenidos a Horizontes –dijo alegremente. Luego habló para mí: –Soy el consejero de admisiones. ¿Cómo estuvo el tráfico?
–No muy mal –dijo mi madre. Miró más allá del hombre, hacia el espacio que había a su espalda. –¿Está la Dra. Kim aquí?
–Oh, estará a lo largo de la evaluación de ingreso –dijo con una sonrisa. –Yo sólo estoy aquí para conseguir que se familiaricen completamente. Adelante. –Señaló hacia dentro.
El interior era mucho más brillante de lo que yo esperaba, y moderno, por lo que podía ver. Horizontes tenía todas las paredes blancas y muebles elegantes, salpicado con calmantes puntos azules de arte abstracto. Y aunque no podía ver mucho desde donde estábamos, podía decir que el lugar era enorme.
El Sr. Roberts señaló varias puertas y nos dio una explicación a nuestro paso: la sala común, el estudio de arte, el estudio de música, el comedor, etc. Parecía orgulloso del hecho de que el lugar reflejara la estructura de un lugar hospitalario, complementándolo con un pequeño jardín Zen de meditación en el centro. Algo sobre “familiaridad” y “consistencia”, pero yo no le presté mucha atención porque no me importaba. Ya estaba contando los segundos que faltaban para poder ver a Yibo, para poderle contar lo que ocurrió. Lo que encontré.
Lo que Jay dejó.
Pero los adultos me miraban expectantes, esperando a que dijera algo. Así que dije lo primero que me vino a la mente.
–¿Dónde están todos? –No había visto a otros adolescentes desde que entramos.
–Están en Grupo –dijo el Sr. Roberts. –Es probable que no hayas tenido la oportunidad de leer nuestros folletos, ¿verdad?
¿Entre mi internamiento involuntario y encontrar un gato mutilado?
–No.
–Bueno, no hay problema. Te pondremos al día en poco tiempo. Sólo sígueme, y te lo explicaré. –Miró sobre su hombro– ¿Es psicóloga, Dra. Xiao?
–Sí –dijo ella mientras lo seguíamos por un pasillo reducido. El techo se abría sobre nosotros, pero el espacio por donde caminábamos se sentía estrecho.
–¿Cuál es su especialidad?–Trabajo con parejas, sobre todo.
–¡Eso es maravilloso! –Le hizo la misma pregunta a mi padre sobre su trabajo. Me imaginé que él ya lo sabía; todos los que veían las noticias lo sabían.
El Sr. Roberts finalmente condujo a mis padres a una oficina en la parte trasera, que claramente no era suya. Una pila de papeles se elevaba peligrosamente sobre la mesa de cristal.
Él señaló un banco justo afuera de la puerta. –Está bien, Zhan, puedes sentarte allí mientras yo hablo algunas cosas con tus padres, ¿de acuerdo? –Me guiñó un ojo.
Si no hubiese estado asustado, habría rodado los ojos ante la condescendencia. Quizás no tendría que lidiar demasiado con él, después de hoy.
La puerta de la oficina se cerró con mis padres en el interior y me senté en el horrible e incómodo tablón de madera. No había mucho que ver, y me encontré mirando distraídamente la red de conductores en el techo al descubierto hasta que algo me golpeó suavemente el hombro, luego rebotó en el suelo.
Me estremecí, pero era sólo un pedazo de papel arrugado. Lo abrí para encontrar una imagen burdamente elaborada de una lechuza, que sólo tenía en él:
“!!!”
Me di la vuelta.
–Bueno, que me pellizquen si es no es el mismo Xiao Zhan.
Jhonny
Sin las rastas y más alto, pero definitivamente, sin lugar a dudas Jhonny. Sonreí ampliamente; me levanté de un salto y me acerque a él, pero él levantó sus manos a la defensiva antes de que avanzara más.
–No se puede tocar esto.
–No seas un tonto –le dije todavía sonriendo.
Su expresión imitó la mía, aunque parecía estar tratando de no demostrarlo. –Lo digo en serio. Son estrictos acerca de eso –dijo, tratando una vez más.
Yo hice lo mismo. Sin su largo pelo, sus pómulos parecían más altos, con el rostro más robusto. Mayor. Sus pantalones estaban inusualmente bien ajustados y la camiseta se aferraba a su cuerpo. En su camisa había una imagen de lo que parecían ser antiguos hombres griegos uniendo sus brazos en una fila y pateando sus piernas. Él era tan extraño.
Exactamente al mismo tiempo ambos preguntamos: –¿Qué estás haciendo aquí?
–Los nuevos primero –dijo con una pequeña reverencia.
Levanté la vista hacia el techo mientras pensaba en qué decir. –Desorden de estrés postraumático –decidí finalmente. –Unas cuantas alucinaciones aquí y allá. Nada del otro mundo. ¿Tú?
–Oh, mis padres estaban convencidos de que sería una buena medida preventiva enviarme aquí antes de que yo tiroteara la escuela. –Se dejó caer en el banco.
Mi boca se abrió. –No estás hablando en serio.
–Desafortunadamente, sí. Nuestros mejores amigos de Carden se aseguraron de lo que todos los adultos enterándose pensarían cuando plantaron el cuchillo en mi mochila.
April y Adrien, esos idiotas. Por lo menos ya no tengo que verlos a diario. Afortunado yo.
Afortunados ellos.
Me senté de otra vez en el banco y Jhonny continuó. –No se puede comprender la idea de que mi anterior amenaza de darle Ébola a Adrien fuera una broma –dijo– Fui considerado delincuente en dos ocasiones y por lo tanto etiquetado “un riesgo” por el departamento de orientación, los árbitros finales de sabiduría. Ellos a su vez, garabatearon eso sobre todo mi registro. –Su tono burlón cambió, entonces –Las palabras tienen poder. Y puedo ser privilegiado y tener un IQ más grande que cualquiera de nuestros anteriores profesores, ¿pero cuando la gente me mira? Ven a un adolescente negro. Y no hay nada más aterrador para algunas personas que un airado joven negro. –Se metió un chicle en la boca– Así que. Aquí estoy.
Le ofrecí una pequeña sonrisa. –¿Al menos estamos juntos?
Sonrió. –Eso parece.
Mis ojos se posaron en su cabeza rapada. –¿Qué le pasó a tu cabello?
–Ah –Se pasó la mano por encima. —Una vez que a los excesivamente ansiosos padres se les dice que su hijo es “un riesgo” decidieron que todos los atributos “en riesgo” se tienen que ir. Adiós pelo largo. Adiós música rebelde. Adiós deliciosos y violentos videojuegos –Exageró un estremecimiento del labio. –Básicamente, tengo permitido jugar ajedrez y escuchar suave música clásica. Esa es mi vida ahora.
Negué con la cabeza. –Odio a la gente.
Me empujó con el codo. –Por eso somos amigos. –Él sopló una pequeña burbuja turquesa y luego la aspiró de nuevo a su boca. –De hecho, vi a April la semana pasada cuando mamá y yo fuimos comer a una plaza. Ni siquiera me reconoció.
–¿Le dijiste algo?
–Amablemente le sugerí que condujera por un precipicio.
Sonreí. Me sentía más ligero simplemente al estar con él, estaba tan contento de no tener que soportar esta ridiculez solo. Estaba a punto de decírselo cuando la puerta del despacho se abrió ante nosotros y el Sr. Roberts asomó la cabeza.
Miró de regreso y hacia delante entre Jhonny y yo. –Estamos listos para ti, Zhan.
Jhonny puso de pie. –¡Voy a llegar tarde a la terapia de electroshock! –Luego me encaró y me dijo con un guiño: –Te veo por ahí, señor Xiao –Saludó al Sr. Roberts, giró sobre sus talones y se fue.
Mordí mi labio para no sonreír y entré en la apropiadamente sombría oficina.–Toma asiento –dijo el Sr. Roberts, cerrando la puerta detrás de mí.
Me deslicé en una incómoda silla de plástico junto a mis padres y esperé para oír la proclamación de mi sentencia.
–Sólo quiero explicar un par de cosas y luego vamos a tener que firmar unos papeles.
–Está bien…
–El Programa de Pacientes Externos Horizontes, o PPEH, es como se llama, una evaluación general del comportamiento en el que tus padres te están inscribiendo. Se espera que estés aquí cinco días a la semana, desde las nueve de la mañana hasta las tres de la tarde sin falta, salvo ausencia justifica con una nota del médico adjunta. Tu éxito aquí dependerá por completo de tu participación en tus actividades en el grupo de terapia, y…
–¿Y académicas? –Yo no era un estudiante-nivel-Dylan, no, pero nunca había habido un futuro para mí que no incluyera la universidad. No me gusta pensar en cómo mis aventuras en psicoterapia afectarían eso.
–Completaras los cursos bajo la guía de tutores, pero el énfasis en Horizontes, no es el rendimiento académico sino el rendimiento personal.
No puedo esperar
–Como estaba diciendo, tu participación es fundamental para el éxito. Después de un periodo de dos semanas, habrá una nueva evaluación para determinar si este es el lugar adecuado para ti, o si sería prudente mudarte a nuestro tratamiento residencial.
Entonces, así que esto era una prueba. Para ver si lo podía hacer aquí en el mundo real sin ningún… problema. Miré los rostros esperanzados de mis padres mientras la palabra residencial hacía eco en mi mente.
Era una prueba que tenía que pasar.
ESTÁS LEYENDO
EVOLUCIÓN • [YIZHAN | SEGUNDA PARTE]
FanfictionDespués de perder a su mejor amiga, Xiao Zhan pensó que podría empezar de nuevo, pero cuando se mudó, jamás imaginó que su vida cambiaría tanto en tan poco tiempo. Creyó que podía huir de su pasado. Descubrirá que no puede. Pensaba que sus problemas...