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Minutos o segundos después, me alejé del espejo y me dirigí a mi habitación. Pero cuando abrí la puerta de mi cuarto, estaba muy perturbado por encontrar ojos mirando hacia mí.

Una muñeca se sentaba plácidamente sobre mi escritorio, su cuerpo de trapo apoyado contra mis antiguos libros de la escuela. Su cosida sonrisa felizmente curvada. Sus ojos negros no veían, pero estaban fuertemente enfocados en mi dirección.

Era la muñeca de mi abuela, mi madre me lo había dicho cuando era pequeño. Por alguna razón -tal vez para que yo pudiera conservar algún recuerdo de ella antes de su muerte- había decidido dejármela cuando yo era tan solo un bebé, pero nunca jugué con ella. Nunca le puse un nombre. Ni siquiera me gustaba; la muñeca tomó residencia bajo una variedad de rotantes juguetes y animales de peluche en mi baúl de juguetes, y mientras crecía, se movió del baúl de juguetes hasta una esquina olvidada de mi armario, para ser opacada por zapatos y ropa.

Pero ahora aquí estaba ella, yaciendo en mi escritorio. No se movió.

Parpadeé. Por supuesto que no se movió. Ella era una muñeca. Las muñecas no se movían.

Sin embargo, ella se había movido. Porque la última vez que la había visto, estaba guardada lejos en una caja, recostada contra pilas de viejas fotos y cosas de mi antigua habitación. Una caja que no había abierto desde…

Desde la fiesta de disfraces.

Regresé al recuerdo de esa noche. Me vi a mí mismo caminar hacia mi armario, preparándome para quitarme la ropa, solo para encontrar abierta una caja en el suelo. No recordaba haberla bajado. No recordaba haberla abierto.

Rebobiné el recuerdo. Me vi salir del armario, vi los zapatos de mi padre encajar de vuelta en mis pies. Vi el agua de la bañera drenarse a través del grifo.

La noche en que vi la muñeca fue la noche que me quemé.

La piel se erizó en mi nuca. Esa había sido una mala noche para mí. Estaba estresado sobre April y me sentí humillado por Yibo y retrocedí aún más temprano, cuando primero llegué a casa. Me vi a mí mismo inclinándome para desbloquear la puerta delantera, pero… se abrió antes de que la tocara.

Pensé que estaba alucinando esa noche… y lo había estado. Imaginé que algo estaba aferrándome en el fondo de la bañera cuando nunca hubo nada ahí. Asumí que había olvidado bajar la caja de mi armario, también.

Eso fue antes de que supiera que Jay estaba vivo. Si él estuvo en mi habitación la noche anterior, podría haber estado en mi habitación esa noche.

Mis manos se hicieron puños. Él bajó la caja de mi armario. Él la abrió.

Y él quería que yo lo supiera. Que él estaba yendo a través de todas mis cosas  Observándome mientras dormía. Contaminando mi habitación. Contaminando mi casa.

Y cuando la dejé, nos había perseguido a mi padre y a mí de vuelta.

Estaba temblando antes, pero ahora estaba febrilmente caliente. Me sentía fuera de control, y no podía dejar que mi padre me viera así… él estaba lo suficientemente aterrorizado. Empujé dentro toda mi ira y miedo, me quité mis empapadas ropas y las arrojé sobre el lavabo. Abrí la ducha y respiré profundamente mientras mi baño se llenaba de vapor. Me adentré en el agua caliente y la dejé correr sobre mi piel, dispuesto a dejar correr mis pensamientos junto con ella.

No funcionó.

Traté de recordarme que no estaba solo en esto. Que Yibo me creía. Que él vendría más tarde y cuando lo hiciera le contaría todo. Repetí las palabras cíclicamente, esperando que me calmaran. Permanecí en la ducha hasta que el agua se volvió fría. Pero cuando salí del baño, miré hacia mi escritorio para encontrar que la muñeca ya no sonreía.

EVOLUCIÓN • [YIZHAN | SEGUNDA PARTE]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora